Onésimo Sánchez: “Entrenando en el Barcelona con Cruyff, el fútbol parecía otro deporte”
Entrevista al entrenador del Toledo, que recibe al Villarreal en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Rememora su paso por el Barça pre Dream Team.
30 noviembre, 2016 01:07Noticias relacionadas
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Onésimo Sánchez se regateaba a sí mismo en cualquier rinconcito del sector derecho, cerca del área. Los aficionados se levantaban de su asiento, o se ponían de puntillas, para ver en qué terminaba el nuevo barullo inventado por este equilibrista de la pelota. Le disfrutaron en el Real Valladolid, en el Cádiz C.F., en el Sevilla C.F. y en el Rayo Vallecano, pero la gran experiencia de su vida fue el año que pasó en un F.C. Barcelona en el que se estaba cociendo algo grande. Era 1989 y un mago holandés experimentaba desde hacía un año con una nueva vuelta de tuerca. EL ESPAÑOL ha charlado con él en el estadio toledano del Salto del Caballo, en esta semana repleta de Copa del Rey en la que el Toledo recibe al Villarreal.
Hagamos memoria. ¿Cómo acaba Onésimo en aquel F.C. Barcelona en el que Cruyff estaba ya puliendo el futuro Dream Team? ¿Qué recuerda de su fichaje?
En esa época me lo preguntaba hasta yo. Ya llevaba dos o tres años en Primera División, tenía veinte. Había jugado tanto en el Valladolid como en el Cádiz, donde estuve cedido un año, también en Primera. Justo ese año, en Cádiz, nos enfrentamos al Barça y yo ya sabía que les gustaba tanto a Johan [Cruyff] como a Charly [Rexach]. En juveniles también me había enfrentado al Barça, con un muy buen equipo juvenil que tenía el Valladolid.
Gustarle a Cruyff son palabras mayores.
Sí. Era un genio. Nos marcó a todos los que hemos pasado por allí. Innovó en el fútbol. Era de especialistas, y me veía a mí como el siete, que diría él. Pegado a la banda derecha, con el balón controlado. Yo era habilidoso, tenía mucho desborde, regateaba bien, era descarado, y a él eso le gustaba. Ahí se fraguó un poco todo. Volví al Valladolid, porque estaba cedido, y los clubes se pusieron en contacto. Cruyff en aquel momento quería un sustituto para Valverde, que era el siete titular. Y lo vio en mí.
El salto debió ser vertiginoso. ¿Cómo fue el primer día en el vestuario?
Yo ya había jugado en la selección sub-21 con algún compañero que estaba por allí. Estaba Eusebio, que es como mi padre. Con él llegué el primer día. Conocía a Unzué de la selección también. Iba en unas condiciones difíciles, porque era para el primer equipo pero podría jugar con el filial también si se daban las condiciones. De hecho, jugué algunos partidos con el Barça B, en el que ya estaban el Chapi Ferrer o Carles Busquets.
¿Ya sabía que le podían enviar al filial?
Sí, se firmó con esa opción. Pero yo era un jugador descarado y confiaba mucho en mis condiciones. Tenía un carácter muy echado para adelante y, en ese sentido, para nada me asustaba la situación. Al revés, yo creo que me motivaba. Me gustan las emociones fuertes. La presión. Saber manejarla es parte del encanto de este juego.
¿Y cuál fue la primera escena marcante como jugador del F.C. Barcelona?
Lo primero que recuerdo es que nos fuimos a hacer pretemporada a Holanda, con aquellos paseos en bici y todo eso. Nos dieron un sobre. Un sobre espectacular. Lo que en otro equipo era un sueldo, allí eran las dietas. Ahí me dije: “Esto funciona; he hecho bien en venir”. A partir de ahí, otro nivel, con prensa diaria. Juegas la misma liga pero de otra manera totalmente distinta.
“O LO RESUELVES O TE QUITO A LOS VEINTICINCO MINUTOS”
¿La relación jugador-entrenador con Cruyff cómo era?
Con Johan era todo diferente. No tenía nada que ver con los entrenadores que yo había tenido. Entrenando con Cruyff, el fútbol parecía otro deporte. Todo a base de talento, a base de juego. Conectamos bien porque le gustaban los jugadores descarados, y yo a veces me pasaba de descarado, y ahí tenía que cortar él, que para eso era el entrenador. Teníamos una muy buena relación, la hemos seguido teniendo hasta el final, hablábamos de fútbol. Tuvimos buena relación incluso hasta cuando nos fue mal, o cuando yo consideraba que no estaba siendo justo conmigo. Pero todo a la cara y todo bien. Me marcó mucho como futbolista y ahora como técnico.
Era la época del final de la Quinta del Buitre, la era pre-Dream Team. El Barça le ganó al Real Madrid la Copa del Rey 1989/90, y jugaron la Recopa. ¿Recuerda alguna indicación especial de Cruyff?
