“Las estrellas de Gales no tienen estómago para luchar. Si alguien me dice que ésta ha sido la peor actuación en la historia de la selección estaré de acuerdo con él”. Era octubre de 2007, el siempre incendiario John Benjamin Toshack mostraba de manera evidente el enfado con sus jugadores. Gales se fue al descanso ganando con un gol de Collins a centro lateral de Bale, pero en el segundo tiempo los chipriotas les barrieron. Un 3-1 que sepultaba allí en el suelo de Nicosia sus opciones matemáticas de repesca para la Eurocopa 2008. Siete años después Gales volvía a Nicosia, en septiembre de 2015.
En un partido feo, de nivel pobre y mucha falta para cortar el juego apareció Gareth Bale con un cabezazo. El 0-1 a diez minutos del final encarriló el pase a la Eurocopa de 2016. Tras 58 años de fracasos y estrellas que no encontraron su camino con la selección como Mark Hughes o Ryan Giggs, el dragón volvía a una fase final de un gran torneo. En aquel banquillo de Nicosia donde un día se fragmentaron sueños siete años después aquella celebración del gol de Bale, aquel abrazo de todo un país aunque sólo viéramos una veintena de jugadores, certificaba el cambio esperado. El milagro galés tomaba cuerpo allí, en Nicosia, no en un estadio de 60.000 personas en Francia.
Decía Gareth Bale que pelean “por el dragón de su escudo” y le han hecho volar tan alto y seguro que ya está en semifinales. Pero esta Gales llena de orgullo, pasión y patriotismo tiene una difícil realidad basada en el desarraigo. Su éxito en la Eurocopa inyectará dinero en la federación y ganas en los aficionados, pero esta generación ha dejado claro que el camino no tiene parada en casa, son la única selección de la Eurocopa en la que ningún jugador ha participado en su liga local. Los dirigentes de la federación y la liga no tienen un plan para hacer crecer su fútbol, las ilusiones del dragón se basan en el vecino inglés. Mientras otros países como Islandia explican su éxito gracias a un plan de inversión en la formación de base para que emigren a otras ligas, el fútbol galés se salta ese paso, la formación llega bajo bandera inglesa y el interés generado beneficiará a clubes de ciudades galesas, pero que compiten en la divisiones del país vecino y cuando han llegado a Europa lo han hecho enarbolando la bandera blanca y roja.
El fútbol con la frontera difusa
Algo tan artificial como una frontera tiene autoridad para permitir excepciones. Cuando Inglaterra fue eliminada se propagó el vídeo de la celebración en el vestuario galés. De hecho ese grupo alocado por la derrota de los de Roy Hodgson se ha formado en su totalidad en canteras que compiten bajo bandera inglesa, más allá de eso, tiene nueve ingleses. La hazaña ante Bélgica con goles de un jugador nacido en Wolverhampton, otro de Southampton y un londinense sellaron la mayor victoria galesa que representan a ese dragón del escudo porque sus abuelos eran galeses. Básicamente que el vestuario de Gales celebre la derrota inglesa es irónico, esta generación de oro no notaría que en Gales desapareciese su liga profesional, si esos jugadores están en semifinales de la Eurocopa es gracias a ese fútbol inglés que cae antes que ellos.
Esa discontinuidad fronteriza deja un panorama anómalo: los mejores clubes galeses compiten en el fútbol inglés, incluso prefieren estar en categorías no profesionales inglesas antes que en la primera galesa. Y al revés, el máximo exponente del fútbol galés, The New Saints, juega en terreno galés porque prefiere ganar y jugar las rondas previas de la Champions a estar perdido en el organigrama inglés. Las semifinales de la Eurocopa son un logro espectacular pero el fútbol galés difícilmente podrá construir sobre esto si no es para enviar más talentos a competiciones inglesas. Ni su liga cuenta con apoyos para ser ambiciosa, ni su federación ha invertido en la formación. Puede que este éxito cambie eso pero no hay cimientos como punto de partida.
