Sergio Ramos se crió en el Sevilla, pero abandonó el club muy joven, con 19 años. En 2005 se fue al Madrid y desde entonces visitó el Ramón Sánchez Pizjuán muchas veces. Su salida del club andaluz, algo fea por las formas, dividió a la afición sevillista. Por un lado, liderados por los 'Biris', los ultras más radicales, aquellos que odian y odian a Ramos. No le perdonan que se fuera al Madrid. Por otro lado, los que pueden o no compartir que el jugador se fuera, pero que entienden que fue una decisión deportiva totalmente compatible con su amor por el Sevilla.
Porque Sergio Ramos ha mostrado siempre su cariño por el equipo que le dio la oportunidad de ser lo que es hoy en día. Jamás dijo una mala palabra del club ni de la afición. Allá donde fue declaró que el Sevilla siempre está en su corazón, que es el equipo de su vida. Nunca dejó cerrada la puerta para volver a algún día al Pizjuán y siempre animó al Sevilla, salvo cuando jugaba contra el Madrid. Algo normal en un profesional, que además de madridista se puede sentir sevillista. Ante ese sentimiento, se encontró con críticas e insultos cada vez que visitaba el Ramón Sánchez Pizjuán. A diferencia de otros jugadores que se fueron del club igual que él, como puede ser el caso de Dani Alves, Ramos siempre era recibido mal en su ciudad. Él nunca quiso mojarse. Hasta este jueves, en el que después de once años, estalló.
El Madrid perdía por 3-1 en el partido de Copa y, en el tramo final del partido, Kranevitter cometió penalti sobre Casemiro. No estaba Cristiano para lanzarlo, por lo que Ramos vio la oportunidad que llevaba años esperando. Porque la forma de coger el balón, de lanzar el penalti y de celebrar el gol da pensar que lo que hacía Ramos era quitarse mucho peso de encima. No fue un calentón, tampoco una cosa de un día. Sergio esperaba que le llegara un momento en el que poder decir públicamente lo que pensaba sin abrir la boca, únicamente con gestos. Y le llegó la hora. Él mismo se eligió para lanzar el penalti y, por si fuera poco el ambiente en contra que tenía en ese fondo (la pena máxima se lanzó en el fondo norte), lo lanzó de panenka. Gol. Pero eso era lo de menos. Ramos ya tenía preparada la celebración.
Estaba todo tan estudiado que el capitán del Real Madrid quiso hacer una doble celebración para un solo gol. Primero se dirigió al fondo norte, donde se encuentran los 'Biris', los ultras del Sevilla que le llevan insultando diez años. Ya habían estado cantándole todo el partido eso de "hijo de p...", demostrando que pase lo que pase, el camero es non grato para ellos. Con la tensión al 100%, Ramos miró a la grada de forma desafiante y se señaló su nombre hasta tres veces. Rápidamente miró a los demás aficionados y a ellos sí les pidió perdón. El gesto fue claro. A toda el Pizjuán, se disculpaba por marcarles un gol, como todo jugador hace cuando vuelve a su casa. A los 'Biris' les mandaba el mensajito. Por si quedaba duda, cuando ya se iba para su campo, les volvió a decir que iba para ellos.
"Esta (por el Pizjuán) siempre va a ser mi casa, por mucho que algunos no lo entiendan", decía tras el partido Ramos, que aseguró que no se puede ir contento "cuando aquí se acuerdan de mi madre". "He visto recibimientos en Sevilla a Rakitic o Alves, que no han 'mamado' aquí, como si fueran dioses", añadió el camero, que dejó claro que en su día, Del Nido explicó su marcha de una manera equivocada", lo que provocó que mucha gente lo malinterpretara. "El día que me entierren será con una bandera del Sevilla y otra del Madrid”, añadió.
"Hace mucho tiempo que vengo a jugar aquí, nunca ha sido un recibimiento como hubiese querido, como han tenido otros jugadores. He pedido perdón a Gol sur, preferencia y fondo, que son los que no me han faltado el respeto, pero otro sector del sevillismo sí, que son los que manchan a esta afición", explicó Ramos.
La relación Sevilla-Ramos siempre ha sido difícil por la forma en la que se vendió la marcha del jugador al Real Madrid. La directiva entonces presidida por José María del Nido vendió que Ramos traicionaba al club y creó un ambiente siempre hostil ante el que era su jugador, tratándole como poco de pestero. El central andaluz, por aquél entonces lateral, se fue en los últimos minutos del último día del mercado de fichajes en el verano de 2005. Desde entonces siempre han sido insultos y faltas de respeto hacía el propio jugador, su hermano y representante y toda su familia. El fondo norte, con los 'Biris' al frente, llegó a sacar grandes pancartas en partidos en el Pizjuán.
A estos que le insultan es a los que se ha dirigido en su celebración. Ramos, tan temperamental como buen jugador, esta vez lo tenía todo calculado. Su 'reto' a aquellos que le insultan en su casa es la conclusión de años y años de recibimientos hostiles, totalmente diferente a los que hacen a otros exsevillistas que no crecieron allí. Sea buena o mala su actuación, no será la última vez que pise el Pizjuán. En tres días lo tendrá que hacer y no sería extraño que su recibimiento pueda asimilarse al de Figo en el Camp Nou. Lo que está claro es que Ramos explotó. Y lo hizo en su casa, contra aquellos que seguramente hace más de una década le veneraban.
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