El minuto 93 le dio una Copa de Europa al Madrid y una Supercopa de Europa. También una épica victoria ante el Deportivo que, aunque sea muy menor, dio aire al equipo y le mantuvo líder de la Liga. Cuando parecía que a este minuto ya talismán para el madridismo no le quedaba nada, resulta que todavía tenía valor. Podía otogar un récord. [Narración y estadísticas: Sevilla 3-3 Real Madrid]
Pero... ¿qué tiene este Madrid? ¿Cómo se le destruye? Lo del equipo de Zidane es increíble. Hasta en momentos en los que no la necesita, saca la épica. Y no se sabe muy bien como lo hace. Es inexplicable. Es indestructible. Tenía la eliminatoria totalmente sentenciada, pero sacó un empate de la nada. Un empate que hace mantener un récord que ahora sí fue celebrado en el banquillo del Madrid. Zidane saltó porque sabía que ese gol mantenía su aura. Un partido más que loco, intenso y hasta emocionante a pesar del 3-0 de la ida acabó como acaban casi todos los partidos del Madrid, con un gol en el descuento. Y este tanto en el 93' no da ningún título e incluso no dio el pase a cuartos de Copa. Eso ya estaba hecho muchos minutos antes. Pero lo que dio el precioso tanto de Benzema (a lo Messi, regateando a medio Sevilla) fue el récord. El Madrid ya es el equipo en toda la historia del fútbol español que acumula más partidos sin perder de forma consecutiva. Hasta el minuto 92 vale para salvar un dato ya histórico.
El encuentro del Pizjuán fue loco de principio a fin. Tuvo de todo, con un Sevilla creyendo que era posible el milagro de la remontada y un Madrid que apenas creyó que fuera a perder la eliminatoria y que acabó remontando un 3-1. El partido de vuelta tuvo todo lo que no tuvo el de ida: igualdad, emoción y fútbol brillante. Sampaoli se fue a por la eliminatoria y Zidane a pensar en el partido de este jueves pero también en el del domingo. Y, otra vez más, fue al francés al que le salió bien. Casi sin querer, mantuvo el récord que ahora no podrá esconder que le importaba, ya que cuando marcó Benzema en el último minuto saltó como si de una Champions se tratara.
Tuvo el Madrid dos momentos de tensión y nerviosismo, sin llegar al miedo. Primero cuando Danilo se marcó en propia con un cabezazo que bien lo firmaría Santillana en sus buenos tiempos. El brasileño fue de lo peor de un Madrid que dejó hacer al Sevilla lo que quiso. El conjunto andaluz le dio rápidamente un ritmo muy alto al partido, sabiendo que esa era la única manera de poder completar la gesta.
En el minuto 10 ya ganaba y se veía capacitado de protagonizar una épica remontada. Tuvo bastantes ocasiones para ello, pero se encontró con una buena actuación de Casilla. Al meta catalán se le pueden reprochar muchas cosas, como por ejemplo que todas sus paradas van acompañadas de despeje, dejando una posible segunda ocasión al rival, pero en el Pizjuán sacó casi todo lo que le llegó. Hizo bastantes paradas de buen mérito en un momento en el que Sevilla tiraba y tiraba, todas sin éxito. El Madrid tuvo momentos de control, en los que recuperó el balón cual bombero apagando el incendio que se la había montado, pero lo que no lograba extinguir eran las ocasiones del rival. Tuvo suerte el equipo de Zidane en que también los andaluces tuvieron bastantes fallos.
Golazo 'a lo Bale' de Asensio
Le vino mal al Sevilla un descanso que paró sus arreones y que dejó frío al equipo de Sampaoli. El Madrid respiró y se quitó toda la tensión. Y encima tuvo una genialidad individual de Asensio para sentenciar la eliminatoria en el minuto 48. La mejor explicación del gol de Marco Asensio es recordar el de Bale al Barcelona en la final de Copa del Rey en 2014. Esta vez la carrera fue más fácil, prácticamente no tuvo oposición y solo necesitó un regate nada más comenzar la jugada, pero correr con el balón tantos metros ya tiene mucho mérito. El gol nació de un córner del Sevilla, despejado con los puños por Kiko Casilla.
