Final de la primera mitad. Pep Guardiola salta al campo, va a por sus jugadores y les indica el camino hacia el vestuario. Pero sus pupilos se quejan y él, también. Se da la vuelta y le reprocha al árbitro, con gestos, algunas de las jugadas polémicas de la primera mitad contra el Manchester City. En concreto, el gol anulado a Sané, que se encontraba en fuera de juego cuando metió el que hubiera sido el segundo gol de su equipo. Antes, en el minuto dos, Gabriel Jesús había anotado el primer tanto del partido y había hecho creer al Etihad Stadium.
Mateu Lahoz, el colegiado español encargado de pitar el partido, lo expulsó por esos gestos y esos reproches. En el Manchester City se quejaron también de dos posibles penaltis: uno por empujón y otro por mano dentro del área. El colegiado, sin embargo, no lo vio así. Consideró que esas acciones no eran dignas de penalti. Por todo eso, los jugadores fueron a por él antes del descanso y le recriminaron su forma de arbitrar.
Además de eso, también se le recriminó la facilidad que tuvo para enseñar tarjetas amarillas (en el minuto 33 ya había sacado cinco), algunas de ellas bastante rigurosas, por agarrar en el centro del campo o patadas que en otros partidos no habrían sido sancionadas. Sea como fuere, Pep Guardiola tuvo que irse a la grada para presenciar la segunda mitad del partido contra el Liverpool.
Allí, junto a Manel Estiarte, su ayudante en el Manchester City, vio cómo su equipo caía estrepitosamente contra el Liverpool (1-2). Salah y Firmino le dieron el pase al conjunto de Jürgen Klopp y el técnico español, por quinto año consecutivo, no ha conseguido llegar a la final de la Champions League, su asignatura pendiente desde que salió del Barcelona.