El cielo plomizo, las cabezas gachas y la incomprensión. “Más jodidos que nosotros no está nadie, trabajamos como el que más, pero cuando llegan los partidos, pues no sé qué pasa”. El árbitro pita el final contra el Villarreal (0-1) y Nacho, en la entrevista con la televisión oficial, no sabe qué decir. El Madrid, posiblemente, había hecho una buena primera parte, pero se cayó. A dos minutos del final, Fornals mandó al conjunto blanco al abismo. La crisis, que amagaba durante estas primeras semanas de 2018 con menguar, ha optado por todo lo contrario: ha entrado por la puerta grande en el Bernabéu con las zapatillas de estar en casa, el pijama y el mando de la televisión. Se ha instalado, ha puesto los pies sobre la mesa y se ha acomodado. “Nada es imposible”, decía el anuncio. Pero, a día de hoy, lo parece.

El Madrid acumula estadísticas negativas y malas sensaciones en una montaña rusa que de un tiempo a esta parte elude las subidas. Zidane iguala en Liga la mayor distancia del Real Madrid con respecto al Barcelona en toda su historia. El conjunto blanco ya estuvo a 16 puntos del conjunto azulgrana en la temporada 2012/13, la última de Mourinho en el Bernabéu, pero podría acabar a 19 la jornada si los de Valverde se hacen con la victoria este domingo frente a la Real Sociedad (20:45 horas). Una auténtica barbaridad. De hecho, los merengues, ni ganándolo todo de aquí a final de temporada, alcanzarían los puntos con los que fueron campeones el curso pasado –según datos de Mr. Chip–.



La crisis, por tanto, es real. El Madrid, sin gol, ha encadenado dos partidos consecutivos sin marcar en el Bernabéu: contra el Barcelona (0-3) y ante el Villarreal (0-1), algo que no ocurría desde hace 11 años (4 y 17 de febrero de 2007). “El balón no quiere entrar. No tengo explicaciones. Lo intentamos de todas formas. La racha la vamos a cambiar, no sé si el jueves o el domingo, pero hay que seguir pensando que el fútbol es así”, reconoció Zidane en la rueda de prensa posterior al partido.

Cristiano Ronaldo se lamenta tras la derrota ante el Villarreal. Reuters



Lo cierto es que esa mala racha, de prolongarse, atenta con acabar con la temporada de los blancos en febrero. Sin opciones en Liga, el Madrid se encuentra a un punto de abandonar los puestos de Copa de Europa (los blancos, cuartos, tienen 32 puntos, y el Villarreal suma 31). Y, esta misma semana, afronta la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey contra el Leganés en su peor momento de la temporada (jueves, 21:30 horas), y después tendrá que enfrentarse en octavos de la Champions League al PSG. En estas dos eliminatorias se jugará Zidane la temporada y, posiblemente, su puesto. Sí, así es. Hasta el banquillo está en cuestión. 

“Falta de actitud no es”, sentenciaba Nacho. Y Carvajal, en declaraciones posteriores, ratificaba su versión: “Físicamente pienso que estamos bien. Entramos fuerte, bien y el equipo está fresco. Es difícil desde dentro saber qué pasa. Es complicado, es la misma plantilla del año pasado”. De ahí la incredulidad del aficionado y la incomprensión de los jugadores.



Pero, llegado a este punto, con la crisis bullendo en el volcán del ecuador de la temporada, la solución tampoco es sencilla. Zidane, en más de una ocasión, ha pedido paciencia. No quiere fichajes y confía en los jugadores que tiene en la plantilla. Al fin y al cabo, es prácticamente la misma que culminó el mejor año de la historia del Real Madrid. Pero, claro, las dudas están ahí. Sobre todo, porque los datos lo avalan. Por primera vez, por ejemplo, el máximo goleador blanco en la Liga no sobrepasa los cuatro goles concluidas las primeras 18 jornadas.



Y ese es uno de los muchos problemas que el Madrid exhibe durante esta temporada. Ni Benzema ni Cristiano Ronaldo están al mismo nivel que el curso pasado, y Bale, decisivo contra el Celta, tampoco fue capaz de superar a Asenjo. Pero no son los únicos. Marcelo tampoco rinde al mismo nivel, el centro del campo no carbura como en años pretéritos y hasta la portería –santa en otro tiempo– muestra fragilidad. En definitiva, la crisis es real; la solución, no lo es. Le toca encontrarla a Zidane. A ser posible, antes de coger el autobús para ir a Leganés.

Noticias relacionadas