En estos tiempos en los que está todo inventado, todos los equipos del mundo, excepto el Barcelona, pedirán desde ya un antídoto o una cara que trascienda los límites del fútbol para parar a Messi. Nadie puede con él. Messi es la calidad, la elegancia y el arte. Messi reune todas las características para poder decir que es el fútbol. Aglutina todo lo que uno puede juntar para ser un genio mundial. Esta vez fue acompañado por Suárez y Neymar, pero Messi fue más Messi que nunca. Otra falta suya decidió un partido y esta vez, una eliminatoria. El Barça en cuartos de Copa gracias al argentino. [Narración y estadísticas: Barcelona 3-1 Athletic]
Influido por una semana frenética, el Camp Nou comenzó rápidamente a irritarse. Con una falta de Beñat en el minuto 1 ya pidieron amarilla y poco más tarde se calentó más con otra falta a Messi. El cabreo arbitral en la afición era tal que hasta se olvidaron de cantar su tradicional 'independencia' en el minuto 17. Esta vez prefirieron criticar a un Gil Manzano al que le costó llevar el partido, pero al que no se le puede reprochar nada. Era tal la presión que tenía el colegiado extremeño que su única equivocación gorda se le puede perdonar y más con el resultado final. Anuló el linier un gol legal a Suárez al considerar que Neymar, que fue el que asistió al uruguayo, estaba adelantado. Y no era así.
Dejaba pasar los minutos el Barcelona, sabedor de que ese 0-0 le dejaba fuera pero que antes o después llegaría el gol. Midió muy bien los tiempos Luis Enrique, que prefirió no salir a por todas desde el principio sino ir madurando el partido. Fue la mejor elección porque el Athletic se fue quedando sin ideas y el Barça fue aumentando su papel de protagonista. Estaba el partido para la MSN y los tres, por fin, aparecieron en este 2017. Jugó bien Suárez, jugó bien Neymar y jugó bien Messi. Y, además, marcaron. El primero fue el uruguayo en una jugada de los tres tenores azulgrana. Balón de Messi en tres cuartos de campo, cedió a Neymar que desde la banda centró. Luis Suárez, con un movimiento casi acrobático, ponía el 1-0. Todo listo ya para una plácida remontada que recuperara anímicamente al club.
Valverde sacó a Aduriz tras el descanso, único jugador de gran peligro que tenía. No le quedaba otra al técnico extremeño, que rectificaba así su idea más conservadora del inicio. Pero el fútbol tiene cosas totalmente impredecibles y una de ellas fue que Eneko Bóveda hiciera un penalti más que tonto cuando solo se llevaban tres minutos de la segunda mitad. Es verdad que el lateral rojiblanco se resbaló, pero una vez en el suelo levantó la pierna para que Neymar no siguiera con el balón. El penalti era claro y, esta vez sí, se lo pitaban. El Camp Nou se calmó, el propio brasileño lo anotó y marcaba así tras más de dos meses de sequía. En ese momento estaba ya clasificado el Barcelona.
Pero el Athletic reaccionó y esa fue la sorpresa. Tres minutos después del gol de Neymar, Elustondo llegó hasta al área por su banda y sacó un gran centro al segundo palo, donde se encontraba Saborit. El catalán del Athletic se elevó al cielo de la ciudad en la que nació, dejando en evidencia a Sergi Roberto y cabeceó sin oposición. Era el 2-1 y ese gol condenaba el partido a la prórroga. Fueron esos, aunque no fueron muchos, los mejores minutos de un Athletic que despertó demasiado tarde y se dio cuenta que no era tan difícil salir del Camp Nou con el pase a cuartos. Aguantó el Barça ese miniarreón, aunque cerca estuvo de liarla en un momento de nerviosismo que tuvo su personificación en Busquets, que regaló un gol que se quedó en el casi.
A lo que no llega ni Valverde ni el Athletic, ni incluso Luis Enrique y el Barcelona es a Messi. A la calidad de Messi. Otra vez marcó de falta y en un momento decisivo. Ver para creer. Tener a un jugador de tantísima calidad debería ser casi prohibido. Porque Messi podrá estar bien o mal, correr más o menos, pero solo en dos segundos cambia partidos. Con un partido que amenazaba con prórroga, con dominio del Barça pero sin atosigar, apareció el mago. Esta vez la falta estaba más centrada, pero le dio igual. Había cedido anteriormente una a Neymar (que la falló) pero en ese instante él sabía que el barcelonismo le necesitaba. La coló entre la barrera y la metió para dentro. Otra obra de arte, la enésima y no la última. Y en el momento preciso. Eso es ser el mejor. Eso es ser decisivo.
Ante eso, no hay táctica posible con la que ganar al Barcelona. La única decisión del entrenador rival será a partir de ahora prohibir a sus jugadores que hagan falta en la frontal del área. Son tres goles de falta en los tres últimos partidos. Y todas ellas que dan puntos o clasificaciones. La de San Mamés sostuvo al Barça en la eliminatoria, la de Villarreal les dio un punto y la de este miércoles les da un pase a cuartos en Copa.
Queda pues demostrado que por encima de arbitrajes, si un equipo está bien, gana. El Barça ejemplificó eso porque a pesar de también tener algún error arbitral en su contra (el fuera de juego inexistente de Neymar en un gol anulado a Suárez), se sobrepuso, marcó Suárez, marcó Neymar y marcó Messi. Y la S y la N lo hicieron bien, pero la M volvió a ser decisiva. Porque el Barça sigue vivo en Copa por otra falta de Messi. Quizá es hora de plantearse si tal acción puede ser nombrada Patrimonio de la Humanidad.
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