Hay un momento, ese que no se espera, en el que algo emerge. Nadie sabe cómo ni por qué, pero lo hace. De un día para otro, el crío da el estirón y alguien dice: ¡Qué grande estás! De un día para otro, también, un joven pierde las espinillas y se transforma en adulto. Así, sin avisar. Algo ocurre y toca asumirlo, para bien o para mal. Como ocurre, a menudo, en el mundo del fútbol, donde los niños -sobre todo los del Cholo- se hacen mayores, y entonces ya no hay quien los pare. Ejemplos, hay todos los años y para cualquier gusto: Koke, Saúl, Griezmann… Y ahora, Carrasco, autor del gol de la victoria contra el Rostov, el que le permite al Atlético seguir como líder de su grupo [Narración y estadísticas: 0-1].



Sucede, en este caso, que el Atlético, además, puede celebrar la bienvenida como una suerte de futuro. Porque si antes era Griezmann el que tenía que aparecer para que el equipo del Cholo sumara puntos; ahora es Carrasco el que lo hace. Y, además, de forma inmejorable, progresando a cada partido. Un día, marcando con un disparo desde fuera del área; otro, llevándose a su defensor y colocándola; y este martes, por ejemplo, anotando como si fuera un delantero centro, empujando el balón en el segundo palo para hacer bueno un centro de Juanfran.



Pero eso, el gol, no es más que una anécdota, una nimiedad comparado con lo que es capaz de hacer, crear y aportar Carrasco. Porque sí, él tuvo la mejor ocasión en la primera mitad. Y sí, también él se la puso a Griezmann en la cabeza, aunque después Dzhanaev la sacara con una estirada para enmarcar. El belga, en definitiva, fue, una vez más esta temporada, el protagonista en todos los ámbitos del juego. Y, además, es capaz de hacerlo todo bien: atacar por su flanco, meterse por dentro o dar un pase desde la mediapunta entre líneas.



Pero, más allá de las alabanzas que se merezca Carrasco, el Atlético volvió a hacerse con la victoria porque, una vez más, funcionó el colectivo. Simeone dispuso sobre el campo el mismo once que contra el Granada -únicamente con el cambio de Gameiro por Torres-. Sin embargo, al Atlético le costó algo más crear ocasiones. Tocó, tocó y tocó. Mantuvo la posesión -llegó a acumular un 86%- y buscó abrir el marcador, pero sin suerte. Con paciencia y remando poco a poco, encerrando a los rusos en su área.



El Atlético, como acostumbra, picó piedra. Se puso el traje de currar y se pasó así 90 minutos. Quizás, esta vez, de una manera diferente, con paciencia y sin parar de tocar la pelota. Pero, una vez más, aprovechando sus oportunidades. Esas que un día convirtió Griezmann, o esas que Messi y Cristiano Ronaldo acostumbran a anotar. Las mismas en las que ahora el belga se muestra decisivo. Y ojalá por mucho tiempo. “Insistimos en él para que lograra esto”, reconoció el Cholo en rueda de prensa. Y bien que hicieron.

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