Rubiales ha comprado los fuegos artificiales, ha cogido el mechero, ha encendido la mecha y ha dado el pistoletazo de salida a una nueva era futbolística en la selección. Villar, este lunes, ha muerto definitivamente en lo deportivo. El andaluz lo ha enterrado en la prórroga, después del Mundial de Rusia, con dos decisiones tomadas y aprobadas el lunes por la mañana. Primero, presentando a su nuevo director deportivo, José Francisco Molina, exportero de Atlético de Madrid y Deportivo, entre otros clubes; y después, anunciando a Luis Enrique como nuevo seleccionador nacional.
Con estos dos nombramientos, arranca un nuevo proyecto deportivo marcado por el belicismo del nuevo técnico. Luis Enrique no es un pacificador ni un entrenador de consenso. Sus colores se vislumbran desde cualquier punto de la geografía española y su estilo futbolístico es tan transparente como claro. Ni los contratantes ni el empleado llegan engañados. Todos se conocen y se admiran. “Ha puesto mucho de su parte y eso es de valorar”, reconoció Rubiales tras anunciar su nombre. Y eso es lo que lo ha llevado a la selección. A partir de ahora, otras muchas cosas cambiarán. ¿El qué? Vamos a ello…
ENFRENTAMIENTOS CON LA PRENSA
Luis Enrique nunca ha querido ser el más simpático ni el más amable. De hecho, nunca ha pretendido caerle bien a todo el mundo. Él hace su trabajo y, cuando le toca, acude a rueda de prensa, pero obligado. “Hay dos ambientes. El interno sabemos que será bueno. No vivimos en una burbuja y sabemos que es una persona con carácter que ha tenido problemas con la prensa. La selección es otra cosa y esperemos que todo vaya bien”, explicó su tocayo Luis Rubiales.
Con esa fama de conflictivo llega el asturiano a la selección. A sus 48 años, no va a cambiar. Sus ideas son conocidas por todos: es antimadridista y odia a la prensa. A partir de ahí, está en su mano maquillar esa imagen y seguir con el buen clima que se ha respirado siempre en la selección, donde medios de comunicación y equipo han ido de la mano, con entrevistas en cada concentración. Con él, se acabó. ‘Lucho’ no dará entrevistas. No lo ha hecho nunca y no va a cambiar ahora. La relación, por tanto, será diferente.
ADIÓS A LOS 1.000 PASES
Rubiales y Molina han insistido en lo mismo: hay que avanzar sin cambiar el estilo. Ese es el plan trazado para Luis Enrique, que ya sabe cómo hacer la transición desde el tiqui-taca hacia un fútbol más directo. En la selección tendrá que repetir la misma fórmula de éxito que llevó a cabo en el Barcelona. Allí, cogió la base del equipo de Guardiola y lo llevó hacia la consecución de un triplete después de un año de caída a manos del ‘Tata’ Martino. Y lo hizo, además, de otro modo, cambiando el estilo, manteniendo la posesión –aunque con menos porcentajes– y contraatacando cuando el equipo lo requería. ‘Lucho’ no va a querer dar 1000 pases. Él prefiere dar menos y que se acaben las jugadas.
DIVISIONES Y EGOS
Luis Enrique no es un técnico de consenso. Poco tiene que ver con Del Bosque. El Asturiano, con sus muchas diferencias, se parece mucho más a Luis Aragonés. Tiene carácter y no le gusta tener a los jugadores por encima de él. Ya lo ejemplificó en aquel encontronazo que tuvo con Messi en Anoeta –y que solucionó Xavi–. Ese es su problema y su bendición: manda él, con lo que eso supone para bien y para mal. Su ego es el primero… y luego llegan los del resto.
ADIÓS A LAS BUENAS PALABRAS
Vicente del Bosque huía de las polémicas. Nunca quiso ser protagonista ni lo pretendió. Ganó y perdió, pero nunca armó revuelo. Ni se enfrentó con nadie ni tuvo la tentativa. Sin embargo, Luis Enrique no querrá quedar bien con nadie. Dirá lo que piensa, con independencia de si molesta (o no) a alguien. Irá de frente, sin engañar a nadie ni pretender nada. Contará con los que acepten sus reglas y dejará en la cuneta a todos aquellos que cuestionen su autoridad o su forma de hacer las cosas.
¿ADIÓS A JORDI ALBA Y A PIQUÉ?
Luis Enrique no salió amistosamente del Barcelona. Por el camino, dejó enemistades. Una de ellas es la de Jordi Alba, que lo criticó duramente –precisamente en la selección– por ser suplente en el conjunto culé. Ahora, tendrá que llegar a un acuerdo con él y hacer las paces si quiere contar con su presencia. Hasta ahora, el lateral había sido un fijo desde que fue convocado por Del Bosque. El otro tema que tendrá que resolver es el de Piqué. El central azulgrana pensaba dejar la selección después del Mundial, pero la llegada de ‘Lucho’ le puede hacer cambiar de opinión.
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