El Madrid es campeón de Liga y lo es cuando fue menos galáctico. Los blancos se alejaron de la vieja idea de fichajes millonarios y espectaculares y crearon un equipo y no un conjunto de individualidades, que no es lo mismo.
El Madrid gana la Liga sin director deportivo, una de las cosas por las que más críticas recibió Florentino Pérez. "No hay proyecto deportivo", le decían los pocos opositores que tiene. Unos años después de cambiar de rumbo, se ha demostrado que esa figura no era tan fundamental. Al contrario, se podía ganar sin ese sueldo.
Desde que se cesó a Miguel Pardeza en 2014, el Real Madrid carece de la tradicional figura de Director Deportivo. Antes estuvo Jorge Valdano como adjunto al presidente, un cargo que le daba poderes para encargarse de todo lo que era la planificación deportiva. Hasta que llegó Mourinho y el argentino se tuvo que ir por incompatibilidad manifiesta entre uno y otro.
Los aciertos del presidente
Florentino Pérez ha ido acertando en las grandes decisiones que ha tomado en los últimos años. Y eso que su segunda etapa como presidente del Real Madrid empezó mal. Aceptó los consejos de Valdano, fichó a Pellegrini, "el Wenger de España" como le llamaba el argentino, y lo primero que se encontró fue una temporada desastrosa, con un 4-0 en Alcorcón y la eliminación en octavos ante el Lyón. Desde entonces, acertó cuando él tomó los mandos.
Fichó a Mourinho en 2010 y, aunque el portugués no fuera el que más ganó, cambió al Madrid y le hizo un equipo competitivo, sacándole de los duros años que le precedieron. Tres años después trajo a Ancelotti, con el que se ganó la Décima gracias a pacificar el ambiente. En 2015 se 'cargó' al italiano por una pésima temporada, una de las decisiones más cuestionadas. El tiempo le dio la razón: un año después ganó la Champions, se quedó al borde de conseguir la Liga y, otra temporada después, tiene ya el torneo doméstico y estará en otra final europea. Eso sí, por medio pasó Rafa Benítez y se tuvo que dejar el proyecto en manos de Zidane, la mejor decisión de todas las que tomó Florentino.
En la actualidad, todo lo relacionado con fichajes y planificación del equipo recae, principalmente, en el propio presidente, en José Ángel Sánchez, Director General y mano derecha de Florentino, y en el entrenador de turno. Lo que sus críticos consideraron un error y una intromisión de Pérez en el plano deportivo, repitiendo los vicios de su primera etapa, ha acabado siendo un acierto. No es casualidad que el Madrid esté ahora tan bien.
El Madrid ha triunfado desde la tranquilidad, la continuidad y la elaboración de un proyecto de forma consensuada y sin prisas. Se abandonó la idea de un galáctico por año (el último fue Bale en 2013) y se fichó a jugadores reconocidos con criterio y a jóvenes talentos, con una sabia política de cesiones y reparto de minutos. Además se hizo un equipo para varios años, con la media más joven de los últimos años, lo que llevó a que el último verano sólo hiciera falta un fichaje. El grupo estaba ya creado y valía para más años. También la cantera ayudó, sacando la mejor generación de este siglo.
Zidane no tocó nada este verano. Y eso que tenía una sanción de la FIFA, finalmente rebajada, que le prohibía fichar más adelante. Pero prefirió seguir con el mismo bloque que le había hecho campeón de Europa en Milán, con una sola incorporación, Morata, al que se repescó por 30 millones de euros. Tanta ha sido la continuidad que el Madrid ha jugado varias veces con el mismo once que en la final de Champions del pasado año.
La clave estaba en la gestión. Que los suplentes no bajaran el ritmo y salieran enchufados. Las altas rotaciones de este año le llevaron a crear un equipo y no unas individualidades. Por primera vez en toda la historia del Madrid 20 jugadores han jugado más de 1.000 minutos.
Ramos ha sido más salvador que nunca, Nacho irrumpió como central fiable en las lesiones de Pepe y Varane, Marcelo y Carvajal fueron claves desde los laterales, Casemiro se creció más, Modric y Kroos asentaron al centro del campo y la BBC, salvo Bale, llegó al final en perfecto estado. Pero lo mejor fue la segunda fila, con los Isco, Asensio, James, Lucas Vázquez o Kovacic estando toda la temporada bien a pesar de sus suplencias en los días importantes.
Las cifras de los fichajes sin Director Deportivo
Sin Director Deportivo, el Madrid ha logrado tener una plantilla equilibrada y perfecta para conseguir, al fin, luchar hasta el final por las dos principales competiciones de la temporada (Liga y Champions). Y no se debe a un simple trabajo del día a día, que también, sino a un proyecto que viene acometiéndose desde hace años y que recoge más frutos ahora, porque los de 2017 no son los primeros. Vienen ya siendo muchos los años que el Real Madrid está en el top mundial.
¿Han salido mal los 3,5 millones que se pagaron por Asensio? ¿Y el millón por el que se repescó a Lucas Vázquez? ¿O los 10 por Keylor Navas? ¿Los seis que se pagaron para recuperar a Carvajal y los otros seis con Casemiro? ¿Los 30 de Isco, Kroos o Modric? El Real Madrid ha rentabilizado con creces la mayoría de sus fichajes de los últimos años. Sólo se podría poner un pero a los 75 que se pagaron por James, los 30 por Danilo o los 32 en su momento por Illarramendi. Hasta Kovacic, que también costó 30, rentabilizó el fichaje.
Viendo las cifras, y contando que de la actual plantilla siguen estando Cristiano (94 millones), Bale (91) o Ramos (27), se puede sacar la conclusión que el Madrid ha hecho un equipo sólo a base de talonario. Que el aspecto económico ha sido fundamental es indudable. Pero tramposo sería ocultar que ese dinero gastado se recuperó en ventas (esta temporada el balance ha sido positivo, de 7,5 millones) y que mucho de los éxitos vienen con jugadores que o costaron menos de lo que se podría haber invertido o que provenían de hace años o los que llegaron de la casa.
La Liga del Madrid (y todavía queda la final de Champions) es el triunfo del colectivo, desde el entrenador Zidane al delantero Cristiano pasando por la directiva encabazada por Florentino Pérez. Es la victoria de un equipo. Todos remaron en la misma dirección y, lógicamente, ganaron. Era cuestión de tiempo.