Tras dos partidos usando el vídeo para ayudar al árbitro en el campo, la FIFA acumula más críticas que otra cosa. Su plan de implementar este sistema en el fútbol mundial ha comenzado con mal pie en el Mundial de Clubes que se disputa esta semana en Japón: de dos decisiones en las que ha intervenido el séptimo colegiado desde la cabina de repeticiones, ambas han sido incorrectas o, al menos algo caóticas.
En la primera, el penalti pitado a favor del Kashima Antlers ante el Atlético Nacional -en el que había fuera de juego-, el árbitro Viktor Kassai paró el partido tras ser alertado de la posible infracción y, tras acercarse a la banda para observar las imágenes, decidió cobrar la pena máxima contra el club colombiano. Hubo contacto en el área, pero el problema es que el jugador estaba en fuera de juego antes de ser zancadilleado por un rival.
Un error que empañó la primera decisión arbitral de la historia ayudada por el uso del vídeo. En la segunda ocasión, el colegiado concedió, luego anuló y, por último, dio por legal el 0-2 que Cristiano Ronaldo marcó en el descuento del encuentro de semifinales ante el América de México. Una confusión que no gustó a los aztecas, pero que tampoco convenció a los blancos, muy críticos con el caos generado por el nuevo sistema.
1. Un sistema que no garantiza la fiabilidad
A pesar de que la FIFA experimenta en el Mundial de Clubes con un sistema que pretende acabar con los posibles errores arbitrales, lo cierto es que las dos primeras ocasiones en las que se ha puesto en práctica han demostrado que no es cien por cien fiable. Bien porque los errores se siguen produciendo -caso del Atlético Nacional-, bien porque no es capaz de reducir a cero el margen de error del colegiado -caso del gol que fue y no fue y volvió a ser del Real Madrid-.
El centro de las críticas en este sentido es precisamente el árbitro asistente de vídeo (denominado VAR) del Atlético Nacional - Kashima Antlers, Danny Makkelie. Sin embargo, la FIFA quiso disculpar su actuación al declarar que había "aplicado correctamente" el protocolo al avisar del posible penalti al árbitro principal, Kassai. Es más, el máximo organismo del fútbol sigue sosteniendo que "el fuera de juego nunca se había producido porque el jugador no había estado nunca en disposición de disputarle el balón al rival".
"En el incidente que se ha producido esta noche, la comunicación entre el árbitro y el árbitro asistente de vídeo ha sido totalmente clara, la tecnología ha funcionado bien y, en última instancia, el árbitro ha tomado la decisión, como tiene que ser porque los VAR están aquí sólo para ayudar", indicaba a la conclusión de aquel encuentro el director de arbitraje de la FIFA, Massimo Busacca.
2. Un fútbol más lento y caótico
Pero que el fútbol no vaya a ser una ciencia exacta no es el único problema que ven tanto aficionados como jugadores en el uso del VAR. "Es [un sistema] nuevo, no me gusta, crea mucha confusión. El otro día tuvimos una reunión y no escuché mucho porque espero que esta regla no continúe. Para mí no es fútbol y no me gusta", declaraba Luka Modric tras el partido del Real Madrid ante el América de México.
Por su parte, Zidane fue más rotundo: "En la jugada [del gol de Cristiano] ha habido un poco de confusión. Las cosas tienen que ser más claras [...]. Si quieren mejorar es bueno para el fútbol, pero las cosas deben estar más claras para todos". Otros, como el propio Cristiano se mofaban del caos generado por el VAR. "La televisión no funciona, ¿eh?", decía el portugués.
Y es que el problema es que el fútbol se antoja más lento y caótico que nunca con el videoarbitraje. El juego se para más a menudo de lo normal y las jugadas polémicas parecen destinadas a copar más tiempo del necesario, cortando el ritmo de los jugadores en el campo. Y, por su puesto, más tiempo del que el espectador está dispuesto a otorgar. Una cosa es ineludible: el fútbol no es la NFL.
3. Más protagonismo arbitral, menos espectáculo
Este es el punto clave: la FIFA pretende implantar un sistema más parecido al que se utiliza en el fútbol americano -con constantes interrupciones para valorar jugadas que duran, a lo sumo diez segundos- que al que se utiliza en otros deportes como el baloncesto, para jugadas muy concretas.
En la NBA o la ACB, el vídeo se usa sólo para situaciones específicas como determinar si un lanzamiento a canasta se ha producido antes de que se acabe el tiempo. Son decisiones basadas en cuestiones fácticas u objetivas, que no tratan de sancionar e interpretar el carácter impredecible del juego.
Cuando arranca un partido de fútbol, el tiempo no se detiene hasta el minuto 45. No se contemplan interrupciones en el ritmo de juego más que las propias de los saques de banda, de puerta, las faltas y las sustituciones. Por eso, introducir un elemento que altere el espectáculo no gusta a casi nadie. Ni siquiera al flamante presidente de la UEFA, Alexander Ceferin.
4. Un sistema que no juzga todos los aspectos
Otro de los problemas es el que se refiere a las competencias del VAR y las jugadas sancionables. Según el protocolo del experimento puesto en marcha en Japón, los colegiados pueden confirmar o cambiar una decisión, confiando exclusivamente en la información que proporcione el VAR o revisando las secuencias de vídeo ellos mismos. Es decir, que ni siquiera el vídeo se presenta como un elemento decisivo de arbitraje, sino que actúa como un asesoramiento más para el colegiado principal, del mismo modo que el juez de línea.
La cuestión se complica si se profundiza en las jugadas en las que establece el protocolo que el VAR puede actuar: exclusivamente para sancionar fueras de juego en jugadas de gol o para determinar penaltis. Esto excluye, por ejemplo, situaciones en las que un jugador es expulsado, por ejemplo tras ver una tarjeta por tocar el balón con la mano, lo cual sería teóricamente verificable viendo la repetición.
Capítulo aparte merecen las agresiones o jugadas que, a priori, podrían pasar desapercibidas para el colegiado. A pesar de disponer de una tecnología que permite ver la repetición de una jugada de este tipo, la FIFA decidió no incluirla entre las competencias del sistema experimental.
5. ¿De qué hablaremos en el bar?
Si el panorama pinta así de complicado tras dos partidos y sendas decisiones arbitrales dudosas con el uso del VAR, ¿está el fútbol destinado a mutar para siempre? ¿Abre el videoarbitraje una brecha irremediable entre los amante del fútbol clásico y los que promueven su renovación? ¿De qué hablaremos los españoles en el bar a partir de ahora?
Con seguridad los errores arbitrales, y por extensión, la polémica, seguirán presentes en el fútbol si se implementa el uso del VAR en los encuentros. De hecho, lejos de acabar con ese aspecto imponderable que es la 'moviola', el fútbol del futuro que plantea la FIFA mantendrá vivo el debate entre pipas y cañas en el bar de la esquina. Eso sí, a partir de ahora, la discusión será sobre si el videoarbitraje mata al fútbol o no.