En fútbol, obviamente, hay variables, pero también hay certezas. O, al menos, intención de que las haya. Bien lo sabe Simeone, que, a principio de temporada, se propuso que su equipo llegara en plenitud cuando asomara abril. Y, a juzgar por los resultados, lo ha conseguido. Sólo así se explican las cinco victorias consecutivas de su equipo en Liga (con 10 goles a favor y tan solo uno en contra), pero también el juego, la regularidad y la contundencia de los suyos. En última instancia, contra la Real Sociedad, rival por la zona Champions hace tan solo unos meses y, ahora, enemiga en la lejanía que ofrecen los puestos de cercanía a la Europa League [narración y estadísticas: 1-0].
La receta, a estas alturas, no hace falta ni mencionarla. El Atlético, simplemente, antes de cada partido, mira al pasado y se ve compitiendo. Y ya está, con eso sobra para mirar al futuro. Ante la Real, agazapado durante la primera mitad, compacto y a la espera de encontrar su momento, que llegó pasada la media hora. Después de dos disparos de Griezmann (uno se marchó fuera y el otro lo detuvo Rulli), apareció Torres. Sí, otra vez él. Filipe se la dio, el ‘Niño’ se la devolvió y el brasileño hizo su segundo gol consecutivo con el Atlético. ¿La receta? Toque, desmarque y remate. Así de sencillo.
O quizás no tanto, porque minutos después el Atlético tuvo otra muy clara para aumentar la ventaja en el marcador. Y otra vez con el mismo protagonista de por medio, pero con distinto resultado. Y, por cierto, también con muy mala suerte. Torres se encontró la pelota en boca de gol, la mandó al palo, volvió a hacerse con el rechace y la puso sin querer en el lateral de la red. ¿Y qué hizo el Calderón? Aplaudir y corear su nombre. Para qué protestar -eso, por cierto, ya lo hacen en el Bernabéu-. Y el ‘Niño’, por otra parte, ha asistido en los últimos tres goles del Atlético. ¿Qué más se le puede pedir?
Simplemente, cuando todo va bien, lo único que hay que hacer es mantenerse. Pero eso, a menudo, no es tan sencillo. Y no lo fue contra la Real, equipo de buenas maneras y mejor fútbol, con tan solo un problema: la falta de pegada. O eso, al menos, es lo que demostró contra el Atlético. Porque el equipo de Eusebio tocó, tocó y tocó. Sin parar ni contemplar otra opción. Pero ya está. En eso se quedó. Cuando tuvo que apretar o dar un pase en la frontal, se encontró reiteradamente con los defensas rojiblancos sin encontrar solución. Y en el Atlético, tan contentos.
El Atlético se conformó con aguantar y buscar alguna contra. Para qué más. Es tercero en la Liga -objetivo prioritario para los rojiblancos- y tiene por delante su Everest particular: visitará el Bernabéu el próximo sábado y recibirá al Leicester el miércoles en el Calderón. Dos partidos a los que llegará con una certeza -la regularidad encontrada tras meses de espera- y la variable de siempre, el qué pasará. Pero eso, insistimos, se dilucidará en la próxima semana. Ahora toca disfrutar.
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