Al que metió al inicio de la temporada al Girona entre la terna de aspirantes a ganar La Liga o, cuanto menos a meterse en Champions League, cualquiera le tildó de loco o de atrevido. Sin embargo, a esos pocos que mostraron una fe ciega en el equipo catalán la realidad les está dando la razón de una manera impresionante.
Nadie pensaba que, con un tercio del campeonato regular ya cumplido, el líder iba a ser el conjunto dirigido por Míchel. Sin embargo, los números son claros y arrojan con claridad lo que está sucediendo en este tramo inicial de la campaña. Es innegable que el Girona merece ser el primer clasificado de la Primera División a estas alturas y que esta condición de privilegio se la ha ganado por méritos propios.
Ya hay quien piensa en que este milagro de los gerundenses va camino de repetir la gesta que consiguió el Leicester en la Premier League en la temporada 2015/2016. Aquel curso el equipo de Claudio Ranieri sorprendió al planeta entero al desbancar a las grandes potencias del fútbol inglés cuando dos años antes ni siquiera militaba en la máxima categoría.
Sin duda, para el Girona aquella hazaña es un espejo donde mirarse para convencerse de que puede dar una machada histórica, pero es que los números reflejan que la situación actual de los catalanes es todavía incluso mejor que la que disfrutaba el Leicester a estas alturas de la temporada.
Hay, por lo tanto, diferencias y similitudes entre estos dos equipos. Uno ya hizo historia en su día y marcó el camino para que otros, quizás como el Girona, puedan plantar cara a los grandes y tocar una gloria a la que la mayoría no están acostumbrados en este fútbol moderno.
Distintos banquillos
Uno de los grandes rasgos que diferencian a este Girona de aquel Leicester está sin duda en banquillo. Los directores de orquesta son muy diferentes y más allá del estilo de juego tienen trayectorias muy distintas que les han llevado hasta estos éxitos tan notables.
El Leicester apostó aquella temporada por un técnico veterano y con experiencia contrastada. Claudio Ranieri recibió la llamada del equipo inglés y aceptó sin dudar volver a la Premier League, donde ya había dirigido al Chelsea más de diez años atrás. La prueba, desde luego, no pudo salir mejor.
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Ranieri era ya uno de los entrenadores más experimentados del panorama y además sabía lo que era dirigir a clubes que luchaban por cotas máximas. Sus pasos por el Valencia, Atlético de Madrid, Roma, Juventus, Inter o el propio Chelsea avalaban una carrera más que dilatada para alguien que cogió al equipo ya con 64 años.
Todo esto dista mucho de lo que es Míchel en el Girona. Empezando por la edad, ya que el madrileño tiene ahora 48 años, y terminando por una trayectoria muy diferente y mucho menos dilatada que la que tenía Ranieri cuando llegó al Leicester.
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Antes de desembarcar en este Girona hace ya dos temporadas, Michel había dirigido al Huesca durante dos cursos y al Rayo Vallecano a lo largo de tres campañas. Todo un experto en ascensos a Primera División, algo que consiguió con los tres conjuntos, la experiencia de este entrenador dista mucho hasta la fecha de lo que supone pelear por ganar un título al más alto nivel. Ahora, sin embargo, reclama su lugar.
Equipos ascensores
Seguramente son más los elementos que unen a este Girona y a aquel Leicester que los que los separan. Una de las características que ambos tienen en común es que se trata de equipos 'ascensores', es decir, que ni mucho menos están consolidados en la élite.
El Leicester que ganó la Premier League había conseguido apenas dos temporadas antes el ascenso a la máxima categoría. Procedente del Championship, casi no tuvo tiempo ni siquiera de asentarse y terminó ganando el título. Ahora, otro temporadas más tarde, vuelve a estar en la segunda división.
Este Girona, curiosamente, también logró el ascenso hace dos campañas. Míchel fue el artífice de dejar la Segunda División para regresar a Primera y, después de salvar la pasada campaña con holgura, ahora todo va sobre ruedas. El Girona tampoco es un equipo que tradicionalmente haya estado muchos años en la élite, así que el símil es evidente.
En esta plantilla del Girona no hay superestrellas. Por supuesto que cuenta con jugadores de calidad como Éric García, Blind, Pablo Torre o Stuani, pero ninguno de ellos es en la actualidad el mejor del mundo en su posición. Sin embargo, la conjunción de todos ellos y los talentos emergentes han hecho una mezcla perfecta que está asombrando a todo el mundo.
Algo parecido ocurría con el Leicester, que tenía entre sus filas a jugadores destacados (seguramente alguno más que el Girona) pero tampoco eran la envidia de los grandes. Mahrez era casi un desconocido, Kanté aún no había deslumbrado y Jamie Vardy jamás había registrado los números goleadores que firmó aquella temporada de ensueño que le llevó también a ser internacional.
Ahora, ocho años más tarde, el Girona sueña con dar una machada que, como la del Leicester en su día, podría ser recordada durante mucho tiempo. Conseguir doblegar el poderío económico de equipos como el Atlético de Madrid, el Barcelona o el Real Madrid parece imposible, pero los de Michel van camino de ello.