Todo el mundo anda alegremente criticando al Real Madrid, aproximadamente desde que aquella mañana de septiembre, ante el Levante, el equipo tropezase 1-1, en un partido en que por ocasiones el marcador debió haber sido un 6-1.
Los elogios y alabanzas del mes de agosto, tras alzar en apenas 10 días 2 trofeos como las Supercopas de Europa y de España, ante prestigiosos rivales como el Manchester United y el Barcelona, se fueron apagando desde entonces, y nos encontramos, apenas tres meses después de aquel verano mágico, con un desaguisado en Concha Espina de proporciones colosales.
Segundos de grupo en Champions League, superados con claridad por el Tottenham Hotspur, y por tanto condenados en octavos de final a jugarse el pase con el segundo partido lejos del Bernabéu; a 8 puntos del líder Barcelona en la Liga, con apenas 13 jornadas disputadas; y tras una paupérrima eliminatoria de dieciseisavos de final en la Copa de Rey, con una pésima imagen ante el Fuenlabrada, que a punto estuvo de sacar los colores al equipo merengue.
Desde hace 3 meses, toda noticia que sale a la luz pública relativa al Madrid es negativa: lesiones musculares, partidos irregulares, problemas en defensa, sequía en ataque. Nombres propios han copado la actualidad deportiva pero siempre en clave de pesimismo: Cristiano no marca, Benzema y la indolencia, Bale y sus constantes recaídas, la baja forma de Modric, Kroos no es el que era, la inseguridad de Kiko y de Keylor… A todo esto, supuestamente la plantilla está mal confeccionada ya que las bajas de Morata, James o Pepe no se han cubierto suficientemente bien con Mayoral, Ceballos o Vallejo (además, añado yo, de Theo y Marcos Llorente).
Resumiendo: que nadie se acuerda de que Morata se quiso ir –desde el mismo momento en que acabó el partido de Cardiff de la final de Champions-, que Pepe no quiso aceptar el año de renovación que se le ofreció y que James quería más minutos en un equipo grande. Eso por una parte. Y por la otra, que haber fichado a media selección sub21 –que está deslumbrando a todo el mundo- ahora parece ser que fue una mala decisión. Aún recuerdo las portadas de los elogios cuando el Madrid se adelantó al Barça en los fichajes de Theo Hernández y de Ceballos. Lo mismo cuando se repescó a Vallejo, a Llorente y a Mayoral. “El Madrid del futuro”, se titulaba sin pudor. Pero no hay nada más perecedero que una portada de fichajes veraniegos...
Lo que funcionó el año pasado ya no funciona. La unidad A está acomodada, la B demasiado verde o sin ambición y para qué hablar de la C con los chavales del Castilla. Nadie confía en nadie. Todo es un desastre. Se avecina el Armagedón, a los pies del Monte Megido en Galilea, donde se dilucidará la batalla final entre las huestes del bien y del mal y donde el Real Madrid quedará reducido a polvo y cenizas. El club más laureado del mundo no sobrevivirá al sóleo de Bale, a los arbitrajes de Hernández al cuadrado o de Fernández Borbalán, al tabique nasal de Ramos o a ciertos debates de las tertulias nocturnas.
¡Tranquilos, hermanos merengues! Esto no va a ser así. Hay un plan, un verdadero plan del Madrid. Todo lo que está pasando tiene un fin definido, claro y concreto. Y lo vamos a desvelar.
2017 es, por ahora, junto con 2014, el año natural –no hablamos de temporadas futbolísticas de agosto a junio– en que más trofeos oficiales ha alzado el Real Madrid. En 2014 fueron la Copa del Rey de la galopada de Bale –sí, Gareth Bale-, la Copa de Europa casi agónica de Lisboa (por cierto, el segundo gol, que suponía la victoria fue de Bale), más la Supercopa de Europa (2-0 al Sevilla en Cardiff) y el Mundial de Clubes de Marrakech (2-0 ante el San Lorenzo con goles de Ramos y de … Bale, otra vez).
2017 hasta hoy ha supuesto para el Madrid:
Liga 2016-2017 (la número 33)
Copa de Europa (la Duodécima) tras ganar 4-1 a la Juventus
Supercopa de Europa (2-0 al Manchester United)
Supercopa de España (5-1 golbal frente al FC Barcelona)
Dentro de 15 días se juega el último título del año, el Mundial de Clubes en Abu Dhabi. De conseguir conquistarlo, el Madrid alzaría su quinto título oficial en un año natural, superando cualquiera de sus 115 años de historia. Es cierto que en los años dorados de Di Stéfano y de Gento, no se jugaban Supercopas (ni de España ni de Europa) y que la Intercontinental apareció tan solo en 1960.
Pero no deja de ser el reto para el Madrid este año: levantar 5 títulos en 2017. Creo que por ahí van los tiros de este equipo, dubitativo en Liga, Copa y Copa de Europa, ciertamente, pero con opciones reales en las 3 competiciones. 8 puntos son muchos pero son solo 3 partidos, y tanto en Copa del Rey como en Copa de Europa el Madrid está clasificado y por tanto en los bombos de octavos de final. Y no se me ocurre ningún contrincante al que le apetezca enfrentarse con el Madrid…
Mi teoría pasa por atreverme a decir que en la cabeza de todos nuestros jugadores tan solo está cumplir con la consecución de los 5 títulos y de este modo culminar un año 2017 inolvidable y glorioso. Por supuesto que ese anhelado objetivo no debería de hacer descuidar el resto de competiciones, pero me temo que hasta que no se consiga el 5º galardón no se lo podrán quitar de sus mentes los componentes del equipo.
Ojalá que se cumpla el plan. En el mientras tanto creo que no estaría de más ganar hoy en San Mamés y el fin de semana que viene al Sevilla en casa, no vaya a ser que se culmine un 2017 con 5 títulos en las vitrinas pero a 12 o 14 puntos del Barcelona el día precisamente que el Madrid se enfrente a los culés en vísperas de la Nochebuena.