Nunca habían participado en una Eurocopa. Solo habían participado en un gran torneo internacional, el Mundial de 1958. Pero antes no tenían a un jugador ya legendario en Gales, sin duda el mejor de su historia. En 1989 nació Gareth Bale y 27 años después el país británico tiene los resultados. La siempre débil selección de Gales ha conseguido situarse entre las mejores de Europa. Y lo hace abanderados, y casi monopolizados, por un solo jugador. [Narración y estadísticas: Rusia 0-3 Gales]
Gales se clasificó para la Eurocopa por méritos propios, no por la ampliación de cuotas (ocho más, de 16 a 24) en esta edición. Quedó segunda en un grupo liderado por Bélgica, dejándose llevar al final una vez que tenía certificado su pase. Y pasa a octavos en Francia no precisamente por la carambola de tercero: lo hace como líder de un grupo en el que era gran favorita Inglaterra. Ganando dos partidos y solo perdiendo uno, en el que además cayó en el último minuto.
En pocos equipos de fútbol se puede ver tan clara la influencia de un jugador como pasa en Gales con Bale. Gales es Bale porque éste lo hace todo. Corre, dispara, defiende, pasa... son Bale y diez más. De esos diez, todos juegan en Gran Bretaña y algunos no llegan ni a la Primera División de sus Ligas. Gales es una selección que sin Bale no solo no estaría en octavos, sino que ni se hubiera clasificado. Su influencia es mayúscula.
A pesar de que solo marcó uno de los tres goles, Bale queda como indiscutible héroe, también ante Rusia. Porque hizo todo para ser considerado así. Y lo hizo desde el inicio. En los primeros diez minutos tuvo dos ocasiones, una de ellas en una carrera que acabó con disparo desde media distancia que obligó a intervenir al histórico Akinfeev, meta ruso.
Más tarde tendría otras dos ocasiones seguidas, primera en una jugada individual y después con un perfecto cabezazo que se fue por poco. Minutos antes ya había decantado la balanza Gales en la conexión entre los otros dos futbolistas 'famosos' del equipo británico. Joe Allen (del Liverpool) le brindó un balón a Aaron Ramsey (del Arsenal) y el delantero, luciendo su pelo rubio platino, definió con una bonita vaselina. Era el 0-1. Era el preludio de la goleada.
Porque Gales borró del mapa a una decepcionante Rusia, que se va con tan solo un punto, el logrado en el último minuto del primer partido ante Inglaterra. La selección rusa es una caricatura de la que hace menos de una década brilló en Europa, llegando a las semifinales en la edición de 2008. Y dan una pobre imagen a solo dos años del Mundial que ellos albergaran. Destacaron más sus ultras que sus jugadores. Un problema social y futbolístico.
El partido solo tenía dos cosas: carreras de Bale y ocasiones de Gales. Las apariciones de la estrella del Real Madrid eran tan continuas que parecía que el partido estaba hecho a su medida. Pero el gol se le negaba, aunque poco le preocupaba. Porque su compañero Taylor se aprovechó de otra jugada del 11 y llegó fácil al área rusa por banda para allí rematar a placer dos veces. En la primera se encontró a Akinfeev, en la segunda la metió dentro.
Bale, Bale y Bale. Y eso es Gales. Y Bale merecía premio. La victoria estaba cerrada y el pase, igual, pero el crack madridista merecía que su gran partido tuviera el premio del gol. Así fue. Ya en la segunda parte entró por banda, recibió una asistencia de Ramsey y se aprovechó de la pésima zaga rusa. Era el tercero y la fiesta total de un país, de solo tres millones de habitantes, donde el rugby era su gran deporte.
Gracias a Bale, el fútbol se hizo un hueco en Gales y lo hace de una manera brillante. Clasificación a octavos y como primero de grupo. Un éxito sin precedentes que mucho tiene que ver con una figura que será ya historia del país británico. Gareth, con la ayuda de diez muchachos, a los que lógicamente no hay que quitar méritos, han obrado el milagro. En octavos se verá a este equipo. El fútbol lo celebra.