En el fútbol, reclamar públicamente más minutos de juego nunca ha sido una gran idea. Es algo que infringe la ley no escrita de secretos de Estado de cualquier vestuario, una traición en toda regla a la disciplina marcial que gobierna las entrañas de cualquier club. Con o sin mención explícita, el entrenador suele ser el objeto último del ataque y, en todo caso, la opción menos mala es que las palabras que salen de tu boca pasen de largo y no hagan mella en la relación con él o con tus compañeros.
El salto al vacío de James Rodríguez tras la final del Mundial de Clubes ha sido de los que parecían olvidados en el Bernabéu: "Estoy feliz aquí, pero quiero jugar más. Quiero estar siempre en Madrid, pero hay que pensar en todo y buscar salidas. Tengo ofertas y tengo siete días para pensar". Sin red y sin arnés. Y sin anestesia, porque el día en el que ganas un trofeo colectivo no parece el mejor de los escenarios para las reivindicaciones personales.
Algo que Sergio Ramos se encargó de recordarle -también públicamente- minutos después de sus explosivas declaracions. "No es el día para cuestiones personales. Le tengo especial aprecio y espero que se quede, pero hoy no era el día para esto", aseguraba escuetamente el central, como dando a entender que era un asunto de vestuario que debe tratarse en él.
Una salida del Madrid casi imposible
Lo cierto es que en la presente temporada James Rodríguez sólo ha jugado más que Danilo, Mariano, Coentrao y Rubén Yañez -tercer portero del club-. Sin embargo, el colombiano acumula el 45% del total de minutos que ha jugado el Real Madrid, una cifra que responde a las rotaciones en la segunda línea de ataque en el esquema de Zidane; un porcentaje, eso sí, muy lejano al 85% de minutos que disputó en la 2014/15, su primera temporada en Chamartín.
En cualquier caso, su salida del Madrid se antoja casi imposible: su valor de mercado, cercano a los 70 millones de euros, reduce a una élite a quienes tienen capacidad operativa para abordar su fichaje en enero. Algo que tampoco garantiza una venta acorde a las expectativas del club blanco. La realidad es que el Madrid compra caro y vende barato, pero una salida forzada por el jugador en el mercado invernal hace pensar en un traspaso muy por debajo de lo que el club se plantearía.
Pero el problema de fondo es que el Madrid ni se plantearía este escenario. Líderes en Liga, en octavos de Champions y flamantes pentacampeones del mundo, los blancos viven un idilio que ya dura un año con Zinedine Zidane en el banquillo. Y todo lo que sea romper el equilibrio y la armonía de la plantilla no parece la mejor opción.
Tampoco existiría la posibilidad de encontrar un reemplazo en el mercado invernal. La sanción de la FIFA por el fichaje irregular de menores impide al Real Madrid abordar en enero el fichaje de un jugador que aporte lo que James ahora mismo y ascender a un juvenil en mitad de temporada se antoja algo precipitado... Después de sus siete días de meditación, parece lo más probable que James siga en el Real Madrid.