"Cuando ganemos un partido vamos a cambiar". Así respondía Zinedine Zidane al problema actual del Real Madrid. Para el entrenador francés todo cambiará cuando su equipo se reencuentre con la victoria. Así cogerá confianza, volverá a creer y cambiará la tendencia. Así de sencillo.
De puertas para afuera, Zidane no ha dado ningún síntoma de mejora o corrección. En privado, en cambio, sí hizo una charla para corregir errores y aumentar el optimismo, pero aquella reunión no solo no dio resultados sino que tras ella, tenga o no relación, las cosas fueron a peor con un empate ante el Numancia y una derrota ante el Villarreal.
Autocrítica, por el momento, hay poca en el entrenador del Real Madrid, que argumenta que el problema radica en que "el balón no quiere entrar" y que una victoria en un partido cambiará todo lo que hay en la actualidad. Tras dos empates y una derrota, Zidane se aferra a ganar un partido para cambiar la tendencia. ¿Tendrá razón? El tiempo lo dirá.
"Vamos a cambiar las cosas ganando bien un partido", explicó Zizou tras la derrota ante el Villarreal. Ese encuentro es, por obligación, el de este jueves en Leganés (21:30 horas), donde el Real Madrid juega más que unos cuartos de Copa del Rey. Juega para acabar con una larga crisis de resultados y sensaciones que, según Zidane, acaba en el momento en el que se gane un encuentro.
El francés ha dirigido al Real Madrid en 120 partidos y varios de ellos han sido muy importante: dos finales de Champions, algunos de Liga, otras dos finales de Supercopa de Europa y Mundial de Clubes... Ha ganado 85 encuentros, pero, según él, nunca ha sido tan necesaria y buscada la victoria como la de este jueves en Butarque.
Y no por esa teoría de que el siguiente partido siempre es el más importante, sino porque Zidane ya lo ha catalogado a la próxima victoria como la clave para cambiar la dinámica. Ganar en Leganés no sería un triunfo cualquiera. Sería el que al fin cambiaría la tendencia.
Imposible es esconder la triste imagen que el Real Madrid ha ido dejando en este inicio de año, que se une a un primer tramo de temporada todavía peor que ha dejado la situación en la peor de todas las imaginables. No hay fichajes, no hay alternativas, no hay cambio de discurso... Zidane ha blindado a su plantilla, la ha dado más poder que a cualquier otra y está dispuesto a morir futbolísticamente con ella. Al fin y al cabo es prácticamente la misma que le llevó al mayor de los éxitos deportivos.
Ante la imposibilidad de ganar la Liga, la Copa debería mitigar este mes de enero tan traumático, pero por lo mostrado hasta ahora a los blancos tampoco le interesa esta competición. Quizá cambien la actitud ya en cuartos, ronda en la que la final se ve muy cerca y en la que ya tiene un rival de Primera, que siempre engancha más. Si se repite ante el Leganés el pasotismo mostrado ante Fuenlabrada y Numancia, especialmente en los partidos de vuelta, el riesgo de eliminación es más serio.
Y caer en Copa, por mucho que sea el tercer trofeo en importancia y un título que no alimentaría a ningún madridista si la Champions no da alegrías, sería otro paso más en el declive de un equipo que está a tiempo de reaccionar, pero debe ser ya. Zidane apela a una victoria para cambiar de rumbo. "Ojalá sea el jueves... o el domingo", dijo el francés. O ante el Leganés o ante el Deportivo. O al siguiente. "Cuando ganemos un partido vamos a cambiar", se excusó.
Para cambiar de racha, el Madrid buscará ganar en Butarque con el equipo B que tan poco ha demostrado en esta Copa aunque con algunos de los titulares. Se espera a Carvajal, Casemiro y Nacho y con ellos a la hornada española: Vallejo, Ceballos, Lucas, Asensio, Borja Mayoral... Más le vale al Madrid no confiarse, porque la amenaza del Leganés es real. Equipo asentado en Primera, juega muy bien al fútbol y en el momento más brillante de su historia. Nunca había estado en unos cuartos de Copa.
Aunque las circunstancias son muy diferentes y los partidos pertenecen a distintas competiciones, fue en Butarque uno de los lugares en los que el Real Madrid demostró el año pasado la razón por la que fue un equipo tan fiable, todo lo contrario a este curso. En Leganés, en el tramo decisivo de la Liga, sacó a los suplentes y ganó de forma cómoda desde el inicio. Porque el Real Madrid salió desde el minuto 1 a ganar.
De eso, este año, nada. Ni el equipo sale enchufado al empezar los partidos ni los suplentes dan la sensación de ser fiables. Así se entiende a este Madrid renqueante que en Leganés tiene la opción de dejar la grave crisis en la que está. Si gana, finalizó el martirio. Eso dice Zidane.
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