El cartel, el marco e incluso el estadio (que mostraba un lleno absoluto) sugerían un buen partido. Sin embargo, tras una primera parte de esas que, al menos, seducen a los menos exigentes, la segunda rozó lo soporífero. Un empate, dos goles (1-1), pocos aciertos, escasas ocasiones y un punto. Es decir, Alemania y Chile se jugarán el pase a la siguiente fase contra Camerún y Australia respectivamente en la última jornada. Eso sí, la selección de Joachim Löw, con el equipo B, con unos chavales, fue capaz de aguantar ante el campeón de la Copa América.
Decidió Alemania llevar a los chavales a la Copa Confederaciones, probar la máquina con piezas de futuro, con chicos de prosperidad y desparpajo. Y lo cierto es que la prueba no acusa las canas ni la experiencia. Quizás, por momentos, el equipo A no aplasta como el B, pero es competitivo, condición indispensable para cualquiera que se precie deportista. La única batalla perdida por esta nueva generación es la de la fiabilidad. Al menos, de momento (y comprensiblemente), como así lo puso en evidencia Alexis Sánchez nada más comenzar el partido. El chileno, aprovechando un fallo de Mustafi, que erró en el pase, inauguró el marcador en el minuto 6. Puso a los suyos por delante y, de repente, los de Juan Antonio Pizzi se hicieron con el control del partido.
Pero Alemania, con chavales o sin ellos, es Alemania, igual que el fútbol es fútbol. Hay cosas que no cambian aunque pasen los años. Y, antes de que llegara el descanso, empató el partido. Sin brillo, sin mucho toque, pero con esa fe que no pierde ni el más bisoño de los germanos. Así, Emre Can entró por la banda, vio a Stindl tirar el desmarque y se la puso en el punto de penalti para que hiciera el 1-1. Y listo. Con ese resultado, se aseguró seguir dependiendo de sí mismo.
Y el resultado no quiso dar una alegría al público. Para seguir con la tónica de esta Confederaciones, que posiblemente viva su última edición, la segunda parte no ofreció demasiado. Apenas un disparo de falta de Alexis Sánchez que se marchó cerca del palo, alguna intentona de Alemania y poco más. No hubo ni ocasiones ni acierto ni control. Parecía que ambas selecciones lo dejaron para la última jornada. Con una salvedad: este Chile, campeón de la Copa América, debería haber mostrado más ante el equipo B de la Mannschaft, que cumplió su objetivo. Si la prueba de convocar a la próxima generación para esta Copa le sale bien o mal a Joachim Löw, eso se verá a lo largo de la competición. De momento, los ‘retoños’ son solventes, y eso es suficiente.
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