El ridículo del Rayo Oklahoma: viajes de 12 horas en autobús y un campo sin césped
La franja cruzó el charco en 2015 cuando Martín Presa, presidente del Rayo Vallecano, hizo oficial la compra de un club en Oklahoma. Ha pasado menos de un año y los dirigentes ya se quieren desprender de esta aventura que no ha contentado a nadie.
7 septiembre, 2016 01:00Noticias relacionadas
Un equipo que despide a su técnico cuando está a un punto del líder. Una directiva que obliga a bajarse el sueldo a sus empleados entre el 25 y el 40%. Unos gestores extranjeros que operan con visado de turista (no con permiso de trabajo). Un dueño que pide ahorrar en viajes e ir en autobús pese a que el rival más cercano está a doce horas por carretera. Así es el Rayo Oklahoma City, un club en el que Sean Jones, socio minoritario, ha retirado 40 de los 92 paneles de césped que conforman el campo del estadio por miedo a que el club vendiera esa superficie a sus espaldas -y aún no los ha devuelto a cinco días del próximo partido-. Ruina total en apenas nueve meses de aventura vallecana en Oklahoma.
El Rayo Vallecano, el equipo humilde de barrio, se lanzaba a perseguir el sueño americano en noviembre de 2015. Su presidente, Raúl Martín Presa, apostaba por apadrinar un equipo en Oklahoma entre las críticas de los aficionados vallecanos y las dudas de los inversores americanos. Menos de un año después, la aventura en Estados Unidos ya ha sido asumida como un error. Incluso Luis Yáñez, director general de los vallecanos, ha reconocido que están “estudiando fórmulas para replegar las velas”.
Fallos desde el primer día
La entidad madrileña se unió al grupo empresarial Sold Out Strategies para adquirir la propiedad del Oklahoma City en la NASL, la segunda división más importante en el ‘soccer’ norteamericano. El escepticismo inicial era lógico. El proyecto de Oklahoma estaba en constantes demoras por el mal momento económico del sector energético en la región (fuente principal de ingresos). Además, Raúl Martín Presa apelaba a la población hispana, pero en Oklahoma sólo supone un 10,1% según el censo de 2015.
Ariel Judas, periodista de JugadorFranquicia.com (web especializada en el fútbol en Norteamérica), ya lo veía venir en noviembre de 2015 calificándolo como una ‘apuesta arriesgada para todas las partes’: “La región está en un momento de retroceso en su actividad comercial principal y eso supone menos dólares que gastar en ocio, además Oklahoma no ha experimentado el auge del ‘soccer' como sí ha ocurrido en buena parte de Estados Unidos y Canadá”.
Para cuando llegó el Rayo, los aficionados al soccer en Oklahoma se habían cansado de esperar al proyecto y decidieron apoyar al Energy FC, equipo de la misma ciudad pero en USL (liga de menor importancia), que no sólo lleva tres años compitiendo sino que está mucho mejor ubicado: el Energy FC promedia 4.999 espectadores con su estadio situado a escasa media hora del centro; el Rayo OKC, 4.150 aficionados que se tienen que desplazar fuera de la ciudad. De hecho, en el primer mes de vida del Rayo OKC la media fue de 5.665 espectadores, mientras que en su partido más reciente en casa apenas acudieron 1.251 aficionados.
Para evidenciar la derrota del proyecto rayista, el Energy FC acaba de comprar un terreno para hacer un estadio propio y solicitar el ingreso en la MLS, la liga más importante del fútbol norteamericano y que sí cuenta con patrocinadores e ingresos destacables. El Rayo OKC ha perdido la batalla en su ciudad.
Una aventura de Martín Presa en solitario
“No tiene sentido que un club con un presupuesto tan ajustado realice una inversión tan arriesgada”, nos cuenta José David Palacio, periodista de la Cadena SER que ha cubierto la información de los vallecanos las últimas temporadas. Mientras en 2015 el Rayo Vallecano no llegaba a concretar los fichajes de Raúl Jiménez y Michu porque, en palabras del presidente, “no alcanzaba el presupuesto”, el club prefería apostar por Oklahoma.
