En el Etihad todo son alegrías, la etapa de Pep Guardiola es la más ilusionante de un club que lleva persiguiendo a la élite europea desde hace casi una década cuando el dinero de la familia Mansour aterrizó en 2008. En este tiempo han llegado éxitos, fichajes estelares y entrenadores y lo único que permanece como eslabón con el pasado es la afición. Es esa masa social que enloquece con la llegada de Guardiola o la que lloró de alegría cuando Agüero dio la primera Premier de sus vidas. Nadie como ellos saben lo irreal que parecía todo ello cuando el club se conformaba con la permanencia y se ilusionaban con fichajes como Corradi o Samaras.
Sobre el campo el único enlace que queda con esa etapa es Joe Hart, bueno quedaba, porque Pep Guardiola ha considerado que el meta inglés no tiene las capacidades necesarias para su juego. Y no le falta razón, pero con la decisión del técnico los aficionados del Etihad pierden a uno de sus ídolos, un jugador que consideraban de la casa, el único que les ha acompañado todo ese camino.
En cierto modo Hart era el emblema en una institución que ya no conserva ni el escudo. Adiós al jugador del City con más apariciones en Premier, adiós al único miembro de plantilla que conoció épocas donde el fracaso era lo habitual, se despide lo más parecido a un canterano con recorrido en el primer equipo que ha existido en la historia moderna del City.
La figura de Guardiola y el balón jugado
El proyecto citizen y la influencia de Guardiola pueden ser la mejor noticia para el fútbol inglés, un envite por igualarse a los más grandes y modernizar una liga en la que más allá de estilos y propuestas malgasta talento con partidos planos e imprecisos. No vamos a descubrir al técnico español, pero su idea nace de sacar el balón jugado desde atrás y el portero ahí adquiere un papel importante, algo que a la ya de por sí débil generación de metas ingleses le ha pillado a contrapié. Joe Hart viene tras firmar la mejor temporada de su carrera -estelar en Champions- pero ensuciada con una Eurocopa calamitosa en la que rejuveneció a sus años de fallos y nervios. El problema es que en toda esa etapa de mejoría el juego de pies no fue importante y ahí tiene perdida la batalla con Claudio Bravo y Pep Guardiola.
En lo futbolístico, que es lo más importante aquí, no hay discusión posible. Claudio Bravo llega al Etihad tras años espectaculares en Barcelona, sólo su fecha de nacimiento ha podido derrotarle de azulgrana. El chileno es el portero con mejor porcentaje de pase en las grandes ligas algo que es un complemento a su fantástica sobriedad y seguridad bajo palos. Hart es más atlético, depende más de sus reflejos y más efectivo en el mano a mano pero, en líneas generales, es mucho más incompleto que Bravo: por arriba, en posicionamiento y, claro, con el pie.
Mientras, Guardiola le pedía a Hart que se quedara para luchar por el puesto a sabiendas que Hart puede mejorar con los pies pero nunca llegará a ser capaz de crear como hace Bravo. Una decisión entendible pero que duele en la afición.
Un líder que se ganó su puesto
“Este no es el club para el que yo jugué, son dos instituciones totalmente distintas. El club que yo dejé no le habría tratado [a Joe Hart] como un sirviente. Es asqueroso”, así lo resume Joey Barton, medio inglés que surgió de la cantera citizen y dejó el club en 2007. Hart es lo más parecido a un canterano que se haya asentado a largo plazo en la plantilla del Etihad, tuvo que pelearlo mucho. Tras llegar en 2006 con 19 años y jugar en las inferiores del club tuvo que marcharse cedido (Tranmere y Blackpool). Cuando volvió, Sven Goran Eriksson le eligió su meta titular y encadenó varias actuaciones ilusionantes que su técnico alabó: “Es uno de los mayores talentos en las porterías de este país”. Pero poco duró Eriksson en el cargo, más o menos lo mismo que Hart en la meta.
En 2009 el club fichó a Shay Given y Hart se marchó cedido al Birmingham, un recién ascendido con el que consiguió ser elegido Mejor Portero de la Premier 2009/10 y llegó a la selección. A su regreso desterró de la titularidad a Given y empezó su idilio con la grada. De hecho Roberto Mancini no tenía intención de confiar en el inglés y fue su entrenador de porteros quien apostó por él y Hart se lo recompensó con creces.
Aún así Hart seguía mezclando grandes acciones con regalos que le hicieron ser suplente temporal de Pantilimon en noviembre de 2013 y de Willy Caballero en septiembre de 2014 pero se sobrepuso, incluso Buffon se lo reconoció en 2015: “Hart tuvo una época de aprender de sus errores al perder la titularidad, lo necesitaba, pero volvió mejor. Es un líder auténtico. No sólo las paradas sino cómo organiza al equipo. Es difícil pensar en un portero mejor que él ahora mismo”.
La puerta de atrás
Siempre políticamente correcto Guardiola le pide quedarse y luchar pero más de cara a la galería que siendo realista con su propuesta. Lejos de facilitarle una salida su alto precio le ha complicado la vía de escape, el City pedía 35 millones de euros, una cifra que ha alejado a todos menos al Everton. Un escalón inferior a lo que demostró Hart el curso pasado pero parece su única salida posible.
Con su salida -casi cerrada- los aficionados del Etihad dicen adiós al único jugador que se enfundó la camiseta 'skyblue' antes de la llegada de los éxitos. Es evidente que eso no les impedirá festejar los títulos que llegarán pero pierden al único enlace que quedaba con un pasado opuesto pero reciente, un equipo que tiene menos emblemas pero más estrellas y una afición a la que todavía le cuesta reconocer hasta su nuevo escudo.