Muchos expertos vaticinan profundos cambios geopolíticos desde que el pasado 8 de noviembre Donald Trump fuese elegido presidente de Estados Unidos. El famoso muro que en campaña prometió construir en la frontera con México o la expulsión del país de varios millones de inmigrantes son algunos ejemplos de la estrategia exterior que parece definir al próximo inquilino de la Casa Blanca. E incluso el pueblo americano asume que la política interior no será la misma que ha auspiciado Barack Obama durante los últimos ochos años.
Especialmente preocupante es el giro que el Partido Republicano ha dado hacia el ideario del Tea Party y sus nexos con los lobbys tradicionalmente más conservadores. La preocupación por las muertes provocadas por armas de fuego -una situación agravada por los tiroteos de agentes de policía a ciudadanos negros en los últimos años- ha dado paso a una incertidumbre total acerca del futuro de la segunda enmienda a la Constitución estadounidense. El último ejemplo es la estrambótica propuesta de tres representantes republicanos del Estado de Washington, que abogan por permitir la entrada de armas de fuego en los estadios y recintos deportivos.
Estadios sin bocinas, pero con pistolas
Curiosamente, la legislación vigente es bastante estricta en cuanto a los objetos con los que se puede acceder a un estadio. Así, para ver jugar a los Seattle Seahawks -equipo de la ciudad que disputa la NFL-, uno no puede acudir con las clásicas bocinas que dan ambiente a los eventos deportivos. Tampoco puede llevarse a la grada un ordenador o cualquier aparato electrónico análogo que "pueda interferir en el juego". En este sentido, los balones de fútbol americano están terminantemente prohibidos. Y ni siquiera se puede disfrutar de un café elaborado en el exterior del recinto.
Un contexto que choca radicalmente con la medida propuesta por los republicanos Matt Shea, David Taylor y Bob McCaslin, quienes han logrado introducir en una sesión legislativa de principios de enero la cuestión para debatirla. Paradójicamente, la norma no afectaría al resto de objetos prohibidos descritos anteriormente, ya que únicamente trataría de regular la actuación de los agentes públicos y miembros de seguridad de los recintos, impidiéndoles buscar armas ocultas en los aficionados, amparándose en la segunda enmienda a la Constitución estadounidense.
Dicho de otro modo: lo que la ley propuesta prohibiría es que nadie pueda limitar el derecho a llevar armas a otra persona. Ni tan siquiera en un estadio con varias decenas de miles de personas a su alrededor. Y lo haría limitando la capacidad de actuación tanto de agentes públicos como privados. Hasta los ayuntamientos o instituciones locales o regionales tendrían las manos atadas.
"Una entidad gubernamental local no puede prohibir a las personas con una licencia válida de arma de fuego oculta llevarla en cualquier estadio, centro de convenciones, recinto o instalación similar, ya sea por ley, ordenanza, reglamento, norma, política o acuerdo contractual", es lo que reza el texto que los tres representantes republicanos pretenden aprobar en las próximas semanas.
Estadios con normativa estricta
A pesar de que aún no ha habido una respuesta por parte de las entidades deportivas del Estado ni de las ligas profesionales de EEUU, crece el nerviosismo en torno a la iniciativa legislativa. "No hemos visto la propuesta de ley, pero tenemos una política que prohíbe la entrada con armas a los estadios de la NFL", aseguraba hace unos días al 'Washington Post' el vicepresidente de comunicaciones de la liga de fútbol americano, Brian McCarthy.
La hipotética entrada en vigor de la ley afectaría principalmente a los Seattle Mariners (béisbol), los Seattle Seahawks (fútbol americano) y los Seattle Sounders (fútbol), los mayores equipos deportivos del Estado. Por ello, sedes como el CenturyLink Field y el Safeco Field -que actualmente prohíben la entrada de personas armadas a su interior- podrían tener a miles de tiradores en potencia reunidos durante los partidos.