El Mundial de Qatar está deparando muchas polémicas, sin embargo, el fútbol ha logrado eclipsarlas con la victoria de Arabia Saudí frente a Argentina. Un triunfo que tiene un gran artífice, Hervé Renard. El técnico de la selección árabe se ha convertido en un auténtico revolucionario que ha conseguido guiar a los suyos a un logro histórico.
Pocos, por no decir ninguno, se esperaban que los de Leo Messi cayeran en su primer partido en Qatar, pero la realidad dista mucho de la ficción. Y ahí se plasmó el trabajo de Renard para guiar a Arabia Saudí a unas cotas prácticamente impensables en el momento del pitido inicial.
El entrenador francés es un hombre con una trayectoria peculiar. No está acostumbrado a los grandes focos, tuvo que trabajar de basurero una vez finalizó su carrera como futbolista, pero gracias a su magnífico desempeño ha logrado colocarse entre las personas más famosas de este Mundial. Además, con su inconfundible estilo, ataviado con una camisa blanca y una melena rubia, ha conseguido que las cámaras le quieran.
Y es que Hervé Renard no ha tenido una vida nada fácil. No fue un futbolista brillante, más bien todo lo contrario, aunque si coincidió con una auténtica estrella como es Zinedine Zidane. Ambos estuvieron juntos en el Cannes cuando el exentrenador del Real Madrid comenzaba a despuntar con 19 años y él contaba con 22. Sus carreras tomaron rumbos muy diferentes.
Antes de dar su gran salto a los banquillos, tuvo que emplearse como basurero. Una dura profesión ante la necesidad de ganarse un jornal, ya que el fútbol no le permitió permitirse una vida llena de lujos tras su prematura retirada a los 30 años.
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Una decisión que a la postre ha dado sus frutos tras fajarse desde lo más bajo hasta los altos vuelos que ha conseguido en el Mundial de Qatar con la victoria sobre Argentina.
Basurero como alternativa
Cualquiera que sueñe con ser futbolista se imagina carreras llenas de éxito y eso mismo pensaría Hervé Renard que le deparaba el mundo del balompié. Sin embargo, la realidad le deparó una corta trayectoria como jugador. Y habitualmente alejado de los grandes focos.
Debutó en el Cannes tras criarse en sus categorías inferiores. Allí llegó a debutar en la Primera División francesa, la Ligue 1. También coincidió con uno de los mejores jugadores de la historia como es Zinedine Zidane. Pese a compartir vestuarios con él, no se le pegó la clase del francés.
"Enfrentarme con los mejores jugadores hizo que me diera cuenta de que mi jerarquía era de tercera", refrendó en su momento. Del Cannes pasó a equipos de menor categoría como el Stade de Vallauris y el SC Draguignan. En este último dio sus primeros pinitos como entrenador una vez superada la treintena.
Mientras peleaba con hacerse un hueco en el mundo del fútbol, la vida le hacía exprimirse en la realidad más cruda. Se vio obligado a subirse a un camión de basuras para mantenerse económicamente al mismo tiempo que iba sumando escalones al otro lado de la línea de cal. Y no fue su única profesión alejada del deporte, también se enfundó el mono para convertirse en limpiador. Porque a veces para llegar al éxito hay que pasar por dificultades.
Y eso fue lo que llevó a Renard a buscar alternativas fueras del mundo del fútbol y así compaginarlo con su tarea de entrenador, intentando lograr un sueldo decente. Mientras ascendía divisiones con el modesto SC Draguignan, él lo complementaba con los cubos de basura hasta que sus éxitos le hicieron ir escalando poco a poco. Si Zidane se consagraba entre los mejores del mundo, él peleaba por sacar adelante su carrera compaginándola con las tareas de limpiador, y no se le cayeron los anillos por ello. Eso forjó un espíritu indomable en él que le ha llevado a consagrarse en Qatar.
Por suerte o por su buen desempeño como entrenador, llamó la atención de un reputado técnico como Claude Le Roy. Ante él, y con varios ascensos en el SC Draguignan, se abría un abanico importante de opciones para dar un salto y empezar a labrarse un nombre en los banquillos.
El sueño africano
Con Le Roy se aventuró en su primera experiencia en suelo extranjero, la primera de muchas. Renard es un entrenador con un estilo atípico, ha conseguido triunfar en sitios inhóspitos de la salvaje África. Un sitio donde pocos técnicos de renombre europeo se atreven a dar el salto.
Él probó en China en el Beijing Renhe el inicio de su periplo casi continuo fuera de las fronteras de su país. Él le cogió el gusto a estar fuera de Francia y allí es donde ha conseguido sus mayores éxitos como entrenador, ya que las oportunidades recibidas en su tierra no funcionaron como se esperaba.
Eso sí, se curtió al máximo en ligas exóticas como la de Vietnam o en los bajos fondos de Inglaterra y Francia. Experiencias en ligas de bajó que le llevaron a crecer dirigiendo desde la banda. Todo comenzó a despegar cuando le llegó la oportunidad de ser el segundo entrenador de Ghana. Un año que le empezó a curtir en África y que le abriría más puertas para grandes banquillos.
Mientras tanto, él seguía trabajando para lograr el éxito en unos países donde las condiciones distan mucho de las condiciones que hay en Europa o en los clubes o selecciones más potentes del mundo. Sin embargo, Renard se fajó con todo su empeño para hacerse un nombre en los banquillos.
Y de ahí su despegue en el continente más salvaje. Logró hacerse un hueco gracias a su enorme desempeño y a sus éxitos. Porque ha conseguido logros muy importantes, destacando especialmente sus dos Copas de África con Zambia y Costa de Marfil. Además, con los primeros también levantó la Copa COSAFA.
Pero su currículum no se queda exclusivamente en esas dos selecciones, también se hizo cargo de Angola o Marruecos. Además, probó en la liga de este último país dirigiendo el USM Alger. Y como no, el fútbol europeo también llamó a su puerta en dos ocasiones.
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El Sochaux y el Lille le firmaron tras sus llamativas experiencias en África, sin embargo, no supo adaptarse al fútbol francés y decidió poner rumbo de nuevo al continente que más le ha visto triunfar. Allí encaden tres años en Marruecos como seleccionador antes de dar el salto a Arabia Saudí.
Y con esta última selección ha llegado su consagración en el Mundial. Un premio al trabajo, a la consistencia y al buen hacer desde la humildad, un elemento que le ha caracterizado a lo largo de su carrera como entrenador. Con los pies en el suelo y con el esfuerzo desde la sombra, Renard ha logrado un hito difícilmente de repetir con un plantel de jugadores que parecían estar a años luz de Argentina.
Su incónica imagen con camisa blanca y una melena al más puro estilo Brad Pitt le ha hecho entrar los libros de Historia de los Mundiales. Una gesta comandada por él desde los banquillos que difícilmente se verá de nuevo, el triunfo de un hombre curtido en África que ha desatado la locura en el mundo y, especialmente, en Arabia Saudí.