Antes del silencio del graderío, un asombro sobrecogedor que inundó el patio de butacas, el indicativo del tiempo. El reloj de la pista central de Montecarlo no había completado sus dos primeras vueltas de 60 segundos cuando Rafael Nadal ya tenía ganado su partido de cuartos de final ante Dominic Thiem, a día de hoy la amenaza más importante que puede encontrarse sobre tierra batida, señalado por muchos como el heredero natural del español en la superficie más lenta del circuito. El austríaco, que la temporada pasada jugó contra el número uno en cuatro de los cinco torneos de la gira europea de arcilla e incluso le arrebató una victoria (en los cuartos de Roma), salió de Montecarlo con una paliza descomunal (6-0 y 6-2), completamente inesperada porque la mayoría imaginaba un cruce competido hasta el extremo, la tendencia habitual entre ambos al verse en tierra. Hay cosas alucinantes, otras increíbles y algunas imposibles, pero lo de Nadal va camino de convertirse en lo nunca visto. [Narración y estadísticas]
“Ha sido una gran victoria para mí, pero no es un resultado normal”, se arrancó Nadal, que ahora domina por 6-2 el cara a cara con el austríaco. “Él ha jugado dos semifinales en Roland Garros, la final de Barcelona, la de Madrid, las semifinales en Roma… es uno de los mejores jugadores del mundo, especialmente en tierra”, siguió el balear. “He jugado genial, muy bien, siendo agresivo con el revés, la derecha y al saque. Me he defendido bien. He restado bien. No puedo decir mucho más. Ha sido un muy buen resultado contra un rival muy difícil”, insistió el español, citado el sábado con Grigor Dimitrov (6-4 y 7-6 a David Goffin) por el pase a la final.
El primer punto del cruce fue un durísimo aviso para Thiem. Si no te acuerdas de lo que significa enfrentarte a mí en tierra, si te habías olvidado de la cantidad de cosas que hay que hacer muy bien para ponerme en apuros, te lo demuestro en un segundo. Nadal arrancó haciendo lo que quiso con la pelota, se defendió de dos buenos arreones del austríaco y cuando tuvo la oportunidad le abrió en canal con un revés que necesitará mantener así de cortante cuando vayan pasando los partidos sobre tierra, y el lógico desgaste físico le lleve a tener que recurrir a sus mejores armas.
El día anterior, y contra un Novak Djokovic muy competitivo, nada que ver con el tenista que el mes pasado cayó sin alma en las primeras rondas de Indian Wells y Miami, Thiem se ganó el pase a cuartos jugando por momentos un tenis de cinco estrellas, castigando al serbio con tiros explosivos y haciendo una imponente demostración de pulmones y piernas. Nadal, que luego se deshizo de Karen Khachanov sin problemas, entendió que se encontraba ante su primera gran prueba, el test que le podría decir dónde estaba exactamente y qué necesitaba mejorar tras pasarse 73 días alejado de las pistas por una lesión en el psoas-ilíaco de la pierna derecha y regresar el pasado fin de semana en la eliminatoria de Copa Davis entre España y Alemania.
El campeón de 16 grandes, que sumó nueve juegos consecutivos (6-0 y 3-0) hasta que Thiem se estrenó (consiguió inaugurar su casillero a los 51 minutos), tendrá quizás margen para progresar en algunos aspectos de su juego, pero hay dos cosas muy evidentes. La primera, que con un pequeño puñado de partidos en tierra (cinco) ya ha encontrados su mejor versión, la más arrolladora y la que le ha llevado históricamente a conquistar los títulos más importantes de su carrera. Y la segunda, que el respeto que Nadal logra imponerle a sus rivales cuando pisa la tierra le ayuda a algo imposible de cuantificar: aunque nadie lo diga, aunque el número uno no lo reconozca, el miedo que le infunde a los contrarios es una rampa para salir a jugar con medio encuentro ganado.
¿Cómo ha podido recuperar el español todo eso en tan poco tiempo tras pasar tantos días parado?
“Desde la silla puede parecer fácil”, reflexionó Nadal. “Para mí no es fácil. Tengo que trabajar todos los días y estar tranquilo cuando las cosas no van bien”, continuó. “El último fin de semana en la Copa Davis me ha ayudado probablemente a llegar aquí con más ritmo y confianza, pero las cosas van mucho mejor de lo que pensaba hace dos o tres semanas”, desveló. “Sé que es difícil jugar mejor que hoy, tengo que reconocerlo. Mi objetivo ahora es descansar, despertarme mañana con la misma energía, ir a la pista con la misma mentalidad y tratar de jugar de una manera similar a la de hoy”.
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