“La gente de aquí nos ha dicho que si nos vamos nunca veremos el dinero que nos deben”, explica Gerard Nus. El técnico español lleva más de dos años compaginando su vinculación con el Rayo Vallecano con el cargo de segundo entrenador de Ghana. El pasado enero en la Copa África el camino de Ghana acabó en semifinales y la expedición regresó. La sorpresa fue que el dinero prometido por llegar hasta esa ronda no estaba disponible para todos: “Mi sueldo era en función de los objetivos, si perdíamos en fase de grupos me volvía de vacío. Todo por resultados, así que no me voy a ir sin mi dinero”. De hecho los jugadores sí que recibieron -“al menos parte”- el dinero y al parecer el ya ex seleccionador Avram Grant también, pero no así los ayudantes, entre los que está Gerard. De hecho, el propio Grant ya ha pedido al gobierno que pague a su ayudante lo acordado.
La desesperante rutina de Gerard
“Tirar la toalla no es algo que forme parte de mi carácter, no deseo esta situación a nadie porque es frustrante pero no me voy a rendir”, cuenta Gerard desde la habitación de un hotel que se ha convertido ya en su refugio. En las entrevistas siempre está el juego implícito de marcar el ritmo de la conversación, medir las distancias y fijar el tipo de relación que tendrá esa charla entre persona de interés y periodista. En este caso concreto, es difícil no caer del lado de Gerard y empatizar hasta el exceso. Su rutina se ha convertido en una visita diaria a la federación porque “es la única forma de presionar ya que normalmente no cogen el teléfono” aunque ya sabe la respuesta: “Te dicen que el dinero depende del Ministerio de Deporte y Juventud, que todavía no está disponible; pero desde el Ministerio nadie dice nada”.
El pasado viernes Gerard al menos fue recibido en la federación, no por el presidente, pero sí por un directivo que le repitió la respuesta esperada. Esta rutina sólo se rompe los fines de semana ya que la federación cierra y Gerard espera que pase el tiempo. Vuelta al lunes, vuelta a reclamar. Una historia que no mejora ya que se ha quedado solo: “Antes estaba también el preparador físico pero tuvo una emergencia familiar en Londres y tuvo que volver a casa”, narra el técnico desde la habitación del hotel, “sólo quiero que esto se acabe cuanto antes y volver a donde debo estar”.
Gerard Nus tiene contrato con el Rayo Vallecano, su experiencia por todo el mundo fue su gran valor para tomar las riendas del proyecto del club madrileño en Oklahoma. Allí recibió un club lleno de deudas, inestable y con jugadores renegando del proyecto y les llevó a semifinales. Desde la entidad de Vallecas asegura que recibe “comprensión y apoyo”. Pese a que la Copa África ya acabó, el técnico catalán sigue en contacto con los jugadores: “Hablo con muchos de ellos a menudo y lo peor de todo es que no les sorprende la situación, en África no hay garantías con el dinero y ellos ya vivieron algo parecido antes del último Mundial (donde casi no viajan al torneo al no tener garantizadas sus primas en función de los objetivos)”.
Él defiende el papel del combinado desde su llegada: “En 2015 fuimos subcampeones de África y este año hemos llegado a semifinales, claro que esperábamos más pero muchos grandes no han podido hacerlo tan bien como nosotros. Entiendo que el impago no tiene que ver con los resultados”.
El optimismo se va agotando
Nada nuevo en el fútbol africano, de hecho sorprende que la FIFA no haya hecho nada por asegurar la viabilidad de los pagos en dicho continente. Todo parece ir a cámara lenta, nadie actúa y los días pasan. Ni siquiera en la embajada española donde ya le recibieron –no la embajadora que estaba reunida- y no obtuvo “consejo ni ayuda”.
Pese a todo Gerard reconoce que no se cierra puertas a otra aventura en el fútbol africano: “Pienso que un entrenador tiene que estar preparado y abierto para cualquier propuesta. En mi caso no me cerraría a este tipo de oportunidades”. Con el paso de los minutos en la conversación Gerard comienza a ser más explícito y dejarse de tanta corrección. Justo llaman a su puerta, con la esperanza de que fuera alguien de la federación me quedo expectante deseando ser testigo indirecto del final de la odisea. Finalmente es el servicio de habitaciones, que deben ser los únicos que sí le ayudan en el día a día.
Después de esto, Gerard vuelve al teléfono y suelta la frase más sincera de toda la entrevista, quizás él también fue esperanzado a abrir la puerta: “Soy un tipo alegre, siempre intento ser optimista, pero esto… No estoy donde debo y no parece avanzar, pasan los días y las semanas y nadie aclara nada. No estoy buscando culpables, ni en la federación, ni en el Ministerio; sólo quiero mi dinero e irme de un país extraño. No voy a tirar la toalla, no puedo, no va conmigo”.
A la espera de que se acaben estos rutinarios días de llamadas sin responder y de directivos siempre reunidos, Gerard sigue en Ghana, con una entereza admirable y un sueño tan corriente y lógico como recibir lo que le deben. Ojalá esta historia tenga un final feliz que poder contar.