El Real Madrid se encontró en Las Palmas con la vistosidad del juego canario primero y su destino liguero después. Ante los de Ancelotti se presentó un equipo de ideas claras, con fluidez en la circulación y sin el pavor a la hora juntar líneas y replegar cuando el físico ha dicho 'hasta aquí'. Vinicius, de penalti, neutralizó el tempranero gol de Moleiro y salvó los muebles de un Real Madrid lento de ideas y juego. [Así hemos vivido el partido].
El Real Madrid aterrizaba en la isla tras un aviso peninsular. El que le dio el Valladolid en la última jornada. Aquella victoria fue tan contundente en el marcador como trabajada sobre el terreno de juego. Tanto, que Ancelotti acabó algo mosqueado con los suyos. Les dio un pequeño toque de atención por no pedir el cambio cuando físicamente han llegado al límite.
Asi que rotó en Las Palmas. Sentó a Carvajal, Güler y Rodrygo y dio entrada a Lucas Vázquez, Modric y Brahim. El descanso para evitar lesiones, la obsesión actual del italiano. Aunque volvieron a entrar con el pie izquierdo a un partido. Los de Carrión, con un punto más de activación, encontraban las lagunas en el plan de Ancelotti.
La invalidez defensiva de Vinícius se convertía, a todas luces, en insostenible para un equipo con Mbappé en punta y con nulidad de trabajo defensivo. Ni los supercorrectores Valverde y Mendy, parches capaces de camuflarlo todo, pueden sujetar un sistema defensivo compuesto de ocho futbolistas de campo en el fútbol de hoy.
Los blancos atravesaron el nudo del encuentro a remolque. McBurnie y Moleiro, los culpables. Ambos se asociaron y, a esta hora del día, la zaga blanca sigue buscando el hueco por el que pasaron. Lo hicieron sin llamar a la puerta. El escocés leyó el desmarque del canario y le puso el balón en la zona adecuada. Moleiro quebró a Militao y Tchouaméni y batió a Courtois con un disparo cruzado.
Los canarios fluían a través de Kirian, una bocanada de oxígeno cada vez que tocaba el balón. Apoyado por Javi Muñoz y el trabajo estajanovista de Sandro. La vista siempre la tenía hacia delente, incluso después de cobrar ventaja en el marcador, y en el horizonte avistaban el camino para hacer daño a un Madrid espeso en la circulación y sin creatividad arriba.
El atasco y la desactivación blanca era apreciable. Tanto que Ancelotti tuvo que intervenir y volver sobre sus pasos. Revirtió su once inicial y volvió al equipo que ganó al Valladolid. La cara de su equipo mejoró. Les agitó y empujaron a Las Palmas contra Cillessen. El embudo acabó provocando el penalti por mano de Álex Súarez que transformó Vinicius. Empate.
El guion del partido parecía enfocar sus líneas hacia un final teñido de blanco, pero Las Palmas no sufrió el aluvión ofensivo. Son un equipo que confianza en su plan y buscaron la victoria. De hecho, anotaron el gol del triunfo, pero Mata andaba adelantado a la defensa blanca. Endrick remató fuera su ocasión más clara y a un Real Madrid, desesperado, se le escapan dos puntos.