Parecía imposible, pero el momento ha llegado. Una final de Copa en la que se hablara de fútbol y no de política. Tras años de instrumentalización del partido, no ha habido esta semana ningún debate político que ocultara al partido de fútbol: ni polémica con las esteladas ni dudas sobre la pitada al himno.
Política habrá este sábado en la final de Copa (21:30 horas), es inevitable con un club tan politizado como el Barça, pero, y eso es ya un avance, durante los días previos sólo se habló del partido y no de banderas o referéndums. El fútbol, aunque parezca sorprendente, al fin ha conseguido un hueco en un partido de fútbol.
La Copa recupera este sábado uno de sus viejos intereses, el de ver a un equipo pequeño luchar por el título, algo que no se veía desde 2008, cuando el Getafe se plantó en la final ante el Valencia. La Copa rescata esa lucha de David contra Goliat y lo hace con un Deportivo Alavés que sueña con ganar el primer título de su historia y firmar así la mayor de las heroicidades: quitarle la Copa al todopoderoso Barcelona, agonizando en este final de temporada, y dejarle en blanco en el último año de Luis Enrique.
A priori, es la final más desigual de todas las que se jugaron este siglo, con un equipo muy favorito, el Rey de Copas, y otro que jamás estuvo en un partido como el de este sábado. El duelo de contrastes en el Calderón será obvio. Por un lado, un Barça 'aburrido' de jugar (siete de las últimas nueve finales) y ganar Copas, con 28 ya y buscando su tercer título consecutivo, algo que no se consigue nadie desde 1953. Por otro, un Alavés que disputa por primera vez la final de Copa y que jamás ha ganado un título grande. Historia contra ilusión, veteranos contra noveles y obligación frente a sueños.
Atrás quedan los años en los que lo que la Copa quedaba para los más humildes, con finales a las que llegaban Betis, Osasuna, Espanyol, Zaragoza, Celta, Mallorca, Recreativo de Huelva, Getafe... Ahora la competición del KO es también dominada por los equipos grandes, lo que ha convertido a la Copa en una especie de Liga a eliminatorias: son nueve años consecutivos en los que a la final llega alguno de los tres grandes de España, Real Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid.
El Alavés, a reinventar su historia
Contra todo eso ha roto este año el Deportivo Alavés, que jugará su primera final de Copa, segunda en todas las competiciones tras la inolvidable y dolorosa de 2001 de Copa de la UEFA ante el Liverpool. Llegó a la final, eso sí, tras una ruta bastante cómoda, eliminando a dos equipos de Primera (Deportivo y Celta) y a otros dos de Segunda (Nástic y Alcorcón).
Por Vitoria se ha recuperado aquella mística que hizo al conjunto vasco ser un ejemplo en el fútbol europeo: un equipo tan pequeño, con tan poco presupuesto, luchando por títulos. Hace más de 15 años se ganó el cariño de toda España y en 2017, como mínimo, tendrá el apoyo de la mitad del país. La Copa de este sábado es la primera oportunidad que tendrá 'El Glorioso' de ganar algo en España y es por ello que la ciudad se ha engalanado toda la semana para soñar con su primera 'borrachera'.
La final de Copa es el premio a un año idílico, noveno en Liga y con 55 puntos (segunda mejor puntuación de su historia), y también a una etapa que comenzó en 2011, cuando Josean Querejeta, dueño del Baskonia de baloncesto, se hizo cargo del club y cerró las heridas abiertas en el pasado, especialmente creadas por el excéntrico y poco querido Dimitry Piterman. Cogió al equipo en 2ªB, cerca de su desaparición, y tras normalizar la situación económica, consiguieron el ascenso, se asentaron en 2ª y subieron a 1ª hace ahora un año, haciendo sinergia con el equipo de baloncesto.
Ha conseguido el Alavés el éxito con un equipo muy joven, lleno de jugadores que darán guerra en los próximos años, muchos de ellos cedidos, y con los pilares claramente definidos: Pacheco en portería, Theo Hernández en el lateral, Marcos Llorente y Camarasa en el centro del campo y Deyverson como '9' son imprescindibles. Quizá puedan entrar Edgar Méndez o el capitán Manu García, pero, salvo sorpresas, repetirá el equipo que ganó en el Camp Nou (1-2) en la jornada 3 de Liga, partido que se ha recordado esta última semana pero que poco tendrá que ver con el de este sábado, a partido único y con la presión de una final.
El Alavés ha encumbrado este año a jugadores que, a partir del 30 de junio, valen diez veces más de lo que valían hace un año. Especial relevancia tienen los casos de Llorente y Theo, el próximo año en el Real Madrid, que han tenido en Mendizorroza un escaparate mundial para exportar su talento. A los mandos de todo ha estado Pellegrino, un técnico que no cuajó en Valencia, pero que en Vitoria ha acabado siendo un entrenador en alza, figura fundamental también de un Alavés que roza la heroica.
El final de una era
En el último partido de Luis Enrique, el Barcelona se juega mitigar una mala temporada y suavizar el desastre de un año en el que sólo se mantuvo en pie en Copa, jugada principalmente en enero y febrero. El Barça llegó aquí con polémica, tras una movida semifinal ante el Atlético, y ahora tiene la obligación de ganar la final, que sería sencillamente cumplir con la lógica, pero en caso de perderla alargaría el cataclismo y dejaría al proyecto definitivamente hundido.
Este último partido del año ha ido cada vez adquiriendo menos trascendencia en Barcelona, donde saben que la final no tiene tanta relevancia como otros años, que el rival es inferior y donde los focos están más puestos en los despachos, con la inminente llegada de Ernesto Valverde, que en el césped del Vicente Calderón. La temporada no se salva ni con una victoria este sábado y sólo sabría mejor si la Juventus gana al Real Madrid en la final de Champions.
No jugarán Sergi Roberto ni Luis Suárez, expulsados en el partido de vuelta de semifinales, y que dijeron adiós a la temporada el pasado domingo. Suárez incluso acabó lesionado, por lo que ni tendrá que jugar los partidos con su selección. Esto obligará a Luis Enrique a recomponer su último once azulgrana, con las novedades de Cillessen en portería y Paco Alcácer en ataque y la duda de la defensa, con Mascherano cayendo a la derecha. Busquets, Iniesta y Rakitic en el centro del campo, salvo que al técnico asturiano le atraiga la idea de despedirse con uno de sus protegidos, André Gomes, en el campo.
Acabara así el Barça un mal año, en el que se quedó cerca en puntos (lejos en sensaciones) de ganar la Liga y fuera de toda opción en Champions, muy por detrás de los grandes equipos europeos. El barcelonismo ha tenido este año que conformarse con momentos muy puntuales, como la remontada al PSG o la victoria en el Clásico, más que con títulos. Fue el año de las fotos y no de las copas.
En un partido en el que existe el riesgo de enfrentamientos entre ambas aficiones como ocurriera en el partido de Liga en Vitoria, ambos equipos tendrán sus fan zone en la capital de España para amenizar las horas previas al encuentro: la del Barcelona estará en el Antiguo Matadero de Madrid y la del Alavés, en el parque de la Cuña Verde, en La Latina.
El otro atractivo será el cierre del Vicente Calderón. Éste sí será su último partido oficial y sólo quedará ya la clausura emotiva en el partido del 'Compromiso por la Paz' que se disputa el domingo. La historia dirá que el último equipo que salió victorioso de la ribera del Manzanares fue o el Barça en su lecho de muerte, entendido como el Barça campeón de la última década, o el Alavés en su día más feliz en sus 96 años de historia.
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