Francia y la Ligue-1 han sido los tristes protagonistas de la jornada en el fútbol europeo una vez más. El partido entre el Olympique de Lyon y el Olympique de Marsella tuvo que ser detenido durante muchos minutos después de que Dimitri payet, una de las estrellas del equipo visitante, recibiera un grave ataque de los ultras del cuadro local.
El jugador del Olympique de Marsella se disponía a sacar un córner cuando de repente recibió una importante lluvia de objetos. Uno de ellos fue una botella que impactó en su cabeza con violencia, lo que le hizo irse al suelo de manera inmediata. El jugador galo quedó profundamente aturdido tras el golpe, tirado sobre el césped hasta que recibió la atención de los servicios médicos y de todos sus compañeros.
Las imágenes del terrible suceso vivido en el Groupama Stadium, antiguo Parc Olympique Lyonnais, han dado ya la vuelta al mundo y han provocado la vergüenza de todo un país y de dos aficiones que han vuelto a quedar en evidencia por culpa de unos cuantos energúmenos que han usado el fútbol para manchar la reputación de todos.
Los medios de comunicación en Francia cerraron sus ediciones de este domingo y han abierto las de este lunes recogiendo la indignación que sufre un campeonato que ahora mismo se sitúa a la cola de Europa en cuanto a control de los ultras se refiere. La Ligue-1 ha sido tomada por los salvajes, tal y como pudieron demostrar una vez más en el duelo entre el Olympique de Lyon y el Olympique de Marsella.
Nadie da crédito a lo que ha sucedido, ya que la situación fue realmente grave, aunque pudo serlo más de haberle ocasionado a Payet alguna lesión de importancia. Tras recibir asistencia para su cuello, su cabeza y su cara, el jugador del Marsella pudo recomponerse para mirar hacia la grada y contemplar la batalla en la que se había convertido un simple partido de fútbol, con dos hinchadas enfrentadas y cientos de personas deseándole cualquier barbaridad.
Payet encontró en aquella esquina un mal desenlace, aunque quien realmente ha sufrido tras lo ocurrido ha sido el fútbol y en especial un campeonato galo que se ha acostumbrado en los últimos años a hacer de este tipo de altercados casi su día a día. A pocos les extraña ya que esto haya sucedido donde ha sucedido.
Era tan solo el minuto 4 de partido, por lo que la tensión existente se había desarrollado desde la previa. Después del incidente, el árbitro, valorando los hechos, no dudó en detener el encuentro para, minutos después, suspenderlo definitivamente hasta que se conozca qué hacer tras lo sucedido.
La vergüenza fue mayor cuando la decisión costó tomarse más de lo esperado. Después de más de una hora de parón, el choque estaba preparado para reanudarse con los jugadores del Olympique de Lyon calentando sobre el césped. Sin embargo, el Marsella se negó a saltar al terreno de juego. Esta situación duró otros 15 minutos, cuando el Lyon decidió regresar a la caseta. Finalmente, el colegiado del encuentro Ruddy Buquet, tuvo que suspender el choque.
Una historia sin fin
A nadie le sorprende ya que este tipo de situaciones se sigan produciendo en Francia, donde se han perdido las formas y donde el control brilla por su ausencia. El regreso de los aficionados a los terrenos de juego ha sido una bendición para todos menos para la Ligue-1, que está viviendo una temporada de verdadera vergüenza y de verdadero ridículo internacional.
La imagen de Francia en estos momentos ha quedado por los suelos y el campeonato galo debería tomar cartas en el asunto. De momento, el autor de la agresión ya ha sido identificado y capturado y la LFP ha tomado medidas disciplinarias. El Groupama Stadium será cerrado de manera cautelar hasta que haya un dictamen definitivo.
"Ante el grave incidente ocurrido durante el partido Olympique Lyonnais-Olympique de Marseille (jornada 14 de la Ligue 1), la Comisión Disciplinaria de la LFP decide poner el caso bajo investigación y, como medida cautelar, cerrar el Estadio Groupama hasta que se pronuncie la medida final". Ese fue el comunicado oficial.
A pesar de que pueda parecer una medida lógica, se trata de un veredicto con carácter extraordinario en Francia, ya que no es la primera vez que esto sucede este curso, pero las sanciones o han sido inexistentes o muy ligeras. Si la situación ya es terrible y encima les dejan hacer lo que quieran a los ultras, lo normal es que reine la anarquía y el desgobierno.
