César Azpilicueta, un guerrero curtido en Londres
- El segundo capitán del Chelsea es un comodín en la defensa. Puede jugar tanto de central como de lateral y es por ello fijo para Lopetegui.
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César Azpilicueta (Pamplona, 1989) juega con la camiseta por dentro del pantalón. Puede parecer un detalle de otro tiempo, cuando los futbolistas fumaban o llevaban bigote, pero en él significa seriedad.
El defensa navarro es Rock&Roll de la vieja escuela. No brilla. No mete goles en el minuto 93 ni luce tatuajes. Pero es un cumplidor nato. Siempre está atento y disponible para jugar donde le diga el míster. A pesar de su altura (mide 1.73 metros), 'Azpi' se las apaña para defender todos los balones que van por alto. Corre, empuja suavemente con las caderas, se lanza antes que su rival. Lo que haga falta por recuperar el balón.
Su trabajo en la sombra ha enamorado a todos los entrenadores que lo han tenido a sus órdenes. En 2014, José Mourinho dijo que “un equipo con once Azpilicuetas podría ganar la Champions”. Antonio Conte aseguró el año pasado que “si le dan dos guantes, podría jugar hasta de portero”. Es la única posición en la que no ha probado.
Aunque algunos le dicen que es demasiado defensivo, Azpilicueta comenzó jugando de delantero centro. Con 12 años, al entrar en la cantera de Osasuna, le colocaron como extremo. A los 17 debutó con el primer equipo de lateral derecho. Fue ahí donde se hizo un hueco en el equipo de su ciudad y en la selección sub-19 y sub-21. Con 20 años ya había jugado 100 partidos con el equipo pamplonés.
Ese verano dijo adiós al equipo de su ciudad. Había llegado la hora de hacer las maletas. Destino: Marsella. Nada más llegar ganó su primera supercopa francesa y, en noviembre, una rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha le enseñó la cara más amarga del fútbol. Tuvo que trabajar durante seis meses para volver a jugar al fútbol. Esa lesión le hizo madurar, valorar cada entrenamiento, volver con más ganas.
El Chelsea se fijó en él y en 2012 dio el salto a Inglaterra. En una defensa de primer nivel, mandó al banquillo a Ivanovic para hacerse con el carril derecho. Del izquierdo también jubiló a Ashley Cole e hizo que Filipe Luis regresara al Atlético de Madrid en busca de minutos. Cuando Conte instauró una defensa de tres, él se hizo con un hueco.
Allí se ha ganado el cariño de la afición “blue”, que el primer año le bautizó como "Dave" porque su apellido era demasiado complicado de pronunciar. En estas seis temporadas en Stamford Bridge, Azpilicueta se ha convertido en el segundo capitán del equipo, ha ganado dos Premier League y el año pasado entró en el Top10 de futbolistas de la liga siendo el defensa que más balones robó.
Azpilicueta se adapta al esquema que haga falta, a lo que le pida su entrenador. Es tremendamente polivalente. En la selección nacional ocupa el mismo rol de “defensa total” que tuvieron en su momento Carlos Marchena o Joan Capdevilla. Aunque cuando recibió la primera llamada de Vicente del Bosque en 2013 partía como suplente de Arbeloa en el lateral derecho, con Lopetegui ha jugado ya en todas las opciones defensivas: en el lateral derecho contra Israel, ocupando la izquierda contra Inglaterra, supliendo a Ramos en el centro de la zaga ante Bélgica y hasta en una defensa de tres contra Liechtenstein.
Llega al Mundial como primer sustituto de Ramos y Piqué si alguno de ellos sufre algún percance. Pero es también una opción para cualquiera de los laterales si Lopetegui busca algo más defensivo. Azpilicueta es especialista en cubrir las espaldas de sus compañeros. Nunca será el artista, pero siempre ha demostrado que su trabajo y compromiso son indiscutibles.