Cuando a Unai Emery le dieron su primer banquillo en enero de 2005 ni el mismo se podría imaginar que más de 12 años después iba a manejar la plantilla más cara de la historia del fútbol en un escenario tan mediático como París, en el fútbol capital de Qatar. Era entonces el vasco un entrenador 'de pueblo', nada conocido en este deporte y abocado, como tantos otros, a sufrir el fútbol no profesional durante años.
Tan inesperado era que un entrenador tan normal como Emery, de perfil bajo durante muchísimos años, llegara a la cúspide económica del fútbol europeo como que aquel año de su debut fuera entrenador. Porque la temporada 2004/05 la comenzó como jugador del Lorca pero una lesión de larga duración y la destitución del anterior técnico, Quique Yagüe, llevó a los dirigentes del club murciano a darle las llaves del proyecto al de Fuenterrabía. Comenzó el año como jugador y lo acabó como entrenador.
Y el acierto fue total. Ese mismo año ascendió a Segunda División y en su primera temporada en la categoría de plata terminó quinto, a cinco puntos del ascenso entonces acotado para los tres primeros de forma directa. Un año después, subió a Primera con el Almería por primera vez en su historia y le mantuvo hasta que se fue con una gran octava plaza. Su ascenso fue fulgurante.
Del desastre a la segunda oportunidad
Tras sus buenos papeles en dos difíciles plazas como Valencia y Sevilla (en la primera tres veces el primero de los mortales y en la segunda tres Europa League) y un paso negativo por Rusia, el jeque del PSG recurrió a él cansado de tantas eliminaciones en Champions, donde su mejor posición han sido unos cuartos. Se consideraba a Emery un especialista en las eliminatorias de ida y vuelta.
Y a la primera oportunidad que tuvo en esa faceta todo se fue abajo en uno de los grandes desastres del fútbol reciente. La histórica remontada del Barcelona dejó herido de muerte a Emery por la pésima gestión que hizo para defender el 4-0 de la ida. Al margen de todos los factores que ocurrieron aquél día, el PSG pareció de plastilina, fácilmente manejable, un timorato equipo con jugadores que parecían de regional.
Con un resultado tan humillante, todos esperaban que Nasser Al-Khelaifi, propietario del PSG, fulminara rápidamente a Emery. Pero no, le mantuvo, creyendo que eso daría estabilidad a su proyecto deportivo. La consecuencia fue todavía más calamitosa: el conjunto parisino perdió la Liga después de cuatro años consecutivos ganándola. El resumen a la temporada 2016/17 en el Parque de los Príncipes fue de retroceso. Con Emery se quería avanzar en Champions y se acabó humillado. Se ganaba siempre la Ligue 1 y se terminó segundo.
Una plantilla de 900 millones
Sorprendentemente, Emery sigue y repite esta temporada en el banquillo francés. Y, para arreglar el ridículo del pasado, le han dado millones de euros ilimitados. Su plantilla tiene un valor de mercado de 580 millones (contando ya a Mbappé, dato de Transfermarkt), un precio que no va directamente ligado a lo que les costó cada jugador. Una cosa es el valor del mercado y otra lo que se pague. Para que se hagan una idea, Neymar tiene un valor de 100 millones.
Esta temporada, el PSG ha gastado 222 millones de euros por Neymar y otros 16 por Yuri Berchiche, exlateral de la Real Sociedad. Habría que contar también los 180 por Mbappé, que aunque no se paguen en este año, corresponde al presente (maniobra para cumplir el 'fair play' financiero). La anterior, 40 por Julian Draxler, 33 por Krychowiak, 30 por Gonçalo Guedes, diez por Lo Celso y seis por Meunier. Antes habían pagado 65 por Di María, otros 65 por Cavani, 42 por Thiago Silva, también 42 por Pastore, 40 por Lucas Moura, 31 por Marquinhos, 25 por Kurzawa, 12 por Verratti, 9,5 por Trapp... de todos ellos disfruta ahora Emery.
Con este equipo muy difícil sería perder la liga francesa y no hacer una buena Champions, aunque bien es verdad que el equipo está algo descompensando. Los fichajes de tantas estrellas ha dejado un ataque completísimo (Cavani, Neymar, Di María, Pastore, Mbappé...) pero una defensa temblorosa para los grandes partidos, aunque la incorporación de Dani Alves (llegó gratis) les ayudará a no cometer los errores de la temporada pasada.
De lo que no se puede quejar Unai Emery es de la confianza que ha recibido por parte del dueño del PSG, que lejos de destituirle, que hubiera sido lo más fácil vistos los resultados, le dejó un año más para dirigir el descomunal proyecto que es ahora el PSG. Nasser Al-Khelaifi ha sacado el talonario para, de una vez por todas, poner su nombre entre los mejores de Europa.
Esta temporada será definitivamente en la que Unai Emery tendrá que demostrar si es un gran entrenador. Con la plantilla más cara de la historia del fútbol la figura del técnico también tiene que relucir. Además de alinear, debe controlar egos y traducir el poder económico al terreno de juego. Su reto es liderar todo ello.
Si tuvo detractores en Valencia y en Sevilla a pesar de cumplir siempre objetivos, normal es que los tuviera en París. Al español le han dado dinero, buenos jugadores, estrellas mediáticas... y confianza. De rozar el despido a dirigir el club que más dinero ha gastado en los últimos años. O acaba ahogado o con su nombre proyectado en la Torre Eiffel.
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