España se juega desde este viernes el pase al Mundial 2022 de Qatar. Luis Enrique da la última convocatoria del 2021 correspondiente con los encuentros de las dos últimas jornadas de la fase de clasificación para la próxima cita. La Selección se la juega contra Grecia, allí, y Suecia, en La Cartuja. Por ello, no es momento para inventos. Si las listas del asturiano han dado mucho de qué hablar en los anteriores parones, esta no será la excepción.
Estos dos encuentros trascendentales serán duelos directos para cerrar la fase de clasificación y determinar si hace falta pasar por la repesca o no. En este momento, Suecia lidera la tabla con 15 puntos y obligaría a jugar esas eliminatorias extraordinarias a España, segunda con 13, si todo termina de esta misma forma. Grecia tiene opciones de clasificación todavía también con nueve puntos, pero no depende de sí misma.
Las bajas marcan una convocatoria clave y en la que Luis Enrique volverá a dar que hablar. El ataque está muy condicionado sin Ferran Torres, Gerard Moreno y Mikel Oyarzabal, aunque Dani Olmo ya está recuperado y podría volver. Pedri tampoco podrá estar para esta cita clave, al igual que Marcos Llorente. Además, Pedro Porro, una de las posibles novedades en defensa, tampoco tendrá disponibilidad. Más de lo mismo sucede con un Sergio Ramos cuyo caso da para serie. Es por lo que Luis Enrique tedrá que afinar mucho el tiro.
Pero estas decisiones que toma el asturiano no son cuestión del azar, ni de dar prevalencia a unos jugadores por ser de un agente, si no de un trabajo de meses en los que junto a su equipo de cinco personas más cercanas van completando una lista que se vacía sin contemplaciones al final de cada parón de selecciones. El objetivo es tener una plantilla compensada, a la par que case con el estilo del juego que ha instalado el seleccionador.
La última decisión
El técnico siempre tiene la última palabra pero intenta que todas las decisiones que se toman en el cuerpo técnico sean colegiadas. Luis Enrique se implica en primera persona en este proceso y es uno más a la hora de viajar a los campos y hacer scouting de jugadores. Le obsesiona que haya buen ambiente en el vestuario y lleva el mantra de la familia por bandera. Su núcleo duro lo forman Jesús Casas, Aitor Unzué, Rafel Pol y Joaquín Valdés.
Luis Enrique echó mano de Casas cuando estaba en el Barça B y cuando llegó a la Federación quiso tenerle de nuevo cerca. Ascendió a segundo entrenador cuando Robert Moreno sustituyó a Luis Enrique y es clave sobre todo durante los partidos.
Esto de segundo y tercer entrenador queda muy bien, pero todos deciden muchas cosas
En el regreso del asturiano a la Selección también se hizo público que Aitor, el hijo de Juan Carlos Unzué, formaría parte de este proyecto. Desde los 23 años decidió comenzar a formarse para poder trabajar en los banquillos, pero no como entrenador principal. Pasó por el área de metodología de las categorías inferiores del Barcelona y después se marchó junto a su padre al Celta, donde era el segundo. También pasó por el cuerpo técnico de Eusebio Sacristán en el Girona.
Pol es el hombre de confianza de Luis Enrique para la preparación física. Le acompañó en sus aventuras en la Roma, el Celta de Vigo y el Barça. También ha trabajado siempre con el asturiano Valdés, que es el psicólogo que incluye en sus cuerpos técnicos ya que cree mucho en esta figura. Le introdujo cuando estaba en el filial azulgrana y desde entonces ha sido esencial. Su papel durante la Eurocopa fue resaltado por todos los futbolistas.
No es azar
Luis Enrique ha modernizado los métodos de trabajo de la selección y no solo por utilizar el famoso andamio que está instalado de forma permanente en Las Rozas. No es solo una cuestión de ver el fútbol desde lo más alto, el técnico combina las herramientas más modernas con su instinto a la hora de tomar decisiones. Al final es lo que marca la diferencia ya que todas las selecciones del mundo tienen acceso a este tipo de datos.
Utiliza el famoso programa Wyscout para hacer seguimiento de jugadores, hace un estudio junto a su equipo del big data que dejan los futbolistas con sus clubes y pone en valor la química que pueden experimentar sus elegidos. Quiere que España sea un equipo y no una selección, en el sentido de un grupo de jugadores que se conozcan a la perfección a pesar de no jugar todo el año juntos. Esa una de las razones por las que el asturiano intenta que no haya grandes estrellas en sus listas.
Es por ello por lo que no todo lo dictan los números ni los ordenadores; decisiones como la de llevar a Gavi salen directamente de su cabeza. No le tiembla el pulso a la hora de llamar a jugadores jóvenes y el ejemplo se completa con el impacto de Yeremy Pino y Bryan Gil. Tampoco para apostar por Eric García a pesar de no tener la experiencia de otros centrales, así como aprovechar la polivalencia de Marcos Llorente en diferentes posiciones.
Una amplia prelista
Desde su primer día en la Selección, Luis Enrique repite que trabaja con una lista de unos 50 jugadores por cada convocatoria. Nunca habla de los que faltan, pero sí de cómo llega a tomar la decisión de decantarse por un jugador o por otro. A pesar de su gran rendimiento, el asturiano no cuenta con jugadores como Iago Aspas, Parejo o Jesús Navas.
Aún así, durante su periplo con España han jugado más de 60 y ha habido un amplio número de debutantes. Han sido hasta 27 los que se han vestido por primera vez con la camiseta de España. Pero, por ejemplo ha vuelto a dar oportunidades a hombres como Marcos Alonso, Pablo Fornals y Sergi Roberto.
En cualquier caso, la gestión del relevo generacional con la década pasada ha hecho que sea más primordial un joven jugador que pueda marcar los próximos años a uno ya consagrado. No será raro que este viernes suene el nombre de Nico González, el centrocampista del Barça. En el aire están las convocatorias de Raúl de Tomás o Borja Iglesias para suplir los problemas en ataque. En cualquier caso, será lo que diga Luis Enrique. Todo vale para cumplir con el objetivo para el que firmó: hacer un gran papel en Qatar 2022.
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