El golpe ocurre el 2 de marzo de 2018. Rafael Nadal acaba de anunciar su decisión de no jugar los Masters 1000 de Indian Wells y Miami. Seis días antes, el español ha renunciado a Acapulco después de recaer de una lesión en el psoas-ilíaco de la pierna derecha durante el entrenamiento previo a su debut, la misma que le dejó fuera de los cuartos de final del Abierto de Australia. El número uno está entonces contra la espada y la pared: puede forzar e intentar llegar a los dos torneos de la gira estadounidense o volverse a Mallorca y recuperarse cumpliendo todos los pasos sin urgencias. La elección, por supuesto, está clarísima. Nadal, que debuta este miércoles en Montecarlo contra Aljaz Bedene e inicia la defensa de los 4680 puntos que sumó en 2017, no quiere arriesgar ni un poquito la gira de tierra batida europea, históricamente la parte más importante de su calendario, y opta por darle tiempo al cuerpo. Ahora, con una gran preparación encima, pero sin la dinámica de la competición, el mallorquín afronta su hora pendiente de cómo responderá a todos los niveles.
“Llegar a la gira de tierra con seis partidos no es la preparación ideal, pero siendo sinceros me siento jugando bien”, explica el campeón de 16 grandes, que adelantó su reaparición volviendo en la eliminatoria de Copa Davis entre España y Alemania, donde ganó a Philipp Kohlschreiber y Alexander Zverev. “Si el físico me responde, y consigo algunas victorias, creo que estoy preparado”, prosigue el tenista. “Siempre hay un pequeño riesgo cuando vuelves porque necesitas coger la confianza para que todo vaya bien. He estado mucho tiempo parado y he podido trabajar muy poco”, reconoce Nadal, obligado a seguir una vía ultraconservadora para redoblar las precauciones tras la recaída de Acapulco. “Pero desde el punto de vista físico no hay sensaciones que comentar. No he sentido nada y creo que estoy jugando con la intensidad adecuada. Me siento bien, preparado”.
Convertido de nuevo en el jugador a batir sobre tierra, Nadal aterriza en Montecarlo con la cifra más baja de partidos disputados en su carrera (siete, la marca anterior eran los 15 de 2006) y sin haber podido terminar ningún torneo esta temporada. Es la principal consecuencia de la lesión en el psoas-ilíaco de la pierna derecha, que no le dejó acabar el Abierto de Australia (se retiró con el croata Cilic en cuartos) y que le impidió participar en Acapulco, Indian Wells y Miami. El balear, que al menos se puso la camiseta de España para jugar un par de partidos en la serie ante Alemania del pasado fin de semana (también sobre arcilla), se enfrenta al desafío de gobernar su superficie preferida sin la inercia ganadora de otros tiempos, como si 2018 empezase en el mes de abril, y mirando ligeramente hacia Roland Garros, el objetivo más importante de cada curso.
A partir del 27 de mayo, Nadal se juega la posibilidad de volver a destrozar la historia en París luchando por una undécima Copa de los Mosqueteros de récord. Antes, en cualquier caso, hay mucho trabajo que hacer: Montecarlo (defiende el título), el Conde de Godó de Barcelona (también), Madrid (también) y Roma (cayó en cuartos de final con el austríaco Thiem) construyen las semanas más importantes para el balear, el período que le sirve de base sobre la que sostener el resto de la temporada, garantizándole tranquilidad en los meses siguientes a Roland Garros y aliento en la caza de otros trofeos sobre hierba o pista dura.
“Y yo”, dice Nadal, “no pienso para nada en la cantidad de puntos que tengo que defender. Quiero hacer un buen papel en esta gira de tierra que tan bien se me ha dado en los últimos años”, sigue el jugador, que corre el riesgo de perder el número uno y entregárselo a Roger Federer si no repite título en Montecarlo, Barcelona y Madrid, a falta de ver lo que ocurre en Roma (es el único torneo en el que puede sumar) antes de que se enfrente a proteger 2000 puntos en París, otra ocasión en la que pondrá el trono en peligro. “No sé cuándo volveré a jugar a mi mejor nivel, pero sí sé muy bien lo que necesito para alcanzarlo”.
Esa frase, rematada por una certeza y pronunciada por Nadal, es todo un seguro de vida.
Noticias relacionadas
- Ferrer clasifica a España para semifinales de la Davis tras una victoria épica ante Kohlschreiber
- Nadal reanima a España
- Nadal está listo para España
- Nadal, por la vía ultraconservadora
- Nadal también será baja en los Masters 1000 de Indian Wells y Miami
- Nadal, baja en Acapulco
- Alemania obliga a España a una gesta en la Copa Davis
- Wozniacki denuncia amenazas de muerte e insultos hacia su familia
- En 2018, Federer no sabe perder
- Djokovic está en crisis: sin confianza, sin ritmo y sin mordiente