Ni pudo con el Real Madrid, actual líder, ni con la Real Sociedad ni con el Atlético de Madrid y ahora tampoco al Villarreal. De los de arriba, solo ganó al Sevilla en el Pizjuán. Este es el Barcelona actual, incapaz de ser tan fiable en los partidos duros como antaño. Otra vez más se salvó por una genialidad de Messi, que volvió a marcar de falta directa, al igual que en San Mamés, esta vez al final del partido. Evitó pues otra debacle, aunque ese gol solo mitiga el dolor. El Barça se queda a cinco puntos del Madrid y con un partido más que los blancos. Le supera el Sevilla en Liga. Es tercero en enero. [Narración y estadísticas: Villarreal 1-1 Barcelona]
En el Estadio de la Cerámica (sí, así se llama ahora el viejo Madrigal), el Barça llegó a desquiciarse por sus propios errores, por atacar sin lograr crear peligro real. Tocaba, jugaba y se acercaba, pero tampoco tenía grandes ocasiones que pudieran darle la vuelta al partido. Se llegó a desquiciar más cuando Bruno Soriano se tiró por el suelo y desvió con la mano un disparo de Messi. Era el ecuador de la segunda parte, con el Barça perdiendo por 1-0. El penalti era claro y al barcelonismo se le aparecieron todos los fantasmas de Bilbao. Quizá en sus cabezas ya estaban las justificaciones para esconder otro vulgar partido, pero tuvieron que tirar a la basura el argumento ya que dos minutos después Mascherano hizo otra mano clamorosa. Empate de penaltis, ninguno pitado. Empate en ayudas arbitrales. Empate a todo.
Antes de todo eso, entró Sansone por la banda derecha y ahí desnudó a una defensa totalmente descolocada, con Mascherano corriendo como pollo sin cabeza, con Digne descolocado y con todos reculando tres pasos por detrás. El que tuvo que llegar a tapar a Sansone fue Neymar y eso lo indicó todo. Al jugador del Villarreal le salió todo bien, disparó no muy bien pero si cruzado, por lo que Ter Stegen no llegó. Acababa de empezar la segunda parte y el equipo castellonense se aprovechó de la desconexión del Barcelona. Otra vez el equipo culé llegó a medio gas, demostrando que la preparación del parón navideño ha sido un desastre. Neymar no dio una, falló todo lo fallable y todas las asistencias acabaron mal. Suárez es una caricatura del espectacular goleador que es. Tendrá que explicar o analizar Luis Enrique porque tiene así a sus jugadores. Algo contará que tuvieron el doble de vacaciones de sus compañeros y que apenas han llegado con entrenamientos para preparar dos duros partidos.
¿Y por qué esa mala planificación no afecta a Messi? Porque el argentino es el mejor. Es indudable que Leo tampoco está al 100%, que le falta ritmo, pero la calidad jamás la perderá. Su pie es más que una parte de un cuerpo, es algo divino. Tiene oro ahí. Y, claro, siempre va a crear peligro y siempre va a aparecer. Lo hizo en el último minuto. Volvió a gozar de una falta en la frontal del área y esta si que la metió de forma espectacular. Si en Bilbao le ayudó Iraizoz, aquí se ayudó solo él. El balón entró por la escuadra con un lanzamiento medido. Además de la calidad, la importancia del gol también radica en el momento en el que fue. Hay que tener mucha sangre fría, ser muy bueno, para ir con esa tranquilidad y hacer eso en un momento en el que el Barça perdía media Liga.
No jugó mal el Barcelona, pero si está muy lejos de un equipo que tiene que ganar el torneo. Tuvo ocasiones, Asenjo paró muchas, pero el Villarreal también creó peligro, sobre todo en la primera parte. Dos veces perdonó Jonathan dos Santos lo que pudieron ser el primer gol del equipo de Escribá en los primeros minutos. En la segunda parte dominó el Barcelona, pero se atascó con sus propios errores. Le falta mucho a este equipo que ha empezado el año con una derrota y un empate, que más que los propios resultados, reflejan un problema de concentración, además de físico. En Liga están a cinco puntos (y un partido más) y en Copa, al borde del KO. El Athletic juzgará el miércoles si en enero, el Barça ha perdido ya título y medio. A día de hoy solo sobrevive gracias a un Messi genial.