“Estos tíos parecen máquinas”, “llegan a todo”, “son los que mejor defienden”, “no paran de correr”… El Atlético, en efecto, era todo eso para el común de los aficionados. O, mejor dicho, lo sigue siendo. El problema, esta temporada, es que los resultados no acompañan. Y claro, es inevitable que se hable de crisis -bendita en otros tiempos en la misma situación- y exista, digamos, cierta inquietud. Es algo natural, casi inane al fútbol. Ante las victorias, sonrisas; ante las derrotas, depresión. Y toca asumirlo, sin más, para levantarse. El problema es que, sin entrar en las razones que han llevado al equipo hasta aquí, el Atlético necesita recuperar a Griezmann para volver a ganar -si es posible, contra Las Palmas (16:15 horas, sábado)-. Porque, por unos u otros motivos, el delantero lleva sin anotar un gol en Liga desde el 29 de octubre. Un mundo para alguien de su categoría.
De la crisis no tiene culpa Griezmann. En el Atlético, desde que llegara Simeone, los éxitos y los fracasos los marca el trabajo grupal y no el individual, y de ahí los números negativos que acumula el equipo: lleva 10 puntos menos que en las mismas jornadas del pasado curso, mete más goles (28, por los 22 de la campaña 2015/16) y encaja el doble de goles (14 esta temporada y 7 en la anterior). Es decir, el francés es sólo un síntoma de que el conjunto no está bien. Eso sí, si algo ha demostrado con los años es que puede resucitar a cualquiera, pero para eso necesita acabar con su propia crisis.
La recuperación de ambos, del Atlético y de Griezmann, debe venir, en buena parte, de la mano. El francés, que comenzó la Liga con cuatro goles en sus tres primeros partidos, ha reducido su contribución anotadora progresivamente. Su atasco ha venido con el de su equipo, que llegó a ser colíder tras el partido contra el Granada (7-1), y desde entonces se ha ido despeñando poco a poco. Entonces, en la octava jornada y con los colchoneros en segunda posición, ya sumaba un total de seis tantos. Pero, desde aquella fecha, tan solo ha anotado tres más. Ha pasado, en definitiva, de ser parte en aquellas victorias a estar más bien desaparecido en las recientes derrotas.
La crisis del francés es, como la de su equipo, en Liga, donde lleva sin anotar un gol desde el 29 de octubre, cuando hizo dos goles en la victoria contra el Málaga. Hasta entonces, el Atlético sólo había caído una vez, ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán (1-0); y desde ese momento, y con la sequía de Griezmann, han encajado un empate (Espanyol, 0-0), una victoria (Osasuna, 0-3) y tres derrotas: Real Sociedad (2-0), Real Madrid (0-3) y Villarreal (3-0). Con él, como el resto de sus compañeros, desaparecido. Y mientras, además, han llegado las lesiones de Oblak, que estará entre tres y cuatro meses de baja, y la recaída de Tiago.
Su otra cara la ha mostrado en la Champions, donde ha marcado tres goles esta campaña, el último -con asistencia incluida- en la victoria contra el PSV (2-0) en la quinta jornada. Síntoma, también, del buen hacer del Atlético de Madrid, que ha conseguido pasar como primero de grupo con sólo una derrota en toda la fase de grupos: contra el Bayern de Múnich, en el Allianz Arena (1-0) y en el sexto partido, cuando ya tenía asegurada su clasificación como primero a los octavos de final, donde se enfrentará a otro equipo alemán, el Bayer Leverkusen.
Ante este panorama individual y grupal, a Griezmann no le queda otra que volver. Olvidar lo previamente hecho y resurgir antes de Navidades, contra Las Palmas, y en el Calderón. No puede ser de otra forma si el Atlético de Madrid no se quiere complicar la vida para entrar en Europa, pues ahora mismo es sexto, a un punto del Villarreal, equipo que cierra los puestos Champions y a 12 del Real Madrid. Una barbaridad para un equipo que aspiraba a ganar la Liga, pero que se tendrá que conformar con luchar por el tercer-cuarto puesto. Empezando, obviamente, este fin de semana. Partido a partido.
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