La Copa Libertadores consiste en ir superando pantallas a ciegas. Superarlas como sea. Uno de los torneos con más solera del planeta fútbol se sabe cómo empieza pero no hay analista capaz de adivinar cómo puede terminar. Y más con el mercado de fichajes abierto justo antes de las semifinales. Las plantillas son volátiles, todo es pasajero, nada es real.
Boca Juniors es el único equipo que puede hoy en día acceder al récord de títulos en Copa Libertadores de Independiente de Avellaneda. Un récord de otros tiempos, teniendo en cuenta la gran sequía de los que en su día lideró Ricardo Bochini –su último título data de 1984–. Boca, además, ha conseguido llegar a más finales y atesora tres Copas Intercontinentales, una más que su competencia. Luchan, así pues, por el primer puesto entre los más grandes equipos de América Latina. Pero para ello deben facturar esta edición, y hay tres rivales que no han llegado a semifinales dando un paseo. Llegan con piedras en las botas, espigas clavadas en las medias, y con mucha sed.
Boca, tras ganar el campeonato largo argentino del año pasado, ha naufragado en el Torneo Transición de 2016 –Lanús se impuso en la final a San Lorenzo–, pero ha vivido en esta edición de Libertadores una primera fase bastante tranquila y discreta. Tan tranquila y discreta que comenzó sin un solo ruido en La Bombonera, en el cero a cero a puerta cerrada ante Racing –en eso acabó la sanción del gas pimienta de los octavos de final del año pasado ante River Plate–. En ese estadio con eco debutó en el banquillo local Guillermo Barros Schelotto, que sustituyó al Vasco Arruabarrena al frente del equipo.
Boca dejó atrás en el grupo 3 a Racing, Bolívar y Deportivo Cali, con tres victorias y tres empates, convirtiéndose en el sexto mejor equipo entre los primeros de los ocho grupos. En octavos de final se deshizo de Cerro Porteño, con Tévez y Lodeiro definiendo en Paraguay. En cuartos de final, sin embargo, se rozó el llanto, ya que tuvieron que recurrir a la tanda de penaltis en el partido de vuelta, en Buenos Aires, ante Nacional de Montevideo, con Agustín Orión como gran estrella bajo el larguero. Para ser sinceros, se lloró de verdad. Boca estaba fuera hasta que empezó a hincharse su guardameta.
La peor noticia para los argentinos, la inactividad durante los últimos meses. La buena nueva son las nuevas incorporaciones: Fernando Zuqui –una de las estrellas del sorprendente Godoy Cruz–, Darío Benedetto –procedente del América de México–, Óscar Benítez –traspasado por Lanús a Benfica, y cedido a Boca–, Walter Bou y Santiago Vergini. El Apache Tévez, siempre presente por arriba, y el Cata Díaz, siempre presente en la retaguardia, manejan el timón de esta potencia del fútbol porteño.
Independiente del Valle es el rival de Boca en esta semifinal. A las órdenes del uruguayo Pablo Repetto, es la gran sensación del torneo. Juan Román Riquelme cree que Boca nunca ha tenido tan fácil llegar a una final de Libertadores, pero lo cierto es que los ecuatorianos se lo han ganado a pulso. Accedieron con la tercera mejor puntuación acumulada del Campeonato Ecuatoriano 2015, y son uno de los dos supervivientes que procede de la fase previa, en la que batió a Guaraní –casualmente, la gran sensación de la edición pasada–. En el grupo 5 persiguieron a Atlético Mineiro y dejaron eliminados a un grande como Colo-Colo, además de a Melgar.
A partir de entonces comenzaron los milagros. Primero en octavos ante River Plate, que sucumbió 2-0 en Quito y no pudo remontar en el Monumental, por mucho que lo intentara. Después, en cuartos de final frente a Pumas, que llegaba en forma y con ganas, en una eliminatoria que también se decidió desde el punto fatídico en el Estadio Universitario de Ciudad de México. Junior Sornoza y el Tim Angulo son los que mueven la maquinaria goleadora del más humilde de los semifinalistas, y su portero, Librado Azcona, es su ángel de la guarda. Los 2.800 metros de altura de Quito también ponen de su parte. Allí se jugará el choque de ida, en la madrugada del jueves al viernes –hora española–.
En el campeonato ecuatoriano, Independiente del Valle ocupa la cuarta plaza, tras Barcelona de Guayaquil, Emelec y El Nacional, pero eso poco importa llegado este momento. El videojuego interminable de la Libertadores nunca es igual dos veces, se adapta a los dramas y siempre guarda sorpresas nuevas en cada pantalla. Si fueran capaces de acabar con Boca, por el otro lado se le vendrían encima otros dos equipos mayúsculos.