A Asensio le llegó el balón en la frontal del área y desde ahí se fue hasta la otra portería. Sin exagerar, pudo recorrer tres cuartos de campo. Se fue de un rival en el centro del campo y a partir de ahí solo fue correr hasta que llegó en el mano a mano con David Soria, al que superó con un remate raso que se metió entre las piernas del meta sevillista. El mallorquín, que se vistió de Gareth Bale, se fue a celebrarlo con el banquillo, demostrando otra vez unidad. Sabía que era importante. Ese gol sentenciaba la eliminatoria, ya que el Sevilla tenía que marcar otros cuatro.
Al Sevilla lo único que se le podrá reprochar es el mal partido de ida, clave al final en la eliminatoria. En el Bernabéu perdió toda opción de pasar porque hubiera sido un milagro ganar por tres goles de diferencia en el Pizjuán. Pero aún así creyó que la gesta era posible o, por lo menos, dio a entender que, como dice su himno, nunca se rinde. Y vaya que no se rindió. Sampaoli empezó a mover a su equipo, le llenó de jugadores de ataque que estaban en el banquillo (Jovetic, Nasri y Vitolo) y se quedó con dos defensas.Y le salió bien en el más corto plazo, pero mal a la larga.
Marcó Jovetic, que jugaba sus primeros minutos. El montenegrino remató de primeras y en el área un buen centro de Escudero. Era el 2-1. El Sevilla se aprovechaba de la normal desconexión del Madrid, que sabía que tenía una renta muy amplia. Solo reaccionó cuando el Sevilla marcó otra vez y le entró un poco de miedo. Porque los andaluces se llegaron a poner con 3-1 (a dos del milagro) gracias a un error de Kiko Casilla, al que se le escapó el balón cuando lo tenía en las manos en línea de gol. Iborra solo tuvo que empujar para poner el 3-1.
Tuvo entonces cinco minutos el partido del "y si". Y si el Sevilla marca otro gol. Y si el Madrid está pagando caro su desconexión. Pero al final, como casi siempre, acabó siendo del Madrid. Cuando menos se esperaba que el encuentro tuviera más locura, apareció Ramos. El capitán blanco (en Sevilla de morado), sevillista desde la cuna, se encontró con la oportunidad que llevaba años esperando. Kranevitter había hecho un penalti a Casemiro por un claro empujón y sin Cristiano, Ramos cogió el balón. Él, además de marcar, tenía ganas de soltar lo que llevaba dentro. Y no se encogió. Marcó de panenka y se dirigió al fondo norte del Pizjuán. Allí se sientan los ultras radicales del Sevilla, los 'Biris', que habían sido los que más le habían criticado todos estos años fuera de la capital de Andalucía. Ramos les señaló y les vino a decir que ese gol era para ellos. Rápidamente miró a los demás aficionados y les pidió perdón. El mensaje era claro.
Quedaba el milagro. Quedaba un gol de Benzema en el último minuto que era intrascendente en la eliminatoria pero que servía para mantener el récord. Y además el gol fue de bella factura, regateándose a todo aquél que venía. Propiciaba pues que el Madrid sigue invicto y esto si que fue relevante porque salió un vivo en el que mereció perder y en el que estaba derrotado todo el encuentro. Pero como tantas veces, el Madrid no perdió y la explicación solo se puede dar con el nombre del club. Real Madrid. El Madrid no tiene explicación lógica. Lo que sí se sabe es que son ya 40 partidos seguidos sin perder y que está en cuartos de Copa. Lo hace hasta con épica cuando ni la necesita.
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