A Loida Zabala (Losar de la Vera, Cáceres, 1987) tuvieron que practicarle una operación en la espalda este mismo mes: “Me puse malísima”, cuenta, “tenía la espalda inflamada y una fiebre altísima”. Ella siguió entrenando, no obstante, “con arcadas y todo. Era mi sueño y ya había hecho la la planificación, tenía que entrenar sí o sí. Ahora he logrado llegar a la Copa de Europa en buenas condiciones. Me tienen que volver a operar, pero lo voy a dejar para el lunes próximo”, cuenta con gracia a EL ESPAÑOL desde Alhaurín de la Torre (Málaga), donde el viernes comienza la Copa de Europa de Powerlifting.
Esta extremeña es la única halterófila discapacitada que competirá contra deportistas sin minusvalías (entre ellas, algunas de las mejores ‘powerlifters’ del continente) en el Polideportivo El Limonero este fin de semana. El ‘powerlifting’, levantamiento de potencia en español, es un deporte de fuerza que consta de tres eventos: sentadilla, ‘press’ de banca y peso muerto. Íntimamente relacionado con la halterofilia (un deporte más técnico y donde tiene suma importancia la velocidad), está reconocido por el Comité Olímpico Internacional sólo como deporte paralímpico.
Zabala tiene extraordinariamente claro su objetivo este fin de semana: el oro. Quiere demostrar que “la discapacidad no existe”. “En la discapacidad hay mucho más nivel, y quiero reivindicarlo”, afirma; “todos podemos competir con el mismo reglamento y en las mismas circunstancias. Y no sólo eso, sino ganar medalla”.
La deportista, quinta clasificada en los Juegos Paralímpicos de Río, explica que hay muchas diferencias entre el ‘powerlifting’ y la halterofilia paralímpica, disciplina que cultiva desde hace una década. En esta última “la banca es ancha, estamos tumbadas, podemos atarnos con una o dos correas, para asegurar que cualquier tipo de discapacitado tenga la misma estabilidad. Hay muchas diferencias entre los discapacitados”.
Este fin de semana se enfrentará a alteraciones significativas: “En el ‘powerlifting’ la banca es mucho más pequeña. No nos podemos atar. Los pies deben estar obligatoriamente estar en el suelo y no se pueden levantar los talones (esto es lo que más me ha costado esta semana...). La estabilidad cambia muchísimo, hay menos equilibrio”.
El vacío del dopaje
Además del tesón propio, hay una razón escondida detrás de la hazaña de Zabala: “La gente desaparece”, afirma. “Hace un año y medio empezaron en serio con las pruebas antidoping y se ha retirado mucha gente. Hay más hueco que antes para competir”.
El ‘powerlifting’ y la halterofilia están entre los deportes más afectados por las trampas químicas, como demuestra el hecho asombroso de que la española Lidia Valentín vaya a recibir muchos años después la medalla de oro de los Juegos de Londres 2012 por descalificación de las tres primeras clasificadas, castigadas por dopaje descubierto posteriormente. Como dijo Emilio Estarlich, el presidente de la Federación Española de Halterofilia, en una entrevista con EL ESPAÑOL durante los Juegos de Río, “la suciedad en nuestro deporte dura ya muchos años...”.
Ídolo en Cáceres
El primer deporte de Loida fue el kárate, “de pequeñita”, pero cuando tenía 11 años empezó a dejar de mover las piernas: sufría una inflamación de la médula que le condujo a ser tratada en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Allí aprendió a convivir con la silla de ruedas, con la que se desplaza desde entonces. En 2012 se mudó a Oviedo para desarrollar su mayor pasión: la halterofilia y el levantamiento de peso. Desde entonces ha participado en tres Juegos Paralímpicos: Pekín 2008, donde se convirtió en la primera española que representaba a España en esa modalidad paralímpica y consiguió diploma olímpico; Londres 2012, donde se clasificó quinta; y Río de Janeiro. Además ha sido diez veces campeona de España, se ha proclamado campeona de Europa Júnior y ha obtenido un cuarto puesto en el Campeonato del Mundo de Dubai de 2014, por citar sus logros principales.
Semejante palmarés y capacidad de superación le han hecho muy popular en Extremadura. Residente de nuevo en su pueblo desde 2015, entrenó el primer año con Javier Tejero y actualmente se dedica en exclusiva al deporte bajo la tutela de su hermano Aarón, preparador físico. La comarca está volcada con ella: este verano se gestó un proyecto llamado ‘La Vera con Loida’, una red de empresas para ayudarla en su camino hacia los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, donde se quedaría finalmente a siete kilos de la medalla. “Toda La Vera está a los pies de Loida”, dijo durante su presentación la presidenta de la Mancomunidad Intermunicipal, Montserrat Fernández. Ella agradece el esfuerzo y redobla el suyo, por encima de la dependencia e incluso de la fiebre. Cuando no entrena, estudia para el examen de juez de halterofilia. “Quiero demostrar que la discapacidad no existe”.