La toma de posesión de Donald Trump está siendo prácticamente una película de espías. Entre las filtraciones en campaña y las acusaciones de que los servicios de inteligencia de Rusia participaron activamente en su elección como Presidente de EEUU, su llegada a la Casa Blanca está siendo de las más turbulentas que se recuerdan.
Por eso, no ha pasado desapercibida la noticia de la desaparición del exagente del MI-6 -servicio de inteligencia británico- Christopher Steele, a quien se le atribuyen los informes en los que se relaciona a Donald Trump con con una campaña para ganar las elecciones orquestada desde los servicios secretos rusos.
Aunque Trump desmintió reiteradamente las informaciones y acusó a los medios de distribuir lo que él considera "noticias falsas", lo cierto es que la relación de Christopher Steele con Rusia aporta credibilidad a esta versión, especialmente después de que se haya sabido que el exagente del MI-6 recabó información sobre la FIFA y sobre otras sedes candidatas de cara a los Mundiales de 2018 y 2022, y en especial sobre Rusia.
La elección de la sede rusa para la cita de dentro de dos años, que se produjo en 2010 y sobre la que aún persisten sospechas de haber podido ser objeto de irregularidades, se saldó con la derrota de la candidatura inglesa en la primera votación: quedó última con sólo dos votos de los 22 que se repartían, lo cual la eliminó para la segunda y definitiva vuelta.
Tal y como apuntaban las evidencias que presentó el Sunday Times ante la Cámara de los Comunes en noviembre de 2014, Steele fue contratado por la delegación inglesa para "entender mejor contra qué se enfrentaban" en la licitación, que finalmente recayó en Rusia para la edición de 2018 y en Catar para la de 2022, precisamente las dos elecciones que se encuentran actualmente bajo investigación por parte de la FIFA.
No está clara la participación de Steele en las filtraciones sobre los excándalos de corrupción en el seno de la FIFA -y que terminaron con Michel Platini y Joseph Blatter fuera del organismo-, pero lo cierto es que su relación con Rusia -cuando la investigaba- sitúa los informes de Steele en un estatus de máxima prioridad para el FBI, a la que los remitió.