El São Paulo del Patón Bauza –campeón de la Libertadores con Liga de Quito en 2008 y con San Lorenzo en 2014– se agarró en 2015 a la última plaza que daba acceso a la Libertadores en el Campeonato Brasileño, y también procede de la fase previa, en la que sufrieron y mucho ante los peruanos de la Universidad César Vallejo. En el grupo 1, donde se toparon con el campeón, River Plate, empezaron perdiendo en casa ante The Strongest complicándose la existencia. Finalmente, reaccionaron a tiempo, batieron a River en Morumbi, golearon a los venezolanos de Trujillanos y aguantaron en la altura de La Paz. Acusaban al entrenador de no expresarse muy bien en portugués, tal vez por eso el que mejor le ha entendido ha sido Jonathan Calleri –ex de Boca–, máximo goleador de la competición hasta la fecha, junto a Marco Ruben –ya eliminado con Rosario Central–. En octavos acabaron con Toluca; y en cuartos de final con Atlético Mineiro, aguantando el chaparrón en Belo Horizonte y haciendo valer el valor doble de los goles en campo contrario.
Sao Paulo, en mitad de tabla
São Paulo deambula de momento por el medio de la tabla del Brasileirão, tras trece jornadas, con cinco victorias, tres empates y cinco derrotas. Son el séptimo mayor triunfador en Libertadores. Y si solo contamos desde los años noventa hacia aquí, estaría justo detrás de Boca Juniors –las tres ocasiones en las que levantó el trofeo fueron en 1992, 1993 y 2005–. Aunque estén esperanzados, no pueden ser demasiado optimistas: su rival es fuerte y no podrán contar para el partido de ida en casa ni con Paulo Henrique Ganso ni con Kelvin –madrugada del miércoles al jueves–.
Atlético Nacional, campeón colombiano en 2015, es el equipo que mejor ha jugado al fútbol en esta edición de Libertadores, sobre todo en la primera fase –que remataron con cinco victorias y un empate, y sin encajar un solo gol–. Luego en octavos y en cuartos tuvieron que sacar la caja de herramientas. Historia de la Libertadores son ya su 0-2 a Huracán y su 0-4 a Peñarol. En octavos de final coincidieron de nuevo con Huracán, que se lo puso más difícil que en el grupo. Y en cuartos de final llegó el momento de trabajar como nunca antes. Rosario Central les derrotó 1-0 en Argentina y se adelantó en el marcador en Medellín. En una remontada memorable, rematada en el minuto 95 por Orlando Berrío, se metió en semifinales. Berrío, que celebró el gol con furia ante el portero Sebastián Sosa, provocando una tangana gigante, se perderá precisamente el partido de ida en São Paulo. Los de Medellín han perdido a Jonathan Copete, que ya está jugando con el Santos, y a Víctor Ibarbo, que ha firmado por el Panathinaikos. Para paliar la fuga de cerebros, han alistado a Miguel Ángel Borja, el goleador de Cortuluá –22 goles con ellos este año– y al argentino Ezequiel Rescaldani –ex del Málaga, que viene de tener buenas actuaciones en Quilmes–.
En el Apertura 2016 colombiano, Atlético Nacional ha caído en semifinales ante Júnior –se llevó el título Independiente de Medellín–. Acaba de arrancar el Torneo Clausura 2016 pero en Medellín solo buscan reeditar el título de 1989. Reinaldo Rueda, su entrenador –mundialista en el banquillo de Honduras en Suráfrica 2010, y en el banquillo de Ecuador en Brasil 2014– luchará para suceder en ese honor a Pacho Maturana. Las armas claves serán las de siempre este año: Davinson Sánchez, Sebastián Pérez y Marlos Moreno, un trío efímero que tiene las horas contadas en Colombia. Volarán muy lejos.
Los cuatros equipos supervivientes han ido dejando atrás cada fase, retos robustos, utilizando hasta la última vida, y llegaron hasta aquí; hasta esas semanas vitales que, esta vez, surgen entre la Copa América y los Juegos Olímpicos, y en plena Eurocopa. Y qué más da. La Libertadores es así. Argentinos, ecuatorianos, brasileños y colombianos frente a frente, con Boca remando con toda su potencia para convertirse en el más grande de América Latina. Superar esta nueva ronda será cosa de héroes. La final es el monstruo de la última pantalla.