El Madrid goleó en León (1-7) y el Sevilla hizo lo mismo en Formentera (1-5). También el Atlético se quitó su compromiso copero ante el Guijuelo con extrema facilidad (0-6) y el Villarreal, que ganó en Toledo (0-3). Todos los grandes del fútbol español solventaron sin problemas el partido de ida de los dieciseisavos de Copa ante el equipo de Segunda B o Tercera. Todos, menos el Barça. Los de Luis Enrique no fueron capaces de pasar del empate en Alicante y dejan otra paupérrima imagen. [Narración y estadísticas: Hércules 1-1 Barcelona].
Ya había pinchado el Barça hace un año en la misma ronda, con el empate ante el Villanovense. Después resolvió en el Camp Nou, como seguramente hará este año, pero entonces se entendió que era un accidente fruto de la intensidad del partido. Esta vez no. Los azulgrana, de verde pistacho en el José Rico Pérez, hicieron un partido verdaderamente malo, de esos que quieres quitarte de encima lo antes posible. Su actitud casi les lleva al mayor susto en años, maquillado con un 1-1 que refleja la actual situación del Barça: sin los titulares, es un equipo más limitado de lo que pueda parecer. Sus jugadores de segunda fila no dan la talla y demuestran la dependencia de los Piqué, Iniesta, Busquets, Jordi Alba, Messi, Suárez, Neymar...
Decir que el Barça sufrió en el José Rico Pérez sería exagerado, pero el Hércules se fue acercando al área culé de forma sigilosa, con jugadas aisladas. En vez de irse de golpe con todo o de ir de arreón en arreón, prefirió alternar los esfuerzos. Las ocasiones alicantinas llegaban por turnos, sin un orden establecido. Y así fue a poco creando las dudas en una defensa culé que sacó a pasear todas sus vergüenzas. Tendrán que agradecer que el nivel de los delanteros era de 2ªB y, por consiguiente, fallaron lo que un ariete de 1ª no hubiera errado. Contribuía mucho el pasotismo que adoptó todo el Barcelona, como si el partido no fuera con ellos. El Hércules llegaba al área de Cillessen con mucha facilidad, pero después fallaban de todas las formas. Pero el refranero español es sabio y, ya saben, tanto va el cántaro a la fuente que...
Porque en los primeros minutos de la segunda mitad (la primera fue soporífera, sin nada que contar), y después de que Gaspar avisara otra vez con un disparo de falta, el Hércules se adelantó con un gol de David Mainz que fue la mejor representación de las lagunas de los suplentes del Barcelona. Álvaro Salinas centró desde la banda y el balón fue pasando por el área ante la pasividad de los jugadores del Barça. Primero se apartó el canterano Borja López, como si le diera miedo, y después Digne llegó tardísimo. El lateral francés estaba tres metros por detrás de Mainz, perdió la marca y provocó que en el segundo palo el delantero del Hércules entrara solo y rematara con el pecho. El delirio en el Rico Pérez.
El Barça se electrocutó y solo pudo poner el enchufe otro canterano, Carles Aleñà, un chaval de 18 años que se tuvo que vestir de salvador en su debut oficial con el primer equipo. Cogió un balón en la frontal del área y desde ahí disparó. Gol y empate. Era como si tuviera ya galones en el equipo y hubiera entendido que lo que estaba haciendo el equipo era el ridículo a cámara lenta. Después Luis Enrique le cambió, entrando en su lugar otro 'chavalín', Marc Cardona, que fue más tarde el que llevó más peligro y el que más quiso que su equipo se fuera con una victoria. No pudo. Acabó en empate.
De este partido, muchos deben quedar tocados, pero Luis Enrique tiene que hacerse mirar ya el papel de sus suplentes. Ninguno da la talla, ninguno aporta nada diferente y ninguno es capaz de sacar adelante al equipo en situaciones adversas. Ya lo demostraron en algunos partidos de Liga, con las bajas de los titulares, y este miércoles dejaron claro que no tienen nivel, por ahora, para el Barcelona. Entre todos habría que destacar a Paco Alcácer, que se paseó por el Rico Peréz y aportó lo mismo que cualquier aficionado que se sentó en la grada del estadio. Es decir, nada. Los 30 millones que pagó el Barça por él han podido ser el mejor negocio, y eso que hace muchos, el Valencia en años. Alcácer es la viva imagen de un Barça sin alma y sin ganas. Remontará en el Camp Nou, pero en Alicante ya quedó demostrado la poca fiabilidad del actual campeón.