Los partidos muchísimas veces se deciden por pequeñas cosas que ocurren en segundos. A menudo se analizan los partidos por la táctica y por tantas cosas que, siendo claramente importantes, no deciden nada. Y en la victoria del Barcelona ante el Valencia lo que acabó desequilibrando el partido fue un penalti y expulsión en el minuto 44. A favor del Barça. [Narración y estadísticas: Barcelona 4-2 Valencia]
Y, esta vez, la decisión arbitral que favoreció al equipo catalán fue correcta. Fue penalti a Suárez y roja a Mangala, que era el último hombre y que se fue sin protestar. Un débil agarrón valió para que se pitara la pena máxima, también ayudado por la forma en la que fue la jugada, un uno contra otro, sin gente alrededor. Todo se veía muy claro. Otro debate será si es normal que se pite este agarrón y otros durante todo el torneo no (véase el de Mascherano a Cristiano en El Clásico o el de Umtiti a Rodrigo en el Valencia - Barça de la ida) pero eso, como decimos, es otro debate.
Esa jugada cambió el partido. El Barcelona hizo lo normal, que era ganar ante un Valencia que todavía no está salvado, aunque por lo menos dio la cara. Un 4-2 que no sacudió las dudas de un equipo que sigue viviendo de las rentas de la remontada al PSG, pero que en Liga no da ni mucho menos la imagen de un equipo campeón. Pero ganó, que es lo más importante, y lo hizo con algo más que ese penalti y expulsión, aunque esa fuera la jugada que decantara el encuentro.
Y eso que el equipo azulgrana tuvo que remontar ya que Mangala también hizo algo bueno y marcó con un portentoso cabezazo a la salida de un córner. El Valencia creaba pánico en el Camp Nou a base de contras gracias a un sistema muy arriesgado de Luis Enrique: sacó un 3-4-3 que dejó vendidos a Piqué, Mascherano y Umtiti. Tendrán que agradecer los culés a un excompañero, el cedido Munir, que no fuera a más esa hemorragía, ya que el hispano-marroquí demostró porque no fue ni será el '9' del Barcelona. No supo hacer ningún contraataque, le pudo el miedo escénico y acabó superado por tanta responsabilidad. Eso sí, marcó el 2-2, ya con 10, justo después del penalti, aunque en esa ocasión solo tenía que empujar el balón.
Remontó el Barcelona con el mencionado penalti y con una pilleria de Suárez, que sacó un gol de un saque de banda. Para los amantes del fútbol, fue idéntico al gol de Raúl en la Novena Copa de Europa, allá por 2002. Es gol de listo, de lo que también cuenta en el fútbol.
Con toda la segunda parte por delante, el Barcelona sabía que antes o después ganaría. El Valencia con 10 aguantaría lo mismo que un caramelo a la puerta del colegio y así fue. Lo hizo con dignidad, aguantó hasta lo que pudo y se dejó todas las fuerzas que le quedaron. No se puede criticar a este Valencia que no quisiera ganar en el Camp Nou.
Marcó Messi cuando venía Diego Alves de hacer un paradón a Neymar, pero con todo no podía el bueno del brasileño. Era el inicio de la segunda parte, una mitad que quedó para disfrute del Barcelona aunque con cautela. Neymar lo intentó varias veces, dio también al palo, Suárez falló lo que no suele fallar y acabó sentenciando en el último minuto André Gomes, un jugador que había sido pitado en su entrada y que había dejado las quejas del respetable por su mal nivel. Pero Neymar le regaló un gol que pudo aplazar varias semanas su finiquito.
¿Qué hubiera sido del Barcelona con el 1-1 y 11 vs 11? Nunca se sabrá. El Barça al final ganó, es lo que cuenta, y sigue a dos puntos del Madrid, con un partido menos. Por lo menos aguantó el ritmo de los blancos, se sacudió un partido trampa y al parón con algo de tranquilidad. Pero sigue necesitando de más fútbol para ganar la Liga, una utopía en estos momentos.
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