Payet ha asegurado estar muy afectado por lo sucedido porque los jugadores se sienten vulnerables ante la barbarie. Estos casos se suceden en Francia una temporada tras otra, siendo el país de las cinco grandes ligas que más problemas sufre con los ultras. De hecho, las imágenes que se ven en Francia recuerdan más a la zona norte de Europa o a Sudamérica que a una de las mejores ligas del mundo. Y lo peor de todo es que no parece haber un sistema para detenerlo.
Cada vez más frecuente que los aficionados puedan acceder a los estadios con objetos contundentes y que la falta de civismo y educación reinen entre las hinchadas más radicales. Por ello, no es extraño ver cómo en muchos partidos se repiten esas imágenes de lanzamientos de objetos o de grandes hogueras con llamas y humo por culpa de las bengalas.
Los violentos al mando
La situación en Francia es dantesca y muy preocupante. Parece ser que ver este tipo de altercados tan graves en un partido tan importante como un Lyon-Marsella ha hecho recapacitar a las autoridades de la Ligue-1 después de que solo esta temporada se haya acumulado un importante historial de incidentes, y casi siempre con los marselleses de por medio.
Ya han sido varios los partidos que han tenido que detenerse o suspenderse por altercados. Todo comenzó el pasado 8 de agosto en el Montpellier - Marsella, que se tuvo que detener en el descuento por lanzamiento de objetos. Más tarde, el Saint-Étienne - Angers, tuvo que retrasarse por el lanzamiento de bengalas.
El Lens - Lille fue otro partido que tuvo que ser detenido, esta vez al descanso y durante 40 minutos, por una pelea de ultras en pleno terreno de juego, algo muy similar a lo que sucedió en el Niza - Marsella, aunque en este caso el objetivo no era una pelea de ultras sino un ataque a los propios jugadores. Este era el único partido hasta el momento que tuvo que suspenderse y aplazarse sin terminar.
Ahora se ha vuelto a vivir un capítulo más en esta dramática historia de violencia que parece no tener fin en Francia. La guerra no entiende de partidos pequeños ni grandes, ya que hasta en un encuentro del PSG, precisamente contra el Marsella, se vivieron también momentos de tensión con el lanzamiento de objetos a jugadores como Neymar o Mbappé o como el asalto de un aficionado a Leo Messi en pleno juego hasta el punto de obligarle a detener un contrataque.
Situaciones realmente surrealistas que, sin embargo, no solo se han vivido solo este curso, ya que hay imágenes muy recordadas de las que no ha pasado tanto tiempo. Fue a comienzos de este 2021 cuando de nuevo el Olympique de Marsella sufrió todo un asalto a su ciudad deportiva.
El caos reinó por culpa de unos ultras que buscaban tomar el control del club por la fuerza, provocando barricadas, incendios y hasta ataques contra las instalaciones. La situación fue tan dantesca que algunos como el español Álvaro González o como Steve Mandanda, que intentaron poner algo de paz, fueron asaltados, atacados y robados en pleno campo de entrenamiento por los que se supone que eran sus aficionados.
El drama que vive la Ligue-1 es algo que llama especialmente la atención porque no se vive ni la Premier League, ni en la Serie A ni en la Bundesliga. Mucho menos en España, donde clubes como el Real Madrid o el FC Barcelona llevan muchos años haciendo fuerza para frenar a los grupos radicales, alejándoles de los clubes y de sus estadios.
Es un hecho que en Francia han tomado el control en los últimos años hasta el punto de que son capaces de tomar decisiones que afectan al futuro de los equipos como fichajes o renovaciones. Sin ir más lejos, en el 'caso Mbappé', uno de los temores en su salida era la presión y la enorme represión que podían hacer los ultras del conjunto parisino sobre la estrella para amedrentarle. Las imágenes de los jugadores del club que preside Nasser Al-Khelifi, hablando con los ultras a escasos centímetros en la ciudad deportiva, son algo tan común que asusta. Así funciona ahora mismo el fútbol francés.
[Más información: Francia, territorio ultra: las agresiones al Marsella y el plan para acabar con los grupos más radicales]