Palacio ha vivido de cerca el sentir dentro de la entidad: “La inversión en la franquicia estadounidense fue de entre un millón y millón y medio. Desde el primer momento, la afición olía a cuerno quemado y varios miembros del consejo expresaron su descontento, pero como es un club presidencialista todo depende de Martín Presa, que es el accionista mayoritario. De hecho, miembros de la directiva no estaban de acuerdo con la inversión, incluidos hermanos suyos. No había dinero para Vallecas, pero él quería seguir invirtiendo más y más en Oklahoma”.
Un negocio con muchas dudas en el que parece difícil entender qué ve Martín Presa. José David Palacio lo tiene claro: “Esto es una idea de la Liga. Javier Tebas aconsejó a Presa y como éste le hace caso en todo decidió invertir. Seguramente, Tebas prometió más ingresos de patrocinio o hacerle partícipe de La Liga Challenge (torneo de pretemporada disputado por todo el mundo entre equipos de nuestro fútbol y conjuntos locales)”.
El descenso y la chapuza
El plan maestro del que se valía el club y el propio Presa era mantener la categoría en la liga española y seguir gastando al otro lado del charco. Martín Presa se escudaba afirmando que esa apuesta en Estados Unidos haría del Rayo Vallecano un club económicamente más poderoso. El balance ha sido un descalabro absoluto: el Rayo Vallecano descendió –quien sabe si por apurar en los fichajes para gastar en Estados Unidos-, los ingresos disminuyeron y el dinero disponible para Oklahoma desapareció.
Con las cuentas sin cuadrar, los dirigentes vallecanos fueron a Oklahoma a explicar que los trabajadores deberían rebajarse el sueldo entre un 25% y un 40%; que los desplazamientos serían en autobús –aunque el rival más cercano estuviera a doce horas según el medio Scissortail, que informa de la actualidad del club; y Martín Presa pregonaba que iban a llevar una “nueva visión” a la gestión del club.
Todo se ha traducido en una sucesión de chapuzas constantes. Sólo dos trabajadores aceptaron la reducción salarial; el entrenador, Alen Marcina, decidió dejar el proyecto por “diferencias irreconciliables”; el grupo Sold Out Strategies, que ayudó al Rayo con la operación de compra, se desvinculó, y los problemas con impagos afectan hasta a Sean Jones, socio minoritario, que ha decidido quitar parte del césped artificial para “defender sus intereses”, ya que él compró la superficie y, supuestamente, el club estaba intentando venderla a sus espaldas.
Un futuro incierto
¿Por qué la dirección de la NASL permite esto? En Norteamérica, la MLS ha comido todo el terreno a la NASL y la llegada del Rayo como primer inversor mayoritario extranjero parecía una buena noticia. La NASL se volcó, desechó propuestas viables para apostar por la del Rayo con el fin de atraer a más clubes de fuera.
Desde el inicio, se vio que era mala idea por el desconocimiento del mercado en las declaraciones y pésimas campañas de captación, casi sin esmero en invertir en márketing en el país donde más se potencia ese aspecto en relación con el deporte.
Ariel Judas describe así un panorama desolador: “Lo que los gestores del Rayo Vallecano proponen con el eufemismo ‘una nueva visión’ es un recorte en la inversión en plantilla y reducción de la parte administrativa”. El propio Ariel recalca que el enfado de los aficionados también existe en Oklahoma: “Los seguidores están pidiendo a la liga que actúe rápido y firme para quitar al Rayo Vallecano de la gestión del equipo”.
A día de hoy, el Rayo OKC se rige con un directivo que supuestamente quería vender el césped que un inversor del club había comprado y unos dueños que no saben cómo deshacerse de su club. Además de las visitas de gestores españoles que operan con visado de turista y con un nuevo entrenador, Gerard Nus, que no se atreve a garantizar a los medios la existencia del Rayo OKC en 2017.
Se desconoce qué será lo siguiente. Lo que sí se sabe es que apenas nueve meses después de hacer pública una apuesta llevada con sigilo y poca claridad, el historial de chapuzas del Rayo OKC sigue creciendo. Raúl Martín Presa llegó prometiendo “transmitir conocimientos y valores”. Esperemos que nadie se haya quedado con ellos.