“No creo que esté sin perder un set hasta Roland Garros”. Como una premonición, un aviso cargado de sentido, la frase que Rafael Nadal dejó el jueves tras llegar a los cuartos de final del Conde de Godó estuvo a punto de cumplirse un día después. En la pelea por el pase a las semifinales de Barcelona, el español salvó tres puntos de set en la segunda manga (con 4-5), pero acabó ganando 6-0 y 7-5 a Martin Klizan y mantuvo intacta la racha ganadora que por momentos se tambaleó en la pista central que lleva su nombre: a pesar de pasarlo mal contra el eslovaco, el número uno mundial ha hecho suyos los últimos 42 parciales que ha disputado sobre tierra batida. [Narración y estadísticos]
“Me he ido al baño y quizás ahí he perdido el timing”, reconoció Nadal, citado con David Goffin (6-7, 6-2 y 6-2 a Roberto Bautista) en semifinales. “He hecho una doble falta, él ha hecho un resto a la línea y se me ha ido el juego”, continuó el balear. “Me he fabricado opciones y él ha sacado bien, ha jugado agresivo, pero el estrés de jugar todo el set sufriendo con sus servicios le ha pasado factura”, añadió. “Cuando he hecho el break ha sido en el límite. Estoy feliz por la victoria porque el partido se había complicado”.
En 31 minutos, el arranque de Nadal dejó sin palabras a Klizan. De tiro en tiro, el español firmó un 6-0 de entrada que el eslovaco no tuvo de forma de frenar, y mira que lo intentó empleando el mismo tenis con el que había destruido a rivales como Novak Djokovic o Feliciano López. Rebosante de intensidad, moviéndose como un animal hambriento que quiere cazar a toda costa, el balear derribó las defensas de Klizan a derechazos, haciendo pupa con el mejor tiro de su argumentario, cortante como la hoja de una espada.
Tras arrasar a su oponente en la primera manga, al español le ocurrió lo mismo que el día anterior contra Guillermo García-López. Un mínimo despiste en el comienzo del segundo set, un minuto de relajación, obligó a Nadal a tener que apagar un incendio. De repente, y sin nada que motivase una reacción tan exagerada, Klizan se puso a jugar como los ángeles, quemando las líneas por los dos lados de la pista con golpes que sonaron a tormenta desatada.
Acorralado por un break de entrada (0-2), Nadal fue todo el parcial a contracorriente y el eslovaco se hizo grande a estacazos hasta que llegó el momento de romper el récord del español. Con Klizan sacando con 5-4 en el marcador, muy cerca de empatarlo todo, aparecieron los fantasmas. El 140 mundial se fabricó tres puntos para haber llevado el encuentro a la tercera manga y el mallorquín vio miedo. Lógicamente, ahí se terminó todo: Nadal firmó un parcial de 3-0, protegió su imbatibilidad y aterrizó en las semifinales del Godó con el puño en alto, celebrando el triunfo con furia. El síntoma de haber sudado su clasificación.
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