La última vez que Alejandro José Hernández Hernández pisó el Camp Nou fue el más determinante en la victoria del Barcelona al Eibar. Este canario no es futbolista, sino árbitro. Aquél día, en la última jornada con los catalanes jugándose una Liga que ganó el Madrid por vencer en Málaga, el colegiado 'picó' con los piscinazos de Jordi Alba y Neymar y señaló dos penaltis cuando los culés perdían y se les acaban las pocas opciones que tenían. [Narración y estadísticas: Barcelona 6-1 Eibar]
Cuatro meses después, el Eibar visitó de nuevo el Camp Nou y la Federación nombró, en esas decisiones que no llegan a entenderse nunca, al mismo árbitro. ¿Y qué fue lo primero que hizo Hernández Hernández? Pitar penalti.
Era el minuto 19 y Semedo, una de las caras futbolísticas más alegres de este Barcelona, se internó en el área y Gálvez pecó de iluso: tocó lo justo al lateral azulgrana para que este se cayera. Penalti podía serlo, opiniones hay en todos bandos (lean a cualquier 'experto' y les dirá cada uno una cosa), pero el debate se centra en la facilidad con la que lo señaló el colegiado, con un historial detrás. Hernández Hernández fue, por ejemplo, el árbitro que no vio penalti a Theo en el Madrid - Levante de hace diez días cuando era más claro que el de este martes, con el que tardó tres segundos en verlo, además de los dos mencionados en un partido tan vital como el del año pasado.
Además, se une al debate unos datos que comienzan a no ser normales. De los últimos 166 penaltis señalados en la Liga, ninguno ha sido contra el Barça. De los últimos 87 partidos disputados por los azulgrana, son 37 penas máximas a favor y una sola en contra. El último penalti que al Barcelona le pitaron en contra fue contra el Celta de Vigo (6-1) en febrero de 2016. Los culés llevan año y medio sin penaltis en contra. Se puede argumentar que no los cometen, pero hace cuatro días, como síntoma, Piqué se salvó de uno tras cometer unas claros manos en Getafe.
Ustedes, con total legitimidad y con razón, se preguntarán por la razón de darle a tal acción tantas letras y más con la goleada final (6-1). El motivo es claro: el penalti fue decisivo, aunque no lo parezca. Las decisiones arbitrales influyen y eso es también hablar de fútbol. El partido iba 0-0, el Barcelona no estaba jugando a nada, el ambiente era muy frío (el Camp Nou no llegó ni a la media entrada, fruto de los horarios de esta locura de Liga) y el Eibar, que estaba siendo mejor, ya había tenido varios avisos, uno de ellos muy serio con un error garrafal de Sergi Enrich, que falló lo que era más fácil marcar en el minuto 2.
Que el Barcelona hubiera ganado sin penalti a favor es una hipótesis más que creíble, pero eso sería fútbol ficción. Es el mismo caso que en el duelo ante el Espanyol: parejo hasta que una decisión arbitral benefició a los culés. Y después, goleada. Porque más tarde un Barça al 50%, como su afición, se emborrachó a goles, consecuencia de haber logrado lo más difícil (meter el primero cuando el partido estaba peligroso) y la debilidad de un rival que se rindió demasiado rápido. Hasta seis marcó a un Eibar noqueado. Demasiado castigo para los vascos.
Marcó Paulinho (dos disparos, dos goles). Y Denis Suárez. Y Messi. Y otra vez Messi. Y nuevamente Messi. El argentino se fue con un póker de goles sin necesidad de un regate para la historia o un desborde brillante. Jugó Messi con media pierna, entiendan ustedes lo que ello significa, y con eso martirizó al Eibar. El argentino sigue siendo más goleador este inicio de temporada que jugón. Entre medias, Enrich metió la que falló en el inicio del partido. Pero tras el penalti estaba ya todo finiquitado. Y eso que quedaba una vida por delante.
El Eibar acabó dando dos remates al palo y si dejó algo en el Camp Nou fue la constatación de que Piqué es ahora mismo el único que desentona en el líder sólido de la Liga (falló en el gol vasco y regaló otros dos, errados por los jugadores armeros). Al lado de Piqué, Deulofeu. Por el lado bueno, Semedo, Paulinho y Denis, que comienzan a ser claves. El Barça hace pleno. De puntos, claro. 15 de 15. Todo le va a favor.