Madrid

Es que el Madrid sin Ronaldo, es que Barça sin Messi, es que el Atlético sin Griezmann… La frase se repite a menudo, cada cierto tiempo, invariablemente. En cuanto falta uno, la sentencia se recuerda por lo evidente: cualquier equipo, por grande que sea, echa de menos a este tipo de jugadores. ¿La muestra? Este Atlético, que jugaba bien pero quizás no deslumbraba, ha alcanzado la regularidad y la determinación con el francés sobre el campo. Tras cumplir su sanción por insultar a un árbitro, el delantero lleva dos goles y una asistencia en tres partidos de Liga. ¿Y su equipo? Tres victorias ante Málaga (1-0), Athletic (1-2) y, en última instancia, contra el Sevilla [narración y estadísticas: 2-0].





Desde su regreso, también, da igual quién lo acompañe en la punta de ataque. Lo hizo Correa, por ejemplo, ante el Málaga, y todo salió bien. Y lo hizo Vietto, por ir al grano, frente al Sevilla. Y, de nuevo, la combinación funcionó. A estas duplas se les une Carrasco, que ‘mojó’ en San Mamés e hizo lo propio este sábado. El belga, que tiende a mezclar los buenos con los malos partidos, parece haber encontrado la regularidad en este inicio de curso y, además, lo hace marcando goles. Poco más se le puede pedir.

Carrasco celebra su gol con la afición. Reuters



Como tampoco se le puede exigir más al estadio. En su segundo partido, cambió el ambiente en el Metropolitano y cogió otro color la grada. Pasado el día del estreno, exiliados los nervios y las inseguridades, el público se sintió cómodo. Al fin y al cabo, es fácil acostumbrarse a lo bueno, y si hace sol, buena temperatura y por delante aparece un partido de entidad, pues… Queda todo dicho. Disfrutaron los atléticos del arranque y correspondió el equipo. Lucas, nada más empezar, estuvo a punto de hacer el primero en una arrancada desde atrás que detuvo Sergio Rico. Y, pocos minutos después, fue Filipe Luis el que, con un disparo al palo, estuvo a punto de llevar la catarsis colectiva del terreno de juego a la tribuna. Pero no, la pelota no quiso entrar en la primera parte. Qué se le iba a hacer.



Se impuso el orden en un partido con carencia de goles en el arranque, pero no de intensidad. Un juego de ajedrez que, por ejemplo, no permitió al Sevilla crear una ocasión clara en toda la primera mitad y que tampoco dejó al Atlético carburar en ataque. El equipo de Simeone tocó, mantuvo la posesión y llegó al borde del área, pero se chocó una y otra vez contra el muro de Berizzo, ya fuera por medio de Vietto o de Griezmann, de quién sea.



Pero la historia cambió nada más comenzar la segunda mitad. Vietto, que sigue cuajando buenos partidos pero no consigue estrenarse, le puso un balón largo a Carrasco y éste hizo el resto: le ganó la partida a N’Zonzi y batió a Sergio Rico. Hizo el primero y le cedió el testigo a Griezmann, que quiso dejar su sello antes de irse al banquillo –lo normal, el miércoles espera el Chelsea–. El francés recibió dentro del área, en el flanco izquierdo y la colocó dentro de la portería. Y, cumplido el trabajo, cedió su lugar a Thomas.



Ganó el Atlético, y poco más se le puede pedir. El equipo de Simeone acumula cuatro victorias y dos empates en seis jornadas. Suma 16 puntos y, sobre todo, transmite buenas sensaciones. Sabe a lo que juega, lo ejecuta a la perfección y saca los partidos adelante. En Liga y, a partir de este miércoles, de nuevo en Champions. Tras empatar en la primera jornada contra la Roma (0-0), recibirá al Chelsea en el Wanda Metropolitano. Un estreno europeo que se espera y se desea. Y, además, en un gran momento.

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