El fútbol inglés se ha convertido en el puerto perfecto en el que que cada vez más grandes fortunas hacen su desembarco particular para, en muchas ocasiones, satisfacer un capricho. En la mayoría de casos, la llegada de estos potentes inversores no responde al deseo directo de crear un equipo competitivo que llegue a la élite, sino simplemente una nueva forma de diversificar negocios o de tener un pasatiempo.
La realidad sitúa a Inglaterra en el epicentro de estas nuevas inversiones que están cambiando la idiosincrasia del país que inventó el deporte rey y que ahora ve como otros reyes, los del dinero, intentan apoderarse de él. Por eso, en los últimos años, se ha visto reducido drásticamente el número de propietarios británicos de clubes en la Premier League y en otras divisiones.
Hace tan solo unas semanas, este tema volvía a ponerse de actualidad tras la mediática compra que había conseguido llevar a cabo el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí sobre un histórico como el Newcastle United. No obstante, la entidad de St James Park no ha sido la última ya que esta tendencia sigue al alza.
El nuevo West Ham
Uno de los equipos que se encuentra inmerso en uno de estos proyectos de compra y venta por parte de una gran fortuna es otro histórico como el West Ham United. Fundado en el año 1885, el West Ham lleva un tiempo con una cierta inestabilidad institucional a pesar de que los resultados en el ámbito deportivo no han sido del todo malos, consiguiendo mantenerse alejado de los puestos de descenso y en ocasiones coqueteando con los puestos europeos. A estas alturas de temporada se sitúa sexto.
Sin embargo, en el club se respira un ambiente extraño desde que sus actuales propietarios decidieran trasladar el equipo del antiguo Boleyn Ground al Olímpico de Londres. Se podría decir que ha sido una de las grandes gotas que ha colmado el vaso de la paciencia de una afición que no está especialmente contenta con la dirección.
Ahora, el club está a punto de adentrarse en un momento muy importante de su historia que va a suponer un cambio crucial tanto para la propia entidad como para la Premier League. Un multimillonario checo está decidido a iniciar la comprar del club, la cual tiene planeada que sea por partes.
Se trata de Daniel Kretinsky, quien tiene intención de comprar, de momento, el 27% del club. Este es su primer paso para llegar a hacerse con la propiedad completa, o al menos con una parte mayoritaria de la entidad londinense. El hecho de que se cierra la operación parece cuestión de días, ya que este empresario que tiene grandes inversiones en compañías británicas como Royal Mail o los supermercados Sainsbury está decidido a ejecutar su operación. No es su primera aventura en el mundo del fútbol, ya que también posee el Sparta de Praga en su país.
Lo salvaje de esta operación es que, teniendo en cuenta la oferta realizada por una participación menor al 30%, haría que si Daniel Kretinsky quisiera comprar el club tendría que embarcarse en un proyecto que podría alcanzar los 700 millones de libras, es decir, más de 800 millones de euros. Una cantidad que resulta impactante teniendo en cuenta que la astronómica venta del Newcastle a Arabia Saudí y otros fondos menores se cerró cerca de los 300 'kilos'.
De concretarse la operación, supondría el final de la dinastía de David Gold y David Sullivan, quienes se hicieron con el control del club en el año 2010. Un nuevo cambio de rumbo en poco menos de una década y que significaría el adiós de una de las pocas propiedades británicas que quedan en la Premier League.
El 'Hull City turco'
El cambio de propiedad del West Ham no es el único que se avecina en los próximos días en un equipo importante de Inglaterra, ya que el Hull City se encuentra en un proceso parecido. En este caso, el club de Kinsgton, en Yorkshire, milita en la segunda división, la Championship, pero cuenta con más de 100 años de historia, ya que fue fundado en 1904.
En este caso, se trata de un proyecto mucho más pequeño económicamente, pero que pone de nuevo en evidencia que Inglaterra es el gran paraíso de las fortunas que quieren aterrizar en el fútbol. Además, en el caso de la venta del Hull, se trata de una operación que va mucho más allá de un negocio o de un capricho, se trata de una especie de sueño nacionalista y colonialista. El objetivo de la nueva propiedad del Hull es convertir a la entidad en un equipo turco que juega las competiciones británicas.
El comprador es Acun Ilicali, empresario y magnate de la televisión otomana que tiene la firme intención de llenar el club de personas de su nacionalidad, desde el entrenador hasta los trabajadores pasando por el equipo directivo y, como no, los jugadores. En este caso, el objetivo no es otro que enarbolar la bandera de Turquía en Inglaterra.
Su intención es hacerse con el poder del club con una oferta de unos 30 millones de euros para revolucionar el modelo de la entidad. Entre sus primeros movimientos está el de fichar un técnico turco y seguir así con el resto de puestos importantes para terminar reformando por completo la plantilla. Si sus ideas tienen éxito, el equipo tendrá que buscar el ascenso a la Premier League, lo que supondría el abono de otros 20 millones de euros al todavía propietario. Una cláusula que recuerda más a la negociación por jugadores que por un equipo entero.
Al igual que en el caso de Daniel Kretinsky, esta no es la primera aventura de Ilicail en el mundo del fútbol, ya que tuvo en posesión el Fortuna Sittard, aunque lo lo acabó vendiendo menos de un año después. Tal y como el mismo ha confesado, su objetivo último es que su nuevo equipo haga ruido en el mundo y todo bajo un proyecto con claro sello turco.
Fuga de propietarios
Inglaterra se está convirtiendo en el país elegido por muchos inversores extranjeros para comprar sus juguetes en forma de equipos de fútbol, algo que podría conducir a la pérdida de esencia total del deporte. Si al dueño no le importa tu propiedad porque no lo ve como un negocio sino como un entretenimiento, las cosas se suelen hacer peor, las inversiones tienen menos sentido y todo repercute en un menor nivel sobre el terreno de juego. Y para ello, el arraigo de la tierra siempre ayuda.
La última gran operación que se ha cerrado en el fútbol británico es la del Newcastle que ha dejado de formar parte de Mike Ashley, un empresario británico, para ser de Arabia Saudí. Los siguientes podría ser el nuevo West Ham checo y el Hull City turco, pero hay más. A esta lista se podrían sumar el Manchester City de Emiratos Árabes, el Chelsea de Rusia, el Arsenal de Estados Unidos o Wolverhampton de China. Mansour, Abramovich, Kroenke o Guangchang se han unido hace no mucho tiempo a la amplia lista de propietarios que controlan ahora el fútbol inglés.
La desbandada de los empresarios y dueños británicos está siendo alarmante y la dupla que maneja el West Ham podría ser el último ejemplo. De hecho, en estos momenos, solo equipos como el Brighton, propiedad de Tony Bloom, o el Tottenham de Joe Lewis y Daniel Levy siguen siendo entidades que mantienen el sello británico en una Premier cada vez más universal. Así es como en los últimos años, Inglaterra se ha convertido en el paraíso de las inversiones futbolísticas.
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