En la Recopa jugué uno de mis mejores partidos, contra el Anderlecht. Y ahí Johan tuvo una de las buenas suyas. Yo no estaba ni convocado. Y me llamaron el día antes, cuando estaba entrenando con el B. Tuve que ir a la concentración. Habíamos perdido 2-0 en Bélgica, y en el Camp Nou, en el descanso, con 0-0, me llama y me dice: “Vas a salir. Sales por Valverde. Les voy a decir que todos los balones a ti. O lo resuelves o te quito a los veinticinco minutos y saco a Alesanco de delantero centro”.
¿Eso le dijo Cruyff? ¿Literal?
Esas fueron las indicaciones de Johan. No subí ni al vestuario. Calenté y entré directamente a jugar la segunda parte. Recuerdo que íbamos a sacar de centro y le dije a Eusebio: “¿Es verdad que os ha dicho esto en el descanso?”. Y me dijo: “Sí, sí, que todos los balones a ti”. Y yo le dije: “Pues ya sabes, empieza. El primero ya. Cuanto antes”. Hice un partido espectacular, aunque no tuvimos la suerte de pasar de ronda. Les igualamos el 2-0 pero luego caímos en la prórroga. Uno de mis mejores momentos como barcelonista. Estaba Laudrup, estaba Koeman, y me las daban todas a mí. Me he reído mucho con Johan después con este día, con esa confianza que me daba.
SAN SIRO Y UN MILÁN INVENCIBLE
Se ha reído mucho siempre. Los más jóvenes del lugar no conocerán lo de San Siro, cuando regresó a Valladolid.
Sí, bueno, el vacile de los vestuarios. Yo siempre he aceptado muy bien las bromas porque he hecho muchas. Me gusta el buen rollo, el buen ambiente. Algún compañero me venía y me decía cualquier cosa y yo le respondía: “¿Pero qué me estás contando? Que yo he jugado en San Siro, que para ti es una marca de galletas, contra el Milan, que para ti es una goma de borrar”. Luego de desmitificó el tema porque, con el tiempo, en San Siro han jugado muchos. Ya no hago el chiste porque ya no es lo que era. Yo estuve cuando jugaban Baresi, Maldini, Van Basten, toda esa gente.
Toda esa gente invencible.
El mejor Milan. Era la Supercopa de Europa. Jugué en los dos partidos, un ratito como siempre, no me fueran a dar mucho tiempo y lo resolviera. Empatamos a uno en el Nou Camp y perdimos 1-0 en San Siro. Era un Milan espectacular. También con Costacurta, Rijkaard, Massaro. Fíjate qué equipo. En la primera parte en San Siro no pasamos de medio campo.
Y a usted, por su banda, le cubría Maldini, claro.
Tú le llamas Maldini, yo le llamo Paolo. Tengo confianza.
Lo imaginaba. ¿Y cómo fueron aquellos ratos?
Es de mi edad, también del 68, y le veías a él y me veías a mí y yo decía: “Ojo conmigo, que no lo parezco pero también soy futbolista. Ojo conmigo, Paolo”.
¿Le hizo usted alguna de las suyas?
Alguna de ellas, sí. Algún caño en el Nou Camp.
¡Un caño a Maldini!
No tengo pinta, pero yo con la pelotita…
LA REALIDAD DE LA COPA DEL REY CON EL TOLEDO
Dejando aparcado el pasado de su entrenador como futbolista, el Toledo recibe este miércoles en el Salto del Caballo, con el Alcázar al fondo, al Villarreal, en una de las eliminatorias más atractivas de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey 2016/17. Al míster le gusta este campeonato, no lo esconde, y lo transmite.
Pisando ya el presente, la Copa del Rey. El torneo del KO, con el reto que tienen aquí por delante, que es para lo que está aquí, ¿es más un estorbo o un escaparate?
Una ilusión. Un estorbo, nunca. Es un torneo que me encanta. No entiendo a los que dicen que es un estorbo. Nosotros en el Toledo tenemos una plantillita corta, y ahora tenemos tres jugadores muy importantes lesionados, y hay que tirar del filial. Y la mejor forma de entrenar es jugar al fútbol. Para nosotros es una motivación, y uno de los objetivos que nos marcamos de inicio. Ahora estamos frente al Villarreal, un auténtico equipazo, ya sabemos adónde estamos. Vamos a competir, a no regalar nada, y a disfrutarlo, porque la ciudad y los chicos se lo merecen.
¿Y qué me cuenta de esto tan extraño de permanecer tanto tiempo en el mismo equipo en un fútbol de tantas prisas y tantas urgencias?
Cuando llegué el objetivo no era ascender. No había potencial para ello, el equipo había estado a punto de desaparecer. El trabajo era estabilizar un club con muchos problemas. No éramos un club, ni lo somos ahora, con mucho poder. Cuando quieres ascender tienes que saber que debes ser un club poderoso. No puede ser que vayas a fichar y veinte o treinta equipos te quiten jugadores. No es lógico. Firmé dos años y la primera temporada salió espectacular. Los actuales propietarios nos están ayudando mucho. Ahora ha llegado la renovación un año más, a todo el cuerpo técnico. Y eso es inusual en el fútbol. Un añito más, y en los tiempos que corren. Que te dejen trabajar, que el día a día te lo respeten a muerte y que vengan contigo donde sea, es muchas veces lo más importante.