El que perdona, a menudo, lo acaba pagando, dice el tópico, el dicho o como lo quieran mentar. Pero es una realidad, una máxima que en el fútbol se cumple. “Contundencia, nos falta contundencia”, reconocía Simeone hace un par de semanas. Y así es. El Atlético falló, y mucho. Y, claro, que si un punto, que si otro… y se acaba con cinco empates en los últimos seis partidos oficiales (los colchoneros sólo consiguieron la victoria contra el Celta). Un drama, ¿y una crisis? Quizás sea pronto para decirlo, puede que sea precipitado. Lo que parece claro –o, al menos, muy complicado– es que el conjunto rojiblanco pueda pelear por la Liga este curso. Porque sí, igual hace una buena segunda vuelta, pero el presente… [narración y estadísticas: 1-1].
El día a día no se antoja halagüeño. El empate contra el Villarreal vuelve a mostrar, de nuevo, flaquezas y fortalezas pretéritas. La tónica, esta temporada, no cambia. El equipo rinde bien en defensa, exhibe solidez en todas sus líneas y seguridad. Meterle un gol a los colchoneros no es tarea fácil. En ataque, sin embargo, la película es otra. Al Atlético le falta gol. ¿La muestra? En los últimos siete partidos oficiales no ha conseguido marcar más de un tanto por partido, y en algunos, como contra Leganés y Qarabag, se ha quedado a cero.
El gol, el dichoso gol, tarda en llegar. Y cuando lo hace, no es suficiente, como en su último encuentro en el Wanda Metropolitano. Contra el Villarreal se estrenó en la segunda mitad. Griezmann abrió de primeras con un balón hacia la banda derecha, Correa controló y le pegó a la escuadra. Y, en teoría, nada hacia presagiar un nuevo empate. De hecho, los rojiblancos pudieron aumentar el marcador en un mano a mano que Gameiro erró delante Barbosa.
Pero, entonces, apareció Bacca para solidificar las tablas. En un córner, el colombiano se escapó de su marca y anotó el gol del empate. Y, a partir de ahí, poco pudo hacer el equipo de Simeone, que no tiene pegada y, sobre todo, no tiene a Griezmann. El francés, antes, aparecía en este tipo de partidos. Esta temporada, sin embargo, no acaba de explotar. Ni luce acierto de cara a puerta ni está fino a la hora de crear juego. Y el resultado, a estas alturas, está a la vista de cualquier seguidor rojiblanco: las posibilidades del equipo en Liga menguan cada jornada.
En la mano del Atlético está que no lo hagan también en Champions. Tras empatar contra la Roma en un buen partido en el Olímpico (0-0), perder contra el Chelsea (1-2) y quedar en tablas en Bakú (0-0), el próximo martes recibirá al Qarabag con la obligación de ganar. No le queda otra alternativa a los rojiblancos de aquí a Navidades. De lo contrario, no peligrará sólo la competición doméstica, sino también la europea.
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