Ya nada será igual después de lo que sucedió el 20 de agosto de 2023. Todo cambió aquel día en el que la Selección femenina se proclamó campeona del mundo al derrotar a Inglaterra con el ya mítico gol de Olga Carmona, y no sólo en lo puramente deportivo.
Aquel éxito de unas magnitudes nunca antes exploradas para el fútbol femenino nacional se vio ensombrecido por lo que sucedió acto seguido. El polémico beso que Luis Rubiales le propinó en la boca a Jennifer Hermoso durante la celebración del título levantó una gran polvareda y trajo consigo una serie de consecuencias irreversibles a nivel institucional, con la inhabilitación del ya expresidente.
Aquel beso, que en un primer momento desde casi todos los sectores se interpretó como un acto anecdótico y con el prisma que da el sosiego se convirtió en un escándalo de magnitudes mundiales, fue además la bandera con la que un grupo de jugadoras reclamaron unos cambios que venían pidiendo hace tiempo. Rodaron cabezas (como la de Jorge Vilda, tan en el punto de mira de la plantilla), hubo reuniones hasta altas horas de la madrugada, renuncias y, al fin, cambios que han llevado en los últimos tiempos a vivir momentos más tranquilos.
Por desgracia, todo ese revuelo en torno a la figura de Luis Rubiales y las posteriores consecuencias hicieron que lo deportivo pasara a un segundo o tercer plano. La polémica se comió a un momento histórico para el deporte nacional, la primera vez que la Selección femenina seguía el camino abierto por los chicos en 2010 y lograba bordarse una estrella a la altura del pecho.
El mayor éxito nunca visto
Que el fútbol femenino en España había vivido durante los últimos años un proceso de transformación y estaba en auge era algo evidente, pero de ahí a pensar que la Selección podría proclamarse campeona del mundo había todavía un trecho. La muestra reciente de la Eurocopa anterior, donde quedó claro que todavía faltaba para igualar en competitividad a las mejores selecciones del mundo, fue un golpe de realidad, así que las de Jorge Vilda no eran ni mucho menos las grandes favoritas para hacerse con el título.
El entorno que rodeaba a la Selección tampoco era el más favorable. La guerra abierta de gran parte de las habituales seleccionadas con el entrenador se llevó a varias de ellas por delante de la lista del Mundial, mientras que algunas que recularon sí que viajaron a Australia y Nueva Zelanda.
Parecía complicado, por lo tanto, que un técnico que no gozaba del crédito y la confianza de las jugadoras pudiera llevar a un grupo a un éxito similar, pero se alinearon todos los astros. Durante el Mundial hubo de todo, momentos brillantes y otros más bajos, golpes duros como la derrota ante Japón en la última jornada de la fase de grupos que lo puso todo patas arriba.
Sin embargo, España se coló en los cruces y a partir de ahí dio su mejor versión, y eso que Alexia Putellas no estaba ni mucho menos en las mejores condiciones. Primero Suiza y después Países Bajos en la prórroga hasta llegar a las semifinales con una de las grandes favoritas como Suecia.
La Selección dejó a las nórdicas en el camino en un final de infarto, típico de la emoción que desprende una Copa del Mundo, así que se citó en la final con Inglaterra, seguramente la otra gran candidata al trono. España se congregó a mediodía delante de la televisión para ver la final histórica y disfrutó del golazo de Olga Carmona, el que ya es patrimonio de nuestro fútbol al igual que el de Andrés Iniesta en Sudáfrica.
El beso lo tapa todo
La alegría se desbordó durante la celebración, y no sólo entre las jugadoras, sino que también Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, se dejó llevar. El dirigente había apostado fuerte por el fútbol femenino durante su mandato y quiso darle todas las facilidades a las jugadoras durante la concentración. De hecho, estuvo durante el Mundial apoyándolas y conviviendo en Australia y Nueva Zelanda.
Sin embargo, se sobrepasó en la celebración en dos momentos clave. Uno, con el gesto que hizo desde el palco tocándose los genitales, y el otro, el beso en la boca a Jennifer Hermoso cuando la futbolista iba a recoger su medalla.
Aquel acto, consentido según Rubiales y sin consentimiento según la versión de la jugadora, se convirtió prácticamente en el único tema de conversación dejando a un lado el éxito deportivo. Con el paso de las horas y de los días, la indignación a nivel mundial fue creciendo y las reacciones condenando este beso se sucedieron hasta el punto de que llegó a convertirse prácticamente en una cuestión de estado.
La FIFA se llevó por delante a Luis Rubiales y le inhabilitó por sus actos por un periodo de tres años sin poder ejercer ninguna actividad relacionada con el fútbol, y el Consejo Superior de Deportes también puso empeño en castigar al expresidente de la RFEF. Finalmente, el Tribunal Administrativo del Deporte consideró también una inhabilitación de tres años.
Todo fue más allá, porque la propia Jenni Hermoso denunció a Luis Rubiales y el proceso judicial todavía sigue abierto. Mientras que el expresidente argumenta que le preguntó si le podía dar "un piquito" y que la jugadora respondió que sí, ella dice que en ningún momento le dio consentimiento a su 'jefe' para que la besara en la boca.
La salida de Rubiales de la Federación se llevó consigo también varios cargos. Las jugadoras pidieron multitud de cambios y de salidas, y la junta gestora respondió. También Víctor Francos, expresidente ya del CSD, fue una figura clave en varias negociaciones, como en aquellas reuniones en Oliva cuando muchas futbolistas fueron convocadas 'a traición' por Montse Tomé cuando habían renunciado a la Selección hasta que no se vieran cambios.
En definitiva, el año más brillante que jamás ha visto el fútbol femenino en lo puramente deportivo y también el más movido en cuanto a otros asuntos extradeportivos. El mayor éxito de todos los tiempos, ensombrecido por un beso.