La cantera del fútbol galés
Hace apenas cuatro años el Swansea City con Michu en ataque conseguía la Capital One Cup y Gales se llenaba de orgullo. En la Europa League de la siguiente temporada ese Swansea competía con bandera inglesa. Su éxito no fue el de The New Saints, sino que sus actuaciones contaban para que la Premier de Chelsea, City, Liverpool, Tottenham o el Manchester United no perdiera una plaza europea. Los mayores equipos en territorio galés decidieron marcharse al fútbol inglés, empezar desde abajo y optar a la gloria que, de momento, algunos como Swansea City o Cardiff City ya lo han logrado participando en la Premier.
Si revisamos los 23 elegidos para hacer historia con Gales en esta Eurocopa no encontraremos ni uno que haya disputado un partido de la liga galesa, todos han formado parte del sistema inglés. Jugadores como Ben Davies, Joe Allen, Jazz Richards, Aaron Ramsey, James Collins o Neil Taylor sí que han dado sus primeros pasos en suelo galés, pero todos ellos en clubes que a efectos de la UEFA son ingleses. Algo en común para toda la plantilla: el primer contrato de todos ellos fue en canteras de equipos ingleses. De hecho, en la última temporada once han jugado en la Premier League, diez en el Championship, uno en la primera escocesa y Gareth Bale en España. El milagro galés tiene asteriscos que lo explican.
Milagros similares para planes distintos
Tras el primer año de Chris Coleman al mando en Gales la selección que ya lideraba Gareth Bale era la número 82 del ránking FIFFA. Ese 2012 fue un año difícil, cayendo casi 40 puestos en dicha clasificación, pero se empezaron a ver las pautas que marcaron el éxito actual: un Gareth Bale más líder y libre, más defensas y menos delanteros. Aprovechar los talentos que este combinado tenía a su disposición en la Premier y escudarles a base de trabajo. En aquel 2012 la selección de Islandia ocupaba el puesto 90 del ranking FIFA, pero comenzaba a ver los réditos de su plan para potenciar el fútbol la generación de Sigurdsson, Gunarsson, Sigthorsson y compañía, era la primera que se había beneficiado de sus campos cubiertos y sus subvenciones para formar a los entrenadores. Islandia y Gales saben que los jugadores deben salir, pero la manera de prepararlos es muy distinta.
En los años siguientes el crecimiento de resultados y de clasificación seguía un ritmo envidiable. Lo que hemos visto en 2016 con Gales e Islandia tiene muchas diferencias, de cultura, de población, de tradición y de pasado, pero mientras la Gales que ha desaprovechado carreras como las de Ryan Giggs apenas ha tocado su sistema, Islandia se ha adaptado y ha desarrollado una propuesta que ya ha dado éxitos.
No es una cuestión de ligas o profesionales en el país, sino de formación. Islandia ha querido que sus jóvenes tengan un plan de desarrollo estudiado mientras que Gales aspira a que el talento nazca y sea captado cuanto antes por equipos del fútbol inglés aÚn con los riesgos que conlleva del interés inglés: Giggs fue internacional sub 15 con Inglaterra y rechazó ser absoluto para jugar con Gales y Gareth Bale también fue tentado por los ‘three lions’ y la historia podría haber sido muy distinta. El milagro galés aumentará el interés y la expectación en un país que como reconoce Dafydd Pritchard, periodista de la BBC en Gales, “a nivel de participación fútbol y rugby están igualados”, pero que “el rugby siempre predomina en interés e información”. Todo el éxito galés será absorbido por los equipos Premier ya que su federación no ha realizado un plan de inversión en la formación ni remodelación de instalaciones. El éxito gestado en las canteras del fútbol inglés (eso incluye a Swansea, Cardiff y Wrexham) hará que la expectación crezca y fomente la importancia y seguimiento de estos equipos. Un éxito que salvo giro drástico caerá en saco roto en una región donde las fronteras no entienden de fútbol, todo es inglés.