Sostienen los puristas que en el fútbol ya está todo inventado. Ni siquiera las nuevas tecnologías que pretende implementar progresivamente la FIFA en los campos les asombran. Y, sin embargo, ni el hincha más clásico puede negarle el carácter revolucionario a la última medida anunciada por Rusia para el Mundial de 2018: reabrir recintos específicos para beber alcohol bajo supervisión médica y policial, conocidos como vytrezvitel.
Se trata de unos espacios públicos que estuvieron en activo durante la mayor parte del siglo XX, hasta que cerraron definitivamente en 2011. Sin embargo, el Ministerio de Salud ruso ha anunciado la reapertura de estos recintos de cara al Mundial de 2018. Aprovechando la extensa red de vytrezvitel que se desarrolló especialmente durante el período soviético, las once sedes del torneo dispondrán de este peculiar servicio durante el mes que dura la competición.
Para los rusos, el alcohol suele trasgredir los límites del ocio. Es una cuestión prácticamente de supervivencia: desde las pobladas urbes más occidentales hasta las estepas siberianas más septentrionales, el frío lo gobierna todo desde tiempos inmemoriales. Por eso, las bebidas espirituosas han sido parte fundamental del destino de Rusia. Y de su día a día.
En 1904, el zar Nicolás II estableció el primer vytrezvitel, un recinto que permitía a cualquier ruso beber alcohol en público sin miedo a morir congelado en caso de perder el conocimiento. Se trataba de una medida social que, aunque resulte chocante en climas más mediterráneos, tenía mucho sentido en aquella época: para entrar en calor en ambientes gélidos, una de las formas más baratas siempre ha sido el alcohol. Y si tiene más de 30 grados como el vodka, mejor.
Originalmente, el vytrezvitel constaba de dos empleados: un médico y un conductor. Mientras que el doctor atendía a las personas que habían bebido en exceso -suministrándoles Rassol, un elixir compuesto por sal, aguas y especias-, su compañero recorría los alrededores en busca de otros intoxicados. El recinto dio tan buenos resultados que en 1913 cada capital regional del Imperio Ruso disponía de uno.
El problema llegó cuando los bebedores habituales pasaron a considerar los vytrezvitel como un lugar en el que disfrutar de agradables resacas. Ese mismo año, las autoridades decidieron empezar a cobrar por su uso. Una práctica que continuó durante la revolución soviética y en los albores de la URSS. Pero los recintos fueron desapareciendo paulatinamente, olvidados por el Régimen.
Criminalización durante la URSS
La industrialización estalinista de los años 30 rescató la idea con la esperanza de limitar los excesos de la clase trabajadora con la bebida. El 14 de noviembre de 1931 se inauguraba el primer vytrezvitel de la era soviética en Leningrado -actual San Petersburgo-, una suerte de hospital de campaña rudimentario para bebedores, con menos lujos que en la época imperial. Las duchas de agua fría sustituyeron al Rossol, que nunca más sería utilizado por las autoridades.
Durante los 40, los vytrezvitel fueron transferidos desde el Ministerio de Salud al del Interior, lo que en la práctica suponía que policía era la encargada de hacer cumplir las estrictas reglas del Régimen en los centros. Al poco tiempo, quienes utilizaban este servicio para recuperarse de una borrachera se enfrentaban a una posible sanción en su lugar de trabajo, al que se enviaba una nota oficial comunicando su estado de embriaguez.
Miles de trabajadores fueron expulsados del Partido Comunista en tiempos de Jruschov y de Brezhnev, lo que implicaba la pérdida inmediata de su empleo. Otros, en cambio, se enfrentaban a una multa administrativa por incumplir un artículo en el que se especificaba que "una persona no debe aparecer en lugares públicos en condiciones que ofendan a la dignidad humana".
Bajo el gobierno de Gorbachov, Rusia abogó en los 80 por medidas que limitaban el consumo del alcohol, por lo que estos espacios se convirtieron en herramientas fundamentales para combatirlo. Además, extendidos por la URSS, los vytrezvitel llegaron a formar parte de varios de sus países satélite. Así, Checoslovaquia o Polonia también dieron servicio a bebedores hasta la Caída del Muro.
Ha sido en los últimos años cuando los vytrezvitel han recuperado su carácter de espacio de rehabilitación y no de castigo. Ahora, cinco años después de su cierre, se considera como un elemento fundamental para un evento internacional de la relevancia del Mundial de 2018. Y más después de los lamentables incidentes de los radicales rusos durante la pasada Eurocopa. Sin embargo, Rusia no se plantea su reapertura definitiva más allá del mes que dura la competición… Y eso que un 80% de la población apoya su regreso.