El aficionado juventino es posible que no se lo crea. Su equipo, a los 9 minutos, iba ganando 2-0, pero al final se dejó empatar. ¿Los motivos? De primeras, la mala lectura de Allegri, que pidió a los suyos defender con el marcador a favor; y de segundas, por las dos ocasiones erradas por Higuaín –que aumenta su gafe, con fallo incluido desde los 11 metros– y por la decadencia cada vez más evidente de Buffon. A grandes rasgos, así se puede explicar un partido –perdón, un partidazo–, en el que hubo de todo: goles, ocasiones, juego y dos estrategias bien diferenciadas. Un encuentro que estuvo, en varias ocasiones, en manos italianas, pero acabó dominado por los hombres de Pochettino. Cosas que pasan. No es cómo se empieza, sino cómo se acaba [narración y estadísticas: 2-2].
No quiso el cartel deshonrar a los contendientes. Se preveía un partidazo, y empezó como tal. Eso sí, con diferencias. La Juventus, ya fuera por el ambiente o por su jerarquía, saltó al campo como un Miura en Sanfermines. Pidió la pelota, la acunó, le dio un poco de mimo y se adelantó en el marcador. Pjanic se la puso a Higuaín y éste la enganchó para mandarla entre las mallas. Embistió el argentino nada más empezar e hizo lo propio poco tiempo después, en el minuto 9, anotando el segundo desde el punto de penalti. La noche, a priori, parecía teñida de blanquinegro. Pero no fue así.
El Tottenham reaccionó. Quiso quitarse de encima ese mal fario que acompañaba en los últimos años a los equipos ingleses. Le quitó la pelota a la Juventus –o, mejor dicho, aprovechó que el conjunto italiano no la quería– para tocar cerca del área italiana. Y golpeó. Buffon le paró las dos primeras a Harry Kane, pero a la tercera intentona fue dentro. El delantero británico dejó al cancerbero en el suelo y la metió dentro de la portería. Pero ahí no acabó todo. Porque Higuaín tuvo en sus botas el 3-1 hasta en dos ocasiones. La primera se marchó cerca del palo después de una contra llevada a la perfección por Pjianic, y la segunda la falló desde los 11 metros después de que Aurier tirara al suelo a Douglas Costa.
Y, como dice el tópico: quien falla lo acaba pagando. Y así fue. Da igual que Bernardeschi enganchara un disparo que estuvo a punto de convertirse en gol, o que Mandzukic mandara un cabezazo a las manos de Lloris. El Tottenham, a base de toque, acabó empatando el encuentro. Eriksen, en una falta al borde del área, metió la pelota por debajo de la barrera y Buffon, que ya hace tiempo que no está en sus mejores días, dejó pasar el balón hasta las redes.
Capituló el partido con ese resultado y, a pesar del empate, con la sensación de derrota de los juventinos y de triunfo de los ingleses. El Tottenham, que se vio fuera, se metió en la eliminatoria y jugará la vuelta en su casa con un buen resultado: le vale cualquier empate hasta el 2-2 en Wembley y eso es mucho decir. Y los italianos, de pronto, se ven fuera. Muy fuera. Esos fallos, esos errores en el planteamiento, esos malos cambios (como el de Khedira por Betancur) acabaron jugando en su contra. Tendrán que ir a Londres a ganar. Y eso no es cualquier cosa. Good luck.
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