Madrid

Aquel 10 de mayo de 2017, un madridista, Isco, aprovechó una frivolité de Benzema para cerrar el Calderón en competición europea (vuelta de semifinales de la Champions) con un gol en el área pequeña (2-1). Este martes 27 de septiembre, otro jugador merengue –aunque éste sea jugador del Chelsea–, Morata, anotó el primer tanto visitante en la historia del Wanda Metropolitano. En el minuto 59, recibió una pelota de Hazard y la cabeceó para poner el empate en el marcador. Posteriormente, en el maldito minuto 93, Batshuayi dio la victoria a los blues (1-2). ¿Resultado? El Atlético cae a la tercera plaza con tan solo un punto, el conseguido en el Olímpico de Roma. Los italianos se colocan segundos y los ingleses lideran el grupo con seis. 



La concatenación de acontecimientos desafortunados es evidente y dolorosa. De nuevo, en otra casa, en el Metropolitano, la parroquia rojiblanca reprodujo, después de la derrota contra el Chelsea, el desdichado minuto 93 de Lisboa, aquel córner colocado por Modric y ese cabezazo de Ramos. Uno de los peores momentos del Atlético, pero también uno de los mejores. No hay que olvidar que los colchoneros, que llevaban desde 1974 sin estar en una final de Champions, regresaron a lo más alto. Es decir, sí, aquello fue una patada en los testículos, pero también uno de los partidos inaugurales de la mejor época de la historia del club (con Liga incluida).



Por eso, por la existencia de aquel minuto, alguno pensó: “¡No puede ser!”. Pero fue y puede tener consecuencias. El Atlético necesita ahora ganar los dos partidos contra el Qarabag y después jugársela contra Chelsea y Roma en las dos últimas jornadas. Es decir, lo más lógico, tal y como ha comenzado el grupo, es que los colchoneros se jueguen el pase a octavos de final en el último partido, en el Wanda, y ante el conjunto italiano. Quizás ese sea el motivo por el que Simeone, en rueda de prensa, no quiso hacer hincapié en esa circunstancia: “No me detengo en ello (en pensar en el gol del minuto 93). El empate era bueno para nosotros, pero ellos lograron tener paciencia para marcar en la última jugada”, sentenció.

Batshuayi celebra su gol en el minuto 93 en la Champions League. Reuters



Más allá de lo ocurrido en el descuento, fue un madridista el que abanderó la remontada. Morata marcó el gol del empate y, después, estuvo a punto de hacer el segundo en una jugada individual que no logró culminar. Tras eso, dejó su puesto a Batshuayi, autor del tanto de la victoria. Pero, antes de eso, dejó constancia, sobre el suelo de capital, de las virtudes que acumula y lo mucho que puede aportar para cualquier equipo.



“Es un jugador extraordinario”, reconoció Simeone. Y añadió: “Por eso juega en la Selección, por eso ha jugado en el Madrid, por eso estuvo en la Juventus y por eso está ahora en el Chelsea. Es un futbolista importante que hace a sus equipos más poderosos”, concluyó el argentino. ¡Y con razón! Morata, hoy por hoy, domina todos los registros: va bien por alto, juega de espaldas, tiene gol, potencia y es resolutivo. ¿Se puede pedir más? La verdad, no parece. 



En realidad, el ariete madrileño lo tiene todo, incluidos siete goles en ocho partidos (con un hat-trick ante el Stoke City), lo que le permite a su equipo liderar su grupo en la Champions League y situarlo a tres puntos de la primera plaza de la Premier League que ocupa el United de Mourinho. Contra el City, segundo y también a tres de diferencia, jugará el Chelsea este fin de semana antes del parón de selecciones.



El Atlético, en la Champions League, tras esta derrota, necesita ganarlo todo para clasificarse para los octavos de final (con visita a Stamford Bridge incluida) y en Liga, más de lo mismo. Visita Leganés este fin de semana y después, tras el parón de selecciones, recibirá al Barcelona. Es decir, tiene tiempo para reaccionar y debe hacerlo, sobre todo, en Europa. No le queda otra. 

Morata celebra su gol con Azpilicueta. Reuters

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