Melo “se encontraba abrumado por llegar a Madrid”, Irureta “no había jugado en un estadio con esas condiciones”, Solozábal acudió al Calderón por primera vez para ver un partido entre “Atlético y Logroñés, cuando tenía 7 u 8 años” y Miguel Reina recuerda su época de colchonero “como algo maravilloso”. Son cuatro ejemplos, cuatro primeras memorias contadas a EL ESPAÑOL de entre las muchas que acumula el estadio del Manzanares. Todas eternas, perennes en el tiempo y caducas el próximo domingo, cuando el club eche el cierre con un partido catalogado como ‘Final de leyenda’. Pero hasta que eso ocurra, es inevitable que la nostalgia, el pasado y la melancolía reclamen la posesión del presente hasta dejar volar al futuro en el Wanda Metropolitano.



El sentimiento de todos ellos -y de otros muchos- es común. Sin embargo, las historias son particulares. Javier Irureta, por ejemplo, llegó procedente del Real Unión de Irún en el verano del 67, cuando el Calderón ya llevaba un año respirando. Sin embargo, no pudo estrenarse con la rojiblanca hasta el 17 de diciembre. “Me retuvieron la ficha por un tema de analíticas, pero con el tiempo me dijeron que no tenía nada. Yo venía de Tercera división y, el hecho de estar allí, era muy grande para mí. El equipo era líder y empezamos ganando, pero perdimos 1-2. Me metieron un codazo y, bueno… Comencé mi andadura con dos o tres puntos en la cara, pero con cero en aquel partido”, bromea.

Javier Irureta y José Eulogio Gárate saltan al césped en el homenaje al Calderón. Atlético de Madrid

Hasta entonces, lo más grande que había visto Irureta era Atocha, “pero aquello (el Calderón) era otra cosa”. En conversación con este periódico, reconoce que “no había filas ni asientos”, que el estadio estaba por finalizar. Pero ya imponía. “Era un campo con casi 40.000 espectadores. Yo no había visto una sauna. ¡Y allí había una! También había una piscina interna…”. Lujos de ciencia ficción que asumió y disfrutó. “En aquellos años no se calentaba en el campo, sino en los vestuarios. Tener una caseta grande como la nuestra, en la que se podían hacer rondos, era un avance”.



De todos aquellos días le quedó un recuerdo “imborrable” que se acentuó este fin de semana pasado, cuando saltó al campo junto a Gárate para colocar la Liga del 72/73 sobre el Calderón. Allí, sobre el campo, con 45.000 personas contemplando el pasado, Irureta recorrió con la memoria aquellos días. “La Intercontinental, aquella eliminatoria contra el Celtic, la final de Copa del Rey que perdimos contra el Madrid (0-0) en los penaltis…”. O aquellos partidos como entrenador en los que fue visitante: “Siempre fue muy complicado jugar en el Calderón por la presión que mete la gente, por cómo se crece el equipo...”.



Allí, Irureta coincidió y compartió momentos con Miguel Reina, que llegó mucho antes, en 1973, procedente del Barcelona. “Tenía el reto y la obligación de dar mi vida por aquel equipo, así que nos pusimos a trabajar y fue algo maravilloso”, confiesa a este periódico el padre de Pepe Reina. El portero sólo tiene palabras de agradecimiento para un club y una afición “difíciles de explicar”. “Son todos una piña, como un sentir, van todos a una”, añade. Y finaliza con ese recuerdo que siempre le viene a la cabeza: “Todas eran noches magníficas, pero quizás ganarle al Celtic. Eso fue apoteósico. ¡Y la final de la Intercontinental! Días gloriosos”.

Atlético de Madrid femenino



Mismas sensaciones comparte Francisco Delgado Melo, que llegó en el '68, un año después que Javier Irureta, desde Valladolid. Fichó a mitad de temporada y debutó fuera de casa, “frente al Zaragoza”. El Calderón lo pisó ante “el Elche (0-0)”. Sin muchos recuerdos: “Estaba abrumado por el simple hecho de estar en Madrid”. Sin embargo, él no encuentra muchas diferencias entre el estadio que se encontró y el que cerrará este domingo. “Había partes inacabadas, pero ha estado igual siempre”. Allí, tanto él como Irureta y Miguel Reina vivieron momentos que hoy siguen coleccionando en su memoria.



Por eso, el cierre, “como es natural, porque hemos jugado allí durante muchos años, da un poco de tristeza. Es toda una vida, 51 años. Y da pena. Pero hay que ser realista y, ahora, posiblemente, el hecho de cambiar de estadio sea para mejorar. Se dirá lo mismo del Metropolitano dentro de 30, 40 ó 50 años”, reconoce, optimista.



AQUEL PRIMER ATLÉTICO – LOGROÑÉS DE SOLOZÁBAL



De otra generación es Roberto Solozábal, canterano rojiblanco y capitán el año del Doblete. Hoy en día, presidente de la asociación de futbolistas del club llamada ‘Leyendas del Atlético de Madrid’ y cuyo presidente de honor es José Eulogio Gárate. Él no recuerda en demasía sus primeros días como futbolista en el Calderón, pero sí cuando era niño. “Cuando tenía 7 u 8 años, aunque mi padre no era aficionado al fútbol, nosotros vivíamos cerca del Calderón y mi padre, que es de La Rioja, nos llevó a ver al Atlético. De eso nunca me olvido”. Ni tampoco de que escuchaba “los goles desde su casa”.



A partir de ahí, creció mamando la filosofía Atlético de Madrid y mantiene con cariño en la memoria el “ascenso con el madrileño”. Después, debutó en Valencia, aunque su primer partido en el Calderón fue contra el Cádiz: “Un 9 de septiembre de la temporada 88/89 que ganamos con un gol de Futre (1-0). Lo que pasa es que visualmente no recuerdo nada”, reconoce. Pero, lo que no olvida es “la temporada del Doblete”, aunque “levantara la Liga al año siguiente”, finaliza en conversación con EL ESPAÑOL.



Recuerdos que se suman a otros muchos coleccionados por sus compañeros. Como el de Gabi, que no olvidará “los mosaicos de los últimos años”. O el de Antonio López, que recordará siempre “cuando veía la grada y decía: ‘Tengo tanta suerte’”. O el de Adelardo, que perpeturará en su memoria cómo ganaron “la Intercontinental”. O el último, de Miguel Ángel Ruiz, capitán en la década de los 80: “Luis Aragonés nos decía que teníamos que buscar nuestro rincón de seguridad. Yo lo encontré en el Calderón”. Como muchos otros. O como los que, en pocos meses, lo buscarán en el Wanda Metropolitano. Historia para contar y seguir alimentando con nuevos nombres.

Los veteranos y los jugadores actuales en el último partido oficial del Calderón. EFE

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