El Barcelona necesita, como mínimo, un 4-0 en el partido de vuelta del próximo miércoles ante el PSG. Tras el desastre de París, tuvo el descalabro de Leganés y la victoria reinqueante en el Calderón. Pero tras eso, goleó al Sporting y el partido anterior al decisivo de la Champions, hizo lo mismo con el Celta. El 5-0 que le endosó al cuadro gallego le valdría ante el PSG, pero ni el encuentro de este sábado ni el Celta era de Champions. [Narración y estadísticas: Barcelona 5-0 Celta de Vigo]
El Barça ha tenido dos festines antes del PSG, pero fueron ante Sporting y Celta. En ambos encuentros se ha visto un equipo fiable, sólido y goleador, pero extrapolarlo a la Champions parece difícil. Lo que sí han cambiado estas goleadas es ese ánimo de posible remontada, del que desastre no es tan mayor como el que se creía y de que los pitos que se escucharon ante el Leganés son agua pasada. Ante el Celta se confirmaron las buenas sensaciones. Otra cosa será que eso se repita el miércoles.
Entre gritos de "sí se puede", el Barcelona goleó a un débil Celta de Vigo, el más flojo en lo que va de año, acuciado también por el cansancio que arrastra por haber tenido que jugar las tres competiciones. Con la MSN en su mejor estado, los de Luis Enrique aniquilaron a uno de esos rivales que siempre le habían creado más peligro por jugar a lo que ellos juegan. Pero esta vez el Barça tuvo un paseo cómodo, un simulacro de remontada y la confirmación de que, a pesar de la situación en la que estaban hace pocas semanas, es muy posible que la Liga la ganen. Ahora mismo son líderes.
Tanto la remontada ante el PSG como la Liga pasará por las botas de Messi. El Barça es lo que quiera o pueda el argentino. Ante el Celta, Leo bordó el fútbol, especialmente en una gran primera parte en la que se gustó en numerosas ocasiones y acabó con gol, un gran gol, el que abrió un resultado que acabó siendo escandaloso. Otra vez los azulgranas tiraron de pegada y apenas desaprovecharon ocasiones.
Si Messi estuvo bien, también le siguió Neymar, que por fin su juego virtuosista tuvo trascendencia en el juego. A diferencia de otras ocasiones, los regates y exquisiteces del brasileño tuvieron sentido. Marcó el 2-0 con un precioso toque que hacía una vaselina a Sergio, portero del Celta. El Barça, en general, fue un vendaval para el equipo de Berizzo, anulado tácticamente. No hubo ni un minuto en el que el Celta se igualara al Barça.
Ya en la segunda parte, los catalanes aumentaron ventaja por medio de Rakitic, en fuera de juego, Umtiti y otra vez Messi. Fue todo muy fácil. El Celta miraba más a la Europa League y el cansancio acumulado que al Camp Nou. La tabla, al fin y al cabo, no le acecha. Están salvados, salvo catástrofe en lo que queda de torneo, y también los puestos europeos están algo lejos. Sin tensión, el Barcelona se lo 'comió' con mucha facilidad.
Lo que consiguió Luis Enrique es que, tras la debacle de París, haya esperanza para el partido de vuelta de Champions. El 5-0 ante el Celta o el 6-1 ante el Sporting valdrían ante el PSG, pero puede ser de ilusos creer que gallegos o asturianos son como los franceses. Pero la ilusión ahí está, y el reto de la remontada, vivo.
Si no se consigue, sería preferible ganar o dejar buena imagen. Si se logra, es una hazaña histórica. En eso ya se centra un Barcelona que, en caso de quedarse en octavos de Champions, tendrá tres meses enteros para centrarse en una Liga en la que, a 4 de marzo, son líderes, aunque, eso sí, con un partido más. ¿Valdrá la Liga si se cae en octavos de Champions?