A menos de 50 días para que la FIFA decida el organizador del Mundial de 2026, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, irrumpió en el proceso con un mensaje de advertencia, o más bien de amenaza, a los países que no apoyen la candidatura conjunta de su país con México y Canadá, que tiene a la de Marruecos como único rival.
Tal y como es su costumbre, Trump utilizó Twitter para "animar" un proceso que encara su tramo final antes de la votación del Congreso de la FIFA, el 13 de junio próximo en Moscú. "Sería una pena que los países a los que siempre apoyamos fueran en contra de la propuesta de los Estados Unidos. ¿Por qué deberíamos apoyar a estos países cuando no nos apoyan, incluso en las Naciones Unidas?".
El mensaje, en el que Trump se refiere a la unión de su país "en una propuesta fuerte con Canadá y México" para acoger el Mundial, ha encontrado una respuesta rápida en México por medio de su presidente, Enrique Peña Nieto. "Podemos tener diferencias, pero el fútbol nos une. Juntos apoyamos la candidatura de México, Canadá y Estados Unidos como sede de la Copa Mundial 2026", ha firmado Peña Nieto también en su cuenta de Twitter, sobre un proyecto al que han dado su respaldo los diez países que integran la CONMEBOL (Confederación Sudamericana de Fútbol).
Las palabras de Trump especialmente irrumpen o interrumpen la carrera por el Mundial y conjugan difícilmente con la afirmación de la FIFA de que sus 211 federaciones miembro "tengan la última palabra en una votación abierta para seleccionar al anfitrión" del mayor torneo futbolístico de la historia.
Empeñada en un proceso transparente, objetivo e imparcial, la FIFA quiere que sus votantes valoren no solo los conocimientos y la capacidad de organización de los candidatos, sino también su compromiso formal para hacer un Mundial sostenible que respete la normativa sobre derechos humanos y laborales según los principios de Naciones Unidas.
En pleno proceso de reflexión para los votantes, Trump ha movido ficha y el movimiento trasciende las fronteras del deporte, dentro de las que la Comisión de Evaluación de la FIFA debe elaborar un informe sobre las dos candidaturas tras visitarlas recientemente. Su documento será trasladado al Consejo de la FIFA que hará su propia evaluación y una preselección de los proyectos que someterá a la votación final en el Congreso del 13 de junio en Moscú. En este tramo podría quedar fuera cualquiera de los dos.
La FIFA evalúa a ambos en aspectos técnicos de infraestructuras y cumplimiento de obligaciones, además de riesgos y beneficios, tanto por gastos e ingresos, como por las posibles consecuencias negativas sobre los derechos humanos derivadas de la competición.
Hasta la fecha el proceso de candidaturas ha tenido un desarrollo tranquilo, salpicado apenas por algunas quejas de Marruecos, país que intentó sin éxito albergar el Mundial en 1994, 1998, 2006 y 2010 y que confía en tener la mayoría del voto africano (53 federaciones) tras recibir el apoyo de los 28 estados de la Liga Árabe.
A principios de este mes, el presidente de la Federación Marroquí (FRMF), Fouzi Lekjaa, escribió a su homólogo en FIFA, el suizo Gianni Infantino, para denunciar unos "cambios de última hora" en los criterios técnicos de evaluación de las candidaturas que, a priori, perjudicarían al país magrebí. La queja fue rechazada por la FIFA, que recordó que hace más de un año determinó las exigencias que los proyectos aceptaron.
Hace una semana, cuando la Comisión de Evaluación acabó su visita, Marruecos se mostró satisfecha y aseguró que los delegados de la FIFA demostraron una "voluntad clara" de apoyar por igual a su proyecto que al tripartito de México, Estados Unidos y Canadá. Esa voluntad de la que habló Marruecos no parece estar en cuestión, pero con la entrada de Trump en escena si puede oscilar la de los congresistas que votarán el 13 de junio en